Capítulo 38: La Despedida

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Dereck Miller

—Bien, ¿tienes tu cepillo? —rebusco entre mi mochila y lo alzo al encontrarlo —¿Qué hay de tus gafas? No queremos que al estar en tus clases no puedas ver de lejos —las busco igualmente en mi mochila convencido de que se encuentran por ahí, pero frunzo el ceño al darme cuenta de que no —Dereck —alzo mi mirada al escuchar mi nombre —Están en tu cabeza.

Me echo a reír y guardo las gafas en su estuche para después colocarlas dentro de la mochila —No es necesario que me ayudes a tomar lista de mis cosas, me he encargado de guardar todo cautelosamente.

Abby alza su ceja —Claro, si no te hubiera preguntado por las gafas, no te hubieras dado cuenta hasta estar en tu primera clase, sentado hasta el final porque seguramente llegaste tarde y estuvieras maldiciendo por dentro al recordar que dejaste tus gafas aquí porque yo no te lo pregunté.

Sonrío —Exageras mucho, hermanita.

—Mamá me dijo que te ayudara con esto, solo intento obedecerla.

—Lo sé —recalco —Y te lo agradezco, pero creo que ya ha sido suficiente, puedes regresar a casa sin problemas, no te preocupes por mí.

Vuelvo a cerrar mi mochila y la coloco sobre el sofá, pero entonces Abby llama mi atención —¿Estás llorando? —al verla en un intento de evitar sus sollozos, abro mis ojos de par en par, sorprendido.

—¿De qué hablas? —una sonrisa intenta formarse en su rostro —Se me metió algo al ojo.

—Me vas a extrañar.

Es entonces cuando ella no puede contener más sus lágrimas e inmediatamente me rodea en un abrazo —No puedo creer que estaremos lejos por mucho tiempo. Pasar el verano separados desde niños es una cosa, pero cuatro años, y ahora que es cuando más te necesito... —intento replicar, pero ella se contradice —Olvida lo que he dicho, no debería permitir que te preocupes por mí, tú tienes tus prioridades y es en lo que te debes concentrar.

Correspondo su abrazo y sonrío —Claro que me preocupo por ti, Abby. Siempre lo haré —me veo en la necesidad de aclarar —Y créeme que me siento realmente mal por no poder acompañarte en estos momentos, pero quiero que seas fuerte y decidas lo que tu corazón te dicte. Lo que pasó entre tú y Eitan es solo un conflicto que puede solucionarse de alguna manera. Y si necesitas algo, estaré siempre disponible para ti. Puedes llamarme cuando desees.

Abby se separa de mí y sorbe su nariz —Lo sé, pero es que yo... —sus palabras son interrumpidas al escuchar el timbre de mi casa, frunzo el ceño confundido y me dirijo hacia la puerta para después abrirla.

Aclaro mi garganta y con una voz lo suficientemente alta para que mi hermana pueda escucharme, lo digo: —Eitan —noto como Abby sale disparada hacia la cocina, probablemente para buscar algo con qué secarse sus lágrimas —No esperaba verte aquí.

Me hago a un lado para que él pueda pasar y posteriormente cierro la puerta —Quería saber si necesitabas ayuda con algo —menciona él —Ya sabes, con algún paquete que la mudanza haya olvidado o cualquier otra cosa.

Recuerdo que sí lo hay de hecho, una caja con algo de ropa que apenas empaqué anoche. Busco la caja por toda la sala con la mirada, pero antes de que pueda mencionarla, Abby sale de la cocina con su celular en su oreja —Oh, claro. Sí, lo entiendo... bien, veámonos mañana entonces —alzo mi ceja confundido, si no conociera a mi hermana tan bien, diría que está en una llamada, la cual es notablemente falsa y se trata solo de un intento para salir de la situación y evitar a Eitan lo más posible. Inmadura. —Bien, yo también ansío en verte, debo irme, adiós. —Eitan aclara su garganta algo incómodo, entonces Abby guarda su celular en el bolso de su pantalón —Oh, Eitan ¿estabas aquí? No te había visto.

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