Historias donde nada tiene sentido

En todos los universos

Capitulo 2: NO IMPORTA EL UNIVERSO Y TAMPOCO LO QUE EL DESTINO QUIERA, TU Y YO JAMÁS SEREMOS UNO DESDE HOY

——— ¿Qué te parece si para cenar pido sushi? —— menciono la joven a su esposo quien se encontraba en su oficina trabajando

——— Ya eh cenado en el trabajo, pide lo que quieras——— respondió sin levantar la vista de su ordenador/ documentos, pero la verdad es que aun no cenaba, lo que realmente se proponía con esa respuesta es que la mujer lo dejara tranquilo, ella tenia que comprender que no la quería cerca.

——— ... Esta bien...——— menciono rendida. Ella sabia que Lan Zhan la odiaba, la detestaba con cada fibra de su ser pero, es que acaso ella tenia la culpa de que ambos fuesen almas gemelas? Es acaso un error que ella pidió? Lan Zhan desde un principio pudo cancelar ese compromiso si es que en verdad amaba a su hermana; simplemente tubo que haber dicho << No quiero casarme con Jiang Cheng, yo amo a Wei Ying >> y eso lo hubiese solucionado todo incluso si en el proceso lastimaba los sentimientos de la mujer que lo amaba.—— Entonces te dejo trabajar ...——— estuvo a punto de cerrar la puerta del estudio cuando escucho a " su esposo " llamarla ——— No me esperes para cenar y tampoco entres a mi estudio sin llamar antes, es molesto ——. Si, como gustes—— respondió ella asimilando que poco a poco sus esperanzas de mínimo llevarse bien con él morían mas rápido de lo que creía

Al salir de aquel estudio, Jiang Cheng empezó a recordar cómo comenzó su amor por Lan Zhan, el hombre que aún siendo ella su alma gemela, siempre buscaría ese complemento en alguien más.

Cuando cumplió los once años su marca del destino apareció en su muñeca, era un conejo sosteniendo un quqin, un instrumento musical clásico lo cual significaba que a su otra mitad le gustaba tocarlo y tal vez los conejos eran su animal favorito; a partir de ese día la pequeña heredera de la corporación Jiang se dedicaba a escribir sobre su brazo preguntas sobre como iba su día, como se encontraba, las cosas que le gustaban o simplemente un buenos días o buenas noches los cuales no eran contestados hasta un día donde simplemente apareció en su brazo una respuesta << Buen día >>, esa respuesta fue lo que le devolvió la esperanza de encontrarlo.

Al cumplir catorce años sus papás la llevaron a una reunión de compañías donde estarían sus principales socios comerciales; Wei Ying estaba emocionada, ahí vería a sus amigos y a su persona destinada, Yanli por el contrario estaba muerta de los nervios pues su prometido no hace mucho le había propuesto vivir juntos en su departamento pues solo faltaban unas cuantas semanas para que finalmente ambos estuvieran unidos hasta la muerte; si era completamente honesta estaba un poco envidiosa de su hermana quien fue comprometida incluso antes de nacer con el pavo real de su cuñado, que resulto ser su alma gemela.

En aquel evento conoció a los hermanos Lan, dueños de la Universidad Gusu, una editorial de libros y una empresa de vitivinicultura reconocida mundialmente por la exclusividad de sus vinos, en especial de La sonrisa del emperador del cual solo 50 botellas se fabrican al año; el hermano mayor Lan Huan era muy amable, tenia una muy bonita sonrisa y al parecer tenia la misma edad que Yanli y el hermano menor, Lan Zhan era muy callado, no reía y parecía que ningún acto podría quitarle esa cara seria, sin embargo, de los dos hermanos fue quien mas llamo su atención; intento acercarse a él pero antes de acercarse lo suficiente este ya se marchaba en otra dirección como buscando a alguien; observando mas atentamente hacia donde caminaba pudo ver a lo lejos a Wei Ying, su hermana quien se encontraba con su recientemente prometido, Wen Ning.

Esa sin duda era una excelente oportunidad para acercarse y hablar con él, ya que por lo que había observado estaba muy cómodo hablando con su hermana. Al acercarse primero saludo a su cuñado y hermana quien le presento al segundo hermano Lan; cuando estuvo frente a él, este ni siquiera la miro o algo por el estilo, únicamente lo hizo en el momento de la presentación. De algún modo, el echo de que no la mirase la entristeció de una manera que incluso la partida de sus mascotas no pudo.