A KarenVega951, que sugirió el shipp y que ha tenido junto con mmilenn más paciencia de la que yo misma me he dado escribiendo el fanfic.
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Hay cosas en la vida que no se pueden cambiar, intentos de ordenar a la naturaleza, pero yo prefiero estar en un lugar donde se da un ritmo natural, caótica belleza...
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Gaffur camina de un lado a otro, tironeando sus propios cabellos de puros nervios. Aunque estos días no deberían ser su responsabilidad, la ansiedad lo empuja a dar directivas, dejando instrucciones que cansan a su hermosa morena. Algo dentro de él le dice que no está bien que ella permanezca en la hacienda durante este tiempo. Por Allah, anhela decirle la verdad, explicarle por qué no debería ser ella quien se encargue en estos días, pero no puede; se lo prometió a su Señora: él no hablaría del tema.
Mientras tanto, la suela de la bota de la morena repiquetea sobre la tierra, ignorando las palabras de ese hombre que no dejan de fastidiarla con instrucciones que conoce a la perfección y que se sabe de memoria. No entiende por qué sigue allí, por qué intenta quedarse y persuadirla para dejarlo a él a cargo. Sobretodo, no comprende por qué continúa repitiendo las cosas que debe hacer.
—Bueno, creo que eso es todo. ¿Fui claro, no es así? —vuelve a preguntar, haciendo que la morena blanquee los ojos.
—Allah santo, Gaffur. Te he dicho mil veces que sí. Además, tú no eres quien da las órdenes. Recuerda que yo soy capataz ahora —responde, dándole leves empujones hacia la salida.
—Lo recuerdo, mi hermosa Saniye —asiente, con una sonrisa en el rostro mientras comienza a levantar el dedo índice—. Pero también recuerdo que esta es la primera vez que te enfrentarás a los días de aislamiento de la Señora y no puede...
—...haber un solo error ni una sola alma rondando la hacienda durante estos tres días —completa, exhausta de repetir por trigésima vez lo mismo.
—Exacto —vuelve a asentir mientras los dedos de Saniye hacen presión en sus hombros para que retroceda poco a poco. Gaffur baja la voz—: Y la única persona que...
—...puede ingresar es el señor Ali Rahmet Fekeli —completa nuevamente, con aburrimiento y sintiendo cómo su loba comienza a sentir furia por la resistencia que impone el hombre para marcharse.
—El Sr. Fekeli llegará...
—...a las ocho de la noche.
—Por ningún motivo el Sr. Demir debe enterarse. Y mientras tanto, tú deberías estar...
—EN EL MALDITO INVERNADERO, GAFFUR. ¿Acaso no puedes entender que ya te comprendí? —suelta, frustrada, empujándolo con más fuerza hacia la salida.
El mencionado se sobresalta, retomando la compostura en segundos. Estaba acostumbrado a sacar de quicio a Saniye hasta el punto en que su propia loba interviniera, haciéndolo saltar de un pequeñísimo terror. Sin embargo, él sabe lo importante que es recordarle a su Saniye que debe permanecer en el invernadero, no en la casa que comparten. El invernadero aplaca el aroma de las feromonas con todas aquellas plantas; es un pedacito de naturaleza que la ayudará a distraerse en caso de que algo salga mal.
—Vale, no hacía falta levantar la voz —dice, bajando la cabeza para generar culpa en la morena, que chasquea la lengua.
—Gaffur, eres el único que queda por irse, vete de una vez —le sigue empujando, haciendo que se acerque hacia los negros portones de la hacienda.
—Está bien, cuídate, mi hermosa Saniye.
—Cuídate tú también, beta idiota —se despide Saniye, besando sus mejillas—. Ahora vete.
Desde el balcón de la mansión, una mujer de ojos esmeraldas mira la escena con diversión y siente cierta incomodidad en el cuerpo cuando los labios de la morena se posan en las mejillas de Gaffur. ¿Cómo se sentirán los labios de Saniye en su piel? Cierra los ojos, negándose a sumirse en la imaginación, decidida a no darle tantas vueltas a sus emociones conflictuadas por el calor e ingresar a su recámara. Toma el teléfono fijo y marca aquel número conocido mientras se soba la cabeza, que ya está comenzando a doler en conjunto con unas pequeñísimas, pero no por ello menos dolorosas, puntadas en el vientre.
Su respiración se detiene cuando, tras llamar a Ali Rahmet Fekeli, recibe una negativa por su parte.
—No sé cuántas veces pedir disculpas, Hünkar... —se lamenta el hombre tras la línea.

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Caótica belleza-[Hünkar ve Saniye]
FanfictionEn la hacienda Yaman, Hünkar Yaman(54), la imponente Gran Dama, se ve envuelta en un misterioso aislamiento. La noticia se propaga entre los trabajadores, y el lugar queda desierto, salvo por Saniye(31), capataz y sirviente leal de la hacienda. Dura...