Capítulo 3: El descanso

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¿Dónde está el punto en el que el placer pasa a ser herejía? Es cuando tu placer interfiere con la voluntad del emperador. Florencia se levantó de su cama en las barracas. Miro la hora en el reloj de pared, su única referencia del tiempo dentro del búnker. Eran las cinco am, su acuerdo se había acostumbrado al régimen de entrenamiento y ahora que Leire había prohibido explícitamente a todas entrenar ya no tenía a dónde descargar esa energía.

Se levantó de su cama, pudo ver a varias de sus compañeras que aun dormían, espero a que su vista se acostumbre a la penumbra y observo los demás catres, varios de estos estaban vacíos, sonrió con amargura pensando en sus hermanas que fueron heridas y permanecían en observación médica.

Fue a la sala de reuniones, no podía dormir, Sintió la garganta seca, le apetecía beber algo. Cuando llego vio a Leire con la parte superior de su cabeza envuelta en vendas, leyendo unos documentos con una taza de recafeina a medio beber a su lado. Se sobresalto al ver a Leire tratando de divisar su figura en la oscuridad.

-¿Florencia? - Leire desvió la mirada hasta la holopantalla donde aparecía la hora -es un poco temprano para levantarse-

No podía conciliar el sueño y quise prepararme una taza de recafeina- A Florencia preocupo la salud de su jefa, después de todo ella se había llevado la peor parte de la pelea - ¿usted durmió? -

-No, me pase la noche redactando documentos del munitorum. Haciendo cada pedido según las especificaciones de Coglinus- Leire tomo un sorbo de su taza ojeando el último documento que había redactado y lo dejo en la pila de papeles junto a los otros. Se sentía cansada de tener que servir como burócrata, pero estaba segura de que Elena la terminaría atando a una camilla si la veía en la habitación de entrenamiento.

Florencia se sirvió una taza de recafeinado, junto con dos barras de proteína, dejo una al lado de Leire y le dio una mordida a la suya -Todavía saben a cartón- sintió como la barra bajaba con dificultad por su garganta seca, amenazando con hacerla toser, apurada bebió un trago del recafeinado que le ayuda a bajarlo.

Leire tomo la suya y le dio un mordisco -creo que, en este momento, todos los habitantes de este planeta sobreviven gracias a estas- no pudo evitar hacer una mueca de asco al ver el color gris uniforme que tenía la barra -Bendito sea el cartón- entono Florencia alzando las manos. Una carcajada sonora lleno la sala de reuniones.

...

-Bueno, ya la herida en la cabeza sano, podrás andar sin usar el vendaje. Aunque te recomiendo no volver a combatir hasta que no te recuperes por completo- menciono Elena, su voz podía reflejar la preocupación que tenia

-No sé qué decirte al respecto. Probablemente no obedezca esa orden- respondió Leire levantando los hombros, no quería ofenderla pero su deber como líder requiere que se mantenga en el campo.

-Tendré que atarte para la próxima misión- Elena tomo uno de los cinturones que colgaban holgados al costado de la camilla donde Leire estaba sentada

-Bueno, ¿las demás cómo están?, pensé que las heridas de Gabriela, Alicia y Beatriz eran serias- Leire intento cambiar la conversación antes de que ambos médicos vean demasiado tentadora la idea de dejarla atada hasta que se cure por completo.

-Hasta a nosotros nos sorprendió- intervino Emilio tomando las vendas que se había sacado Leire para desinfectarlas -esas tres son duras como una piedra, cuando les sacamos los fragmentos de metal incrustados, sus heridas cerraron sin problemas. Lo mismo para Gabriela, -las quemaduras en su brazo fueron superficiales y en cuanto a Beatriz la varilla no perforo ningún órgano- El viejo doctor termino saco las vendas usadas de la maquina limpiadora y las volvió a enrollar para guardarlas en las existencias.

Agentes De La Inquisición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora