CAPÍTULO 5

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Prestamistas. Antes de morir sus padres habían dejado una enorme deuda. Su padre trato a toda costa de eliminar la enfermedad de su esposa, su madre. Era tanta su desesperación, qué presto dinero para que los doctores hicieran lo imposible y tratarán de erradicar la enfermedad de su amada esposa.

Lamentablemente nunca lo logró. Su enfermedad empeoró, y en uno de los ataques qué está enfermedad le ocasionaba, intentando llevarla al hospital, en un día lluvioso tuvieron ese horrible accidente. Todo tratando de mantener con vida a su amada esposa, perdiendo la suya y la de ella en el intento.

La suma era tan grande que años después de su muerte, Sara aún seguía pagando aquella deuda. Aunque Sara había intentado innumerables veces pagar más de lo señalado para acabar pronto con la deuda, los prestamistas se negaban a que le pagará más de lo debido.

De esta manera aún podían visitarla y el hijo mayor del prestamista (qué tenía interés en ella) también podía ir a cobrar el mismo lo que era suyo. Pero sus matones siempre estaban rondado su casa.

-¿Qué tal preciosa? - dijo un hombre alto, calvo, musculado y lleno de tatuajes

Sara salió de la pequeña casa cerrando la puerta detrás de ella -¿Cuántas veces les he dicho que no vengan antes de fin de mes?

-Solo pasamos a ver si estas bien querida - habló el otro hombre, uno gordo, más bajo que el anterior y con algo de bello fabial, este dio un paso adelante al hablar

-No necesito su ayuda, ahora larguense

Eran personas a las que había que tenerles miedo. Pero Sara no era asi, ella tenía carácter y se daba a respetar. La castaña giro para entrar de nuevo a casa, pero el más alto golpeó la puerta para detenerla.

-¿Cómo puedes ser tan grosera princesa? - dijo el hombre calvo, quien estaba enfrente de ella con una maliciosa sonrisa en su rostro

Un "¿Todo bien?" de parte de Moonbin se escucho del otro lado de la puerta.

-¿A quien tienes ahí? - pregunto el mismo hombre tatuado

-No les importa

-Bueno - se reincorporó y dio un paso para atrás - regresaremos cuando no tengas visitas. Esperamos con ansías volver a verte - guiño el ojo por último antes de irse

Sara los siguió con la mirada hasta que los perdió, aborrecia a esos hombres y no culpaba a sus padres, ella sabía que era por un acto de amor y desesperación, tal vez ella hubiera hecho lo mismo.

Sara entró a la casa de nuevo, encontrándose con un Bin preocupado.

-¿Estás bien? - pregunto aún angustiado, escaneando con su mirada algún indicio de golpe

-Si, si solo... Era una empleada, pidió permiso para no venir mañana, creo que no se siente bien o tal vez tiene asuntos que resolver

-¿Tan tarde? - pregunto frunciendo el entrecejo - Es muy peligroso ¿Y que fue ese golpe en la puerta?

-Nada - dijo tomando asiento en el sofá - sólo me tropecé y golpeé la puerta

-¿En dónde te golpeaste?

-No importa, estoy bien

-¿Segura? Sonó algo fuerte

-Si no te preocupes

-Esta bien

-Es tarde, deberíamos domir

-Si, gran idea. Mañana será un gran día - dijo poniéndose de pie y estirándose, por último apago la televisión - ¡Hasta mañana! - dijo antes de encerrarse en su habitación

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