Llevamos casi cuarenta minutos subiendo cuesta arriba una pequeña montaña que hay a las afueras de la ciudad. Le he preguntado un par de veces a Manuel si de verdad haría todo este trayecto solo para que viéramos las luces navideñas desde el punto más alto y el parece no guardar esfuerzos para que esto suceda.
- Ya nos queda poco- avisa empezando a desacelerar el coche para realizar una curva.
Yo miro con cautela una de sus manos firme en el volante, mientras con la otra, el acaricia mi muslo. Su rostro está poco iluminado todavía, no hay ningún coche en los alrededores, ni ninguna casa, ni ninguna tienda, solo árboles y alguna que otra farola a lo lejos, aún con la falta de luz en el ambiente destacan sus rizos que parecen estar, como siempre, inquietamente perfectos, algún que otro mechón se cruza con otro haciendo que se vean casualmente ordenados.
Él aprieta un poco mi muslo y entonces percibo que me está hablando
- ¿Me has escuchado?- dice con una voz tranquila.
- Más o menos- asumo haciéndolo sonreír con leveza.
Manuel muerde su labio inferior mientras sacude levemente la cabeza para reírse y de pronto yo me derrito antes mismo de encontrar su mirada.- ¿Que era?- pregunto intentando apartar mis pensamientos de mi camino.
Él aparta su mano de mi pierna, haciéndome echar de menos su toque, y entonces apaga el coche
- Hemos llegado- yo miro hacia delante, por primera vez en unos cuantos minutos y me asombro con la belleza de lo que veo, toda la ciudad se ve minúscula, solo destacan los varios puntitos de luz.
- Es precioso- admito aún embobada.
- No tanto como tú- proclama él haciéndome girar la cabeza para otra vez encontrarme con su rostro, ahora muchísimo mejor iluminado y muchísimo más centrado en mi. Yo lo beso, porque es todo lo que quiero hacer ahora mismo, no quiero hablar ni mirarlo un segundo más, mi cuerpo se lanza solo hacia el suyo y yo no pienso evitarlo.
Él me besa de vuelta, y pone su mano justo detrás de mi cabeza, yo pienso en separarme de él para seguir con su plan original pero al contrario, lo beso aún más fuerte y juego un poco con su lengua antes de morderle con suavidad el labio inferior. Por un momento pienso que me estoy excediendo y que tal vez esto me este calentando más de lo que debería, pero entonces él tira de mi pelo mientras vuelve a basarme con incluso más agresividad que antes.
Yo, que ya estaba sin zapatos, por el viaje largo, paso con cuidado hacia su asiento, para sentarme delicadamente sobre él, evitando el roce extremo entre su piel y la mia. Mientras nos besamos una y otra vez yo cuido que no se me suba el vestido que me he puesto hoy, es algo ajustado al cuerpo y más corto de lo normal.
- Déjalo subir- ordena con una voz un poco más firme mientras me agarra la mano.
Yo frunzo el ceño, intentando entender lo que quiere decir
El señala con la mirada mi culo, que ya está casi descubierto, y nada más suelta mi mano, la lleva hasta ahí, terminando de subirme el vestido hasta la cintura.
En el acto termino de sentarme del todo sobre el, para solo entonces sentir como palpita su erección desde su pantalón.
Al sentirlo, me meneo sobre él mientras busco el botón que reclina el asiento, dejando casi entero bajado.
- ¿Vas a follarme aquí?- pregunto con lujuria mientras le abro el zíper del pantalón
- Aquí y ahora- responde tirando de mi vestido hacia abajo, rompiendo ambas tiras, casi que simultáneamente, dejando al descubierto también mis senos.
En un movimiento rápido, yo diría que incluso profesional, el consiguiente librarse de las barreras que separaban a su miembro de mi, al verlo tan erecto, hice mis mayores esfuerzos para echarme a un lado y posar mis labios sobre él, colocando mi mano en la base de su pene para evitar atragantarme con él. Mientras lo chupo con agresividad siento como su mano azota sin piedad mi culo, haciéndome gemir con la boca llena. Yo lo miro a los ojos, todavía mientras relamía el tronco de su miembro y el me da un condón ya abierto, yo lo recojo y despacio como nunca, se lo pongo usando la boca, apretando los labios mientras bajo por él y usando la lengua mientras volvía a subir.
- Ven- dice jadeando mientras tira de lo que queda de mi vestido, que ahora más bien parece un cinturón.
Yo me siento sobre él, frotandome contra su erección mientras lo beso con intensidad.
- Joder- murmullo cuando el besa mi cuello a la vez que pellizca mis dos senos con sus manos. En un acto desesperado yo misma me lo meto dentro, solo apartando hacia un lado mi tanga ya húmedo y haciéndolo soltar un gemido grueso, que contrasta con el mío, que es tan agudo que parece inhumano.
Yo empiezo a moverme de arriba a abajo, de un lado al otro, haciendo círculos sobre él, mientras su mano sujeta firme mi cintura.
Yo apoyo mi palma en su pecho, intentando recuperar el equilibrio y cuando lo hago, propositalmente, el empuja hacia arriba la cadera haciéndome deslizar más rápido sobre él. El choque de su piel con la mia empapa aún más su miembro que ya estaba muy mojado antes, haciendo con que cada estocada nuestra produzca un sonido húmedo que ecoa en el coche.
Yo me empiezo a mover más y más rápido, dando sentones largos y algo dolorosos que causan cada vez más placer gracias a la fricción de mi ropa interior con mi piel.
Él vuelve a tomar el control de mi cuerpo acelerado otra vez sus movimientos contra mi, haciéndome jadear y girar los ojos una y otra vez.
Ya siento como toda la sangre de mi cuerpo baja a mí vientre
- ¿Cuánto me quieres?- hago el esfuerzo de preguntar
- Mucho- responde casi automáticamente
- Entonces- me detengo para soltar otro gemido eminente - Entonces dejame acabar ya- pido a centímetros de él
- No- dice tirando más fuerte de mi - Todavía No
Yo siento como podría explotar a cualquier momento
- Por favor - Vuelvo a pedir, casi suplicando
- Aguanta un poco más- es una orden, una orden que pienso acatar, pero no deja de sonar como un pedido sincero.
Yo sigo moviéndome a la misma velocidad pero con más fuerza, con rabia, con ganas de echarme a gritar ya.
Su mano sube por mi cintura, se para en mis senos, los acaricia y vuelve a bajar hacia mi culo, para agarrarse a el y hacerme moverme aún más rápido.
Yo lo miro suplicante y el sonríe con tanta malicia que ya no parecía el chico dulce con el que había llegado aquí.
- En cuanto cuente tres- avisa y yo lo agarro ansiosa.
-Uno- dice despacio aunque está perdiendo el control de su respiración.
-Dos- tira otra vez de mi vestido, acercándome a un más a él, para escuchar de manera más fuerte el ruido de nuestros jadeos juntos, haciendo que mis piernas empezarán a temblar repetitivamente.
-Tres- Casi no lo pronuncia entre el gruñido que suelta en mi oído. Mis piernas tiemblan todavía más y por fin, siento como mi visión se nubla en placer, haciéndome contorcerme sobre él, entre varios gemidos saturados.