CAPÍTULO 2

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Harry contemplaba incrédulo el diario de tapas color azul, lleno de toda clase de fantasías íntimas, sorprendido de que algo tan personal y revelador hubiera llegado a parar a sus manos... en el mercadillo que solían organizar los vecinos del complejo de apartamentos en el jardín central.

En cuclillas delante de una caja llena de libros de cocina y algunas novelas, de espaldas a los demás residentes que curioseaban el resto de los objetos puestos en venta, abrió el diario.

El nombre de Louis Tomlinson estaba escrito en la portada, junto con una fecha de sólo tres años de antigüedad. Aspiró profundamente y, cediendo a la curiosidad, empezó a leerlo. La primera entrada decía así:

La espera había terminado. Salió de las sombras para acercarse a la orilla del estanque donde aquel chico estaba nadando, con la luz de la luna recortando su silueta alta y esbelta. Era todo lo que había soñado en un amante. Una mezcla de malicia y sensualidad que quitaba el aliento.

Gloriosamente desnudo, el hombre se metió en el agua fresca y empezó a bucear hacia él. El corazón del joven se le aceleró mientras lo esperaba. Emergió muy cerca de su cuerpo. Su oscuro magnetismo lo cautivaba y fascinaba, sin inspirarle temor alguno.

— ¿Qué estás haciendo aquí? — susurró.

— Me has invitado, ¿recuerdas?

Sí, él lo había invitado. Muchas veces. Sólo que nunca había esperado que fuera.

— Eres una fantasía. Nada más.

— Tú me creaste — le tendió la mano —. Nademos juntos.

Consciente de que conservaba el completo control sobre aquella fantasía suya, aceptó su mano. El contacto de su piel desnuda resultaba maravillosamente excitante.

Sintió un delicioso calor en su entrepierna en el instante en que rozaron sus caderas. Un fuego líquido comenzaba a acumularse en su erección.

— Ahora cierra los ojos... Y siente — le dijo el hombre más alto al oído.

Ahogando un gemido de placer, sucumbió a la caricia de sus manos, a la sensación de sus labios en su cuello, descendiendo cada vez más. Anhelaba liberarse de sus inhibiciones. De sus reservas. Y con él sabía que no las habría...

Atravesado por una punzada de deseo, Harry cerró el libro. Una sonrisa asomó lentamente a sus labios. La presencia del diario cargado de fantasías íntimas en un mercadillo de objetos usados sólo podía explicarse que Louis había tenido un descuido al dejarlo ahí. Un descuido del que Harry estaba decidido aprovechar.

Lo que en aquel momento tenía en sus manos era una verdadera ventana abierta al interior de su vecino Louis Tomlinson, el hombre que tanto se esforzaba por ocultar el fuego y pasión que, con toda seguridad, latía bajo aquella apariencia. No, Louis no había conseguido engañarlo, y ahora tenía la prueba de ello. Por fin, conocía su secreto.

Volvió a guardar el libro hasta el fondo de la caja, puso unos cuantos libros encima y miró de reojo a Louis.

Su relación había comenzado como un simple flirteo debido a un equívoco del cartero, para convertirse en una recíproca atracción que él se empeñaba en seguir negando. Para Harry, en cambio, había derivado en una verdadera obsesión. Ahora, sin embargo, empezaba a tener esperanzas.

Tras atender a una de las vecinas, Louis se puso a charlar con una joven madre, que llevaba un bebé en brazos. Los rayos de sol que penetraban a través de los árboles dibujaban un halo dorado en torno su cabello. Llevaba una camiseta blanca que a contraluz semitrasparentaba, dejando ver el esbelto cuerpo bajo la tela, y unos pantalones cortos azul marino que enfatizaban sus torneadas y bronceadas piernas.

FANTASÍAS (LS AP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora