El Poseso

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Parecería que no, pero sí. El hombre en la tarima no es tan diferente a mí, por supuesto él esta trajeado, huele bien y seguro está bien comido. Yo no, pero no somos tan diferentes, reconozco sus gestos, veo en entretelones sus argucias, entiendo sus deseos y reconozco esa pasión por tener, por adquirir; yo he sentido esa sensación de que soy lo que tengo. Necesito tener para ser.

Lo vi de casualidad, yo pasaba por ahí con mis perros cuando lo escuché en la inauguración de un centro comercial nuevo, que para construirlo tuvieron que derribar las viviendas de dos manzanas y echaron a perder el barrio. En cuanto abrió la plaza, los pequeños negocios familiares fueron cerrando, vendían poco, todos iban a la plaza y las rentas se dispararon hasta el cielo, ahora todas las casas son negocios de gente de las colonias residenciales que tienen dinero para pagar esas rentas, y ahora todos son empleados, tachuelas temporales en las pizarras de desempeño que despiden cada tres meses para no generar antigüedad. Lo sabré yo.

Yo paseo mucho por ahí en cuanto se pone el sol, porque siempre está vacío, pero alumbrado con esas luces amarillas que dan una sensación de irrealidad; lo veo y reconozco mi participación en este cáncer urbano que va matándonos desde dentro. Cuando camino por ahí, siento el poder del dinero, lo respiro, me solazo en el «desarrollo» y me hago consciente del flujo de inmensas riquezas a muy pocas mano; me embarga una sensación indescriptible y las luces amarillas y los anuncios neón de las tiendas hacen que el mundo vibre y que todo brille a mi paso.

Así se siente él, lo vi en su cara cuando las cámaras se disparaban, los flashes le daban de lleno y él obtenía esa recompensa que tanto anhelaba: brillar. Las luces lo seducían y lo hipnotizaban, ya sólo buscaba los brillos, sus logros ya no tenían sentido, no hacía falta otro centro comercial, por el contrario, era urgente renovar viviendas y mejorar el vecindario, pero eso no da el brillo que él quiere, él quiere construir sin las controversias y los escándalos del activista.

El brillo de la fama por su «labor humanitaria», como él lo desea, no se alcanza salvando un barrio, si no Donando miles de dólares a tu propia fundación para construir casas precarias que son el negocio de una tercera compañía que engañó ejidatarios. Unos pocos con una inmensa maquinaria diseñada para exprimir a la mayoría, destrozando nuestra ciudad y empobreciendo nuestras vidas, ¿y qué hacemos?

Yo sé de esa enfermedad, yo la padezco, entiendo su mirada cuando ve lo que le pertenece, siento como le tiembla la mano en el micrófono, cuando dice «mío» como si la palabra lo pudiera construir, como si los edificios fueran tabiques de su persona, como si sus propiedades lo poseyeran y se fusionaran en un hombre-empresa que deja de entender los límites entre él y lo que posee.

En el sueño de materializar, la gente se vuelve objeto. Yo, cuando desperté de la gran borrachera de éxito que fue mi vida, abrí los ojos y pude ver mis verdaderos sentimientos por los demás, y no tenía más que cables y nudos para con los que quería, había convertido mi familia en una máquina de prosperidad y abundancia, usé a mis socios y empleados como engranes de mi maquinaria de dinero, convertí en objetos tangibles todas las relaciones afectivas. Cuando desperté, me sentí como el inverso de Kafka, como si yo hubiera sido un inmenso escarabajo, poderoso y acorazado, que despierta débil y escuálido, inmovilizado por tener miedo de todo.

Ese hombre de traje, todavía cree que posee el amor de la gente, tiene su afecto y obediencia, y cree que la sumisión es una especie de amor, en pos de un mejor futuro para todos. En mi experiencia, yo sí creo que en el fondo el amor es el gran motor. ¡Claro! En mi caso interprete el amor como subsistir, comer y estar seguros, y me enfoqué obsesivamente en ese amor hasta que un día logré la seguridad de toda mi familia, a costa de la dignidad y salud de miles de empleados; teníamos riquezas para no trabajar por dos generaciones y sin embargo, me quede sólo.

Porque en el fondo, en todas las decisiones y todas las sonrisas, estaba en mí la obsesiva idea de construir, de generar, de obtener, acumular para ser quien quería ser. Cuando te das cuenta, tú SER ES: acumular, tener, cargar, engordar, arrastrar, registrar y valorizar; todo se vuelven una contabilidad más de tus beneficios.

Míralo caminar por las escaleras, cómo abraza a su mujer y su hijo, como si tuviera tiempo para ellos fuera de las fotos, y admito que lo dijo con amargura porque aún extraño esa fantasía de felicidad familiar simulada por todos. Había sus ratos buenos y cuando estoy muy solo, recuerdo esos días de joven Donde todavía creíamos que íbamos a cambiar el mundo, y seguir amándonos y jugando dominó con los amigos el fin de semana.

En un momento desaparece todo. Yo no le deseo ningún mal, al contrario, creo que ya le pasó algo malo; espero que un día la coraza caiga y vea de nuevo, sin los filtros que hoy le dividen el mundo entre «mío» y «no mío». Por ese camino —si no terminan como yo—, terminan solos, relegados, adictos a ser el brillo, a tener el control sobre todos, a volver locos a empleados y familiares, y mueren sin resignarse a que realmente no fuimos nada.

(terminan ojo, estabas hablando en singular)

Me quedo un rato escuchándolo y es como si fuera al cine: no importa lo que diga, las luces, la música, los regalos se encargan de que el despojo parezca «desarrollo para nuestra colonia». Ya no me peleo por esas cosas y a nadie le comento mis pensamientos. Últimamente, solo con mis perros platico las cosas importantes, los demás no entienden, andan perdidos con sus teléfonos y sus personalidades cómo para reflexionar con uno, así que con mis cuatro perros platico, platicamos mucho porque ellos ponen cara de que me entienden y ladran si están en desacuerdo; a la gente no le gusta que ladren, por eso caminamos tanto por la ciudad.

No es fácil tener «tu lugar feliz» en esta ciudad, todo es gris y deprimente. Para tener un departamento bonito tienes que vivir en cárceles invisibles, más obscuras y deprimentes que los callejones Donde yo duermo. Aunque duermo en muchos lados, Donde nos agarre la noche o no pueda más arrastrar mi carrito de supermercado Superama. Estos carritos son difíciles de conseguir, este es mi orgullo, es más resistente que los otros y tiene que ser el mejor porque aquí van todas mis cosas, lo importante lo llevo a Donde voy, así tengo mi lugar feliz Donde yo este. Con esta selecta colección de cosas que cargo, yo puedo ser yo, eso me ayuda a recordarme que aquí estoy. Cada cosa es un pedazo de mi alma y la cuido con dedicación. Cada cierto tiempo limpio todo en las fuentes de la ciudad.

Cuandome alejaba del centro comercial me llegó el olor de carne asándose; porsupuesto que mis tripas renegaron y por un segundo, me llega la añoranza de losbanquetes, las carnes, las frutas y los vinos. De repente hago conciencia deque estoy sentado en la banqueta y en mi ensoñación, una nena que viene con sumami, me regala el pedazo de pizza que quedaba en la caja. Ese triangulito mesupo a gloria y pensé en el hombre de traje, seguro estaría en el banquete deinauguración del mejor restaurant de la nueva plaza, comiendo lo que leapetezca, y posiblemente yo este disfrutando más estos pocos bocados, que él,todo su hartazgo.

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⏰ Última actualización: Nov 11, 2023 ⏰

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