Capítulo 49: Sombras seguidoras

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La lluvia arreciaba con fuerza sobre la ciudad de enormes murallas blancas. Los ventarrones dejaban sentir toda su furia sobre los tejados de las casas y la mayoría de sus habitantes permanecían dentro, tratando de protegerse de la devastadora tormenta. Un relámpago destelló en el cielo gris, revelando la figura de un gran Swampert, vistiendo una gran capa roja sobre sus hombros y de expresión aterrada, incrédulo de lo que veían sus ojos. Frente a él yacían los pétreos restos de lo que había sido la grandiosa estatua de Lugia, ahora reducidos a meros escombros, sobre los que reposaba altaneramente una esbelta criatura verde de ojos rojos, acomodándose una extensa bufanda de color morado.

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó la gruesa voz de Pazt al escuálido pokémon—. ¿Qué buscas de nosotros? ¿Qué te hemos hecho para merecernos esto?

—Shh... No hables sin mi permiso, escoria.

—¿Permiso? No sé quién seas, pequeño demonio, pero no pienso permitir que lastimes a nadie más —avisó el vigoroso Swampert levantando sus enormes brazos, listo para entablar el combate.

—Basura insolente —musitó con hastío el Snivy—. No permitiré ese comportamiento en nuestra presencia.

En un parpadeo, el tipo planta saltó ágilmente y cercenó la cabeza del robusto tipo agua de un tajo limpio de su brillante cola. El cráneo del Swampert rodó por la colina como una piedra más mientras su cuerpo se desplomaba en medio de estertores violentos. El Snivy se detuvo unos instantes a contemplar el robusto cuerpo caído, antes de encogerse de hombros y mirar detenidamente a un punto en específico, un pequeño hueco que había quedado entre los restos de la estatua, donde un aterrorizado Mudkip trataba de mantenerse en silencio, a pesar del poderoso deseo de llorar a mares que lo embargaba.

—No pienses que me he olvidado de ti, mi buen amigo— informó el Snivy con voz zalamera mientras sus ojos adoptaban un color rojo mucho más intenso y un leve vapor violáceo comenzaba a manar junto a su aliento—. Nada de esto hubiese sido posible sin tu apoyo. Así que permíteme ser el primero en felicitarte, oh gran aventurero legendario.

—No... No, esto no es lo que quería —tartamudeo el horrorizado tipo agua—. No es lo que buscaba. No es esta la forma...

—¿No estás feliz amigo? —preguntó el tipo planta enseñando unos aterradores colmillos—. ¡Hemos conseguido cumplir tu sueño de ser el mejor explorador de toda Misuvia! ¡Ya no hay nadie más que pueda reclamar ese título! ¡El último de los guerreros misuvianos ha caído ante nuestro poder! ¡Eres una auténtica leyenda viviente ahora, tal y como lo pediste!

Invocando grotescas raíces putrefactas que rezumaban aquel vapor violáceo, el Snivy levantó las pesadas rocas y las arrojó sin miramiento colina abajo, arrasando viviendas completas con ellas. El Mudkip permanecía inmóvil, atemorizado por completo. El tipo planta solo rio como desquiciado mientras comandaba las enormes raíces a arrasar con toda la ciudad mientras los gritos de las víctimas comenzaron a resonar con fuerza en la cabeza del Mudkip, que desesperado, finalmente atinó a ponerse de pie y arremeter contra el Snivy gritando a todo pulmón. Sin embargo, este parecía estar esperando aquello, y con un rápido movimiento, dos enormes raíces atraparon al tipo agua y lo apretujaron con fuerza, produciéndole una auténtica agonía al Mudkip.

—¿No estás satisfecho? Bien, en ese caso, te concederé aquello que más anhelas —informó Sorzen con aquella expresión endemoniada, enseñando unos enormes colmillos con expresión burlesca—. Desde este día, toda Adarve conocerá el nombre del legendario Arthel. ¡El último explorador de Misuvia, y cómo fue que murió por defender a la ciudad que le vio nacer! ¿Ahora si estás feliz, amigo?

Un feroz golpe de la raíz fue suficiente como para aplastar finalmente al Mudkip, que en medio de su agonía, sentía la oscuridad envolverlo y la risa burlesca del demonio con piel de Snivy, que por alguna extraña razón comenzó a darle los buenos días.

Pokémon Ausvandel: La academia PlateadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora