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Creí que mis días sin trabajo se volverían eternos, pero al final conseguía mantenerme ocupada casi todo el tiempo. Quizás tuviera algo que ver que Kaiden consiguiera mantenerme siempre ocupada con algo. Además, no podía dejar de pensar en que Navidad estaba cada vez más cerca y, por primera vez, viviría una real.

Y destrozaría la reputación de mis padres.

No debería sentirme culpable, pero lo hacía. Mucho. Aunque no habían sido unos buenos padres, sabía lo mucho que se habían esforzado en la empresa.

Terminé la videollamada en la que había estado con Lily. Llevábamos una hora hablando, aunque toda nuestra conversación se había basado en ella contándome los últimos cotilleos que había leído mientras yo le contaba la realidad de esos famosos. Estaba mejor. Mucho mejor. Volvía a pintarse la uñas de colores y a leer revistas del corazón. Aún no había vuelto a salir de la clínica, pero sabía que poco a poco se preparaba para hacerlo en Navidad.

Casi como si estuviera programado para ello, Kaiden tocó la puerta de mi piso. Elvis graznó, volando hacia la puerta.

—Levanta el culo del sofá, esto pesa.

Miré la puerta indignada. ¿Cómo podía saber que estaba sentada? Fui hasta la puerta y le abrí. Barajaba el peso de su cuerpo de una pierna a otra, sujetando una enorme caja contra su abdomen.

—Tienes que cumplir con el primer paso de unas navidades normales.

Arqueé las cejas. Eso sonaba interesante.

—¿Desde cuándo hay una lista de pasos?

—Desde ahora, obviamente. Déjame pasar, vamos.

Me aparté, dándole vía libre al piso. Dejó la caja sobre la mesita de café y empezó a remover lo que fuera que hubiera dentro. Me coloqué a su lado, curiosa.

—¿Qué has traído?

—Paso número uno: No es navidad si no haces que lo sea. Hay que decorar todo esto y montar el árbol.

—¿¡Vamos a decorar mi piso!?

—¿Para qué crees que he traído un montón de bolas rojas?

Nunca, jamás, había adornado el árbol. Ni una sola bola. Siempre habían contratado a una empresa que se encargara de ambientarlo todo.

Pero esta vez lo haría yo.

—¿Te casas conmigo, por favor? —bromeé.

—Sí, claro, me lo plantearé cuando me llegues por aquí —Marcó la altura de su barbilla, burlándose de mí.

Le di un codazo y empecé ayudarle a sacar cosas del árbol. Casi todas estaban ordenadas por bolsas llenas.

—Eso de ahí son guirnaldas y luces. La otra bolsa bolas. Y eso es...

—¡¿TIENES GORROS DE PAPÁ NOEL?!

—Eh, sí, estaba a punto de...

—¡¿CÓMO NO ME LO HAS DICHO ANTES?!

Agarré uno de rallas verdes y rojas, con un pompón verde al final, y me lo puse, feliz. Después agarré otro rojo con un pompón blanco y obligué a Kaiden a agacharse para ponérselo. ¿Venderían más pequeñitos? A Elvis le quedaría genial uno.

—¿No te parece genial? ¿Por qué tienes tantas cosas de estas? Con la cara de Grinch que tienes.

Había visto la película hace dos días y definitivamente, el Grinch estaba inspirado en Kaiden. Solo que él era más guapo y menos verde.

A Bad Badboy || EN CORRECCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora