Capitulo 28De por sí ella solía despertar temprano, porque nunca había sido de dormir hasta tarde, pero la noche anterior a penas había alcanzado cerrar los ojos. Sin embargo algo tenían las mañanas que le robaban la soñolencia, y la hacían querer estar despierta. Si tenía problemas para obligarse a ir a la escuela definitivamente no se debía a qué no quería levantarse de la cama.
Esa mañana también se había sentando frente al teclado, pues tenía deseos de hablar, de decir algo importante, pero mientras pensaba en el qué, termino haciendo algo distinto. Hablaría, pero está vez con alguien con quién jamás había hablado. Alguien que tal vez esperaba que ella hablara con Él más de lo que ella había esperado que Samuel hablara con ella.
Comenzó con preguntas, pues tenía muchas. Luego paso a defender su causa, a decirle porque Él no debería culparla. Le dijo que la culpa era de todo el mundo, menos de ella. Pero mientras más se escusaba, menos se lo creía, y es que ya no había en dónde esconderse... El maso daría su golpe, y todo el peso de la justicia le caería encima. Dios ni siquiera debía quererla, y ella ni siquiera sabía cómo cambiar para que Él la quisiera. Era un árbol torcido que jamás se enderazaría.
Se frustró. Apartó las manos y abrió los ojos ¿Porque si quiera intentaba orar? ¿Alguien la estaba escuchando?
Escucho un par de golpes en la puerta. Fue por un corto segundo que se dijo a si misma que su madre podía abrir, hasta que recordó que aquella mañana Margarita había despertado alborotada como una abeja y se había marchado. Algo sobre una reunión importante o quién sabe. Ly se levantó de la silla giratoria, esa que estaba al frente de su vieja computadora y saliendo de su habitación se encaminó hasta el piso de abajo.
Cuando abrió la puerta encontró a Sam con una gran sonrisa que se extendía de lado a lado. Andaba en pijama, tenía la nariz roja y unos ojos terribles. Pero sonreía como si no se fuera a doblegar con el más mínimo viento helado mientras cargaba en una mano una bolsa tamaño XL de papas, y en la otra un sobre abultado.
—Te ves muy mal –Fue lo primero que dijo al verla.
A ella también le había sentado mal la lluvia del día anterior. El sopor en los ojos era un fastidio. Por lo menos la fiebre que apenas le había dejado dormir ya había pasado y tuvo una buena razón para no asistir a clases. Bufó, burlona.
—Gracias, tu igual.
Samuel se carcajeo y entro en la casa como si todo aquel tiempo de distancia entre ellos hubiera sido imaginario. El muchacho la siguió hasta la cocina.
—Vine a ver si estabas tan mal como yo. Clara casi me mata cuando llegue ayer con la ropa toda mojada.
—Teníamos que cambiarnos inmediatamente. Fue una tontería...
—Si también me vas a regañar me devuelvo a casa...– Dijo el chico, sentandose en el comedpr sin la más mínima intención de volverse a su casa.
—Esperemos que una montaña de exámenes tengan a Julio ocupado esta semana, y no sé entere de tremenda tontería– Amberly se sento a la mesa.
La luz entraba fuerte por la ventana, debían ser más de las diez de la mañana. Samuel la miro interrogante
—¿Julio?– Se pregunto. Entonces saco su celular y comenzó a tocar la pantalla.
Antes de que pudiera entender lo que estaba haciendo vio el nombre de su hermano sobre la pantalla del celular, y el rostro de Samuel que se reflejaba como en un espejo mientras se escuchaba un repiqueteo.
—¿Lo estás llamando?–Pregunto alarmada.
El chico la miro como si fuera obvio.
—Videollamada. Él es doctor y nosotros estamos enfermos.
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Gracia
Teen FictionSegún ella, la vida no le estaba dando más opción que ser lo que era. Una desencantada adolescente, malhumorada y sin sueños ni ánimos para el futuro. Cuando conoce al chico nuevo, que parece ser aficionado a su banda favorita -esa que marcó su inf...