Tulipia Estigia

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Hoy decidí abrir la puerta, hacía una tarde hermosa y me animé a salir. Mis pies temblaron un poco al sentir el suelo ya que no llevaba calzado, mi cabello se agitaba con el viento y el vestido blanco ondeaba alrededor de mis piernas. No me detuve cerca de casa sino que me alejé con el propósito de perderme entre los árboles que formaban parte de mi pequeño vecindario.

Cuando creí estar lo suficientemente lejos me detuve y miré a mi alrededor, algunos bancos de madera se hallaban frente al muelle de un pequeño lago. Sin dudarlo mucho caminé por el muelle y me senté el borde, la planta de mis pies tocaron el agua y fue muy relajante como si todo alrededor hubiera desaparecido y solo me encontraba yo con mi soledad.
Escuché el crujir de unas ramas y me voltee rápidamente, un anciano se acercaba con una cesta llena de tulipanes en las manos. Lo observé acercarse, su rostro reflejaba la ternura y sabiduría que muy probablemente había adquirido con los años. Me levanté torpemente al ver que se dirigía hacia mi.
Le sonreí pero no me notó y siguió su camino hasta el final del muelle, admiró el paisaje y suspiró ruidosamente. Lanzó dos tulipanes al agua y los demás los dejó en piso, tiró un beso al agua y se marchó.

Me quedé observando las flores, eran mis favoritas y por alguna extraña razón mi corazón se afligió, ignoré mi tristeza y me encaminé de regreso a casa. Mis pies dolían un poco por las pequeñas piedras del camino y me apresuré, al llegar a casa empujé suavemente la puerta y lo llamé.

- Car, he vuelto cariño - no respondió y salí en su busca.

Entré en mi habitación y volví a llamarlo, revisé en el baño y no estaba . Me senté en la cama a esperarlo de seguro regresaría pronto, estando allí mi mirada chocó con la foto en la mesita de noche. Era una foto del señor que había visto antes en el muelle, se encontraba abrazando a una señora muy sonriente.
Tomé la foto y miré por detrás para ver si tenía algo escrito y sí, también habían dos nombres. Una oleada de recuerdos llegaron hasta mi mente como un torbellino.

En ellos ví a mi novio, sonriéndome, besándome y entrando juntos de mano a esta casa, luego recordé toda nuestra vida juntos y lo felices que habíamos sido aquí. Mi corazón se aprieta al saber que después de tanto tiempo no me olvida, ni a mis flores favoritas y aún visita nuestro lugar. Fue el mejor esposo y compañero que pude tener, acaricio la foto y con una mezcla de sentimientos dentro abro mi boca para leer en voz alta lo que decía la foto.

- Sin dudas, este es nuestro destino -leí - Caronte y Sharon.

El cosquilleo de una lágrima me hizo saltar a la realidad, yo ya hacía 8 años que había fallecido en el mismo lago donde ví a aquel anciano hoy.

Entre tulipanes y melodías Donde viven las historias. Descúbrelo ahora