Capítulo Seis

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Para diciembre, el aspecto de la Mansión Malfoy era otro. Draco se sentía más tranquilo, y aunque aún tenía pesadillas, apenas compartía con sus padres breves momentos y solo toleraba hablar con ellos sobre ciertos temas ligeros y no aceptaba hablar de la guerra o del futuro, por lo menos se sentía más en casa y el día se le iba rápido entre sus estudios y los ejercicios físicos a los que se había acostumbrado a realizar.

Antes de Navidad, durante el té, su madre lo abordó con algo de precaución en la mirada. Draco sospechó que sería un tema que no le iba a gustar: —Querido, estaba pensando, ¿no sería agradable tener algunos invitados para nuestro almuerzo navideño?

Draco la miró con el ceño fruncido e hizo silencio por un momento antes de contestar —¿A quién tienes es mente exactamente, Madre?

—Oh, estaba pensando que sería encantador tener de nuevo en la casa a Pansy, tú y ella solían llevarse tan bien y...

—¡No! —dijo Draco tajantemente e hizo ademán de levantarse.

—Draco, no seas así —le atajó su madre en voz baja y tomándole de la mano —No tienes que irte, era una sugerencia; después de todo, ella solía ser tu amiga, prácticamente tu novia, y hasta ahora, además de tus Profesores, Theo es el único que viene a visitarte... —el tono de Narcissa era prácticamente de súplica y esto conmovió a Draco. Suspiró molesto y volvió a sentarse. Tendría que hacerle entender la situación quisiera o no.

—Madre, Theo es el único amigo real que tengo, por eso es el único que me visita. Pensé que estabas al conocimiento de la situación, pero si no es así, lamento desilusionarte... Parkinson no es mi amiga y no lo ha sido en mucho tiempo, no comparto ni siquiera correspondencia con ella y no estoy interesado en lo más mínimo en reiniciar contacto alguno con ella —se aseguró de mirar a su madre al rostro para que esta viera la firmeza en sus palabras, ella le miró con los ojos un poco acongojados notando la ira que se sentía en sus palabras.

—Oh, querido, no sabía que habían roto su amistad de mala manera, lo siento, pensé que tal vez —Draco la interrumpió con una risa breve pero amarga, luego sacudió su cabeza y siguió hablando:

—No, madre, ni siquiera llegamos a eso. La Señorita Pansy Parkinson durante el Séptimo Año fallido en Hogwarts, decidió que mi persona ya no estaba lo suficientemente a la altura de las circunstancias como para contar con su amistad, y menos aún para ser de su interés amoroso, así que simplemente, dejó de hablarme, mirarme... ella fue bien eficiente en dejar en claro que no quería tener nada que ver conmigo: un Mortífago caído en desgracia y que era sometido, burlado y puesto en ridículo por los Carrows cada vez que les parecía conveniente... Supongo que pensaba que si se acercaba a mí, mi desgracia se le contagiaría y empezaría a pagar ella también las consecuencias de mi mala posición... aunque honestamente, no la puedo considerar idiota por ello, tal vez los Carrows la hubieran torturado solo para causarme mal a mí; en cierta forma, no fue una mala decisión de su parte, aunque ella no solo lo hizo en público, ni siquiera en privado quiso dirigirme la palabra cuando intenté hablarle a solas, así que definitivamente, Pansy Parkinson no tiene nada que hacer en mi vida, ni ahora ni nunca.

Draco observó la mirada de su madre endurecerse a medida que hablaba, así como el rictus de sus labios y en énfasis en su quijada que indicaba la molestia que le producían sus palabras. Luego de pensar un momento, habló con firmeza —Gracias por hacérmelo saber, querido. No estaba al consciente de esta situación. En este sentido, ¿hay alguien, además de Theodore que te gustaría invitar a casa para las fiestas... o para cualquier otra ocasión... el té... una cena? Alguien que haya sido un buen amigo como Theo, por supuesto.

Draco se quedó pensando por un momento recordando los oscuros días de Hogwarts y de repente, recordó una joven bruja de inmensos y asustados ojos azules, cabellos castaño claro recogidos elegantemente con mechones rebeldes que se escapaban, un hermoso rostro de delicadas facciones y un ceño fruncido de preocupación, una voz suave y bien modulada que se expresaba con miedo, en voz baja y a escondidas en el baño de chicos del tercer piso —Draco, oh, Draco —un sollozo y una lágrima corriendo por una mejilla pálida —toma, es díctamo, aplícalo en la herida pero finge que sigues lastimado para que los Carrows no te vuelvan a hacer daño. Oh, Draco, lo siento tanto... es horrible, todo esto es horrible... cómo quisiera que a Alecto se la comiera ese hombre lobo... cómo es que es capaz de hacerte esto a ti... —Draco sonrió un poco por el recuerdo de Daphne Greengrass intentando ayudarle a pesar del riesgo mientras estaba escondido en el baño de Myrtle tratando de cerrar las heridas producidas por Alecto Carrow durante una clase de Artes Oscuras.

Una Lechuza en mi VentanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora