28 - Bienvenida a la fiesta (Continuación)

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La llevó hasta una mesa cercana, donde le indicó con amabilidad su asiento y la ayudó a acomodarse. Era agradable ver a una de las personas que la trataba como si fuera una molesta piedra en su zapato, desvivirse frente a los demás por atenderla, por mostrarle al público cuan cercanas supuestamente eran. Aylah entendía que todo esto era puro teatro, pero Jelna lo dejó aún más claro cuando le dijo algo al oído, lo suficientemente bajo para que ella lo oyera:

—Si lo arruinas de alguna manera, juro que te arrepentirás —susurró con una suave pero amenazante voz.

Aylah lejos de sentirse intimidada solo le sonrió con inocencia. Ella no daba nada de miedo, no era ni de cerca alguien que mereciera ser temido. La única persona que podía desencadenar esos terribles sentimientos de odio, repugnancia y debilidad era Ellies o quizás el conde. Ella era solo un pequeño perro ladrando sin la capacidad para morder, haciendo más ruido que acciones reales.

Las conversaciones volvieron a correr fluidamente mientras ella miraba de reojo a su alrededor. Ellies había sido totalmente acaparado por un grupo de molestas jóvenes, que parloteaban revoloteando a su alrededor como pegajosas moscas. Esto al menos lo mantendría alejado por un rato.

Un par de jóvenes se acercaron acaparando su atención de improvisto. Ambos hicieron sendas reverencias dirigidas a ella. Aylah les sonrió a modo de bienvenida mientras Jelna, desplegando una dudosa amabilidad los invitaba a sentarse con un gesto y amables palabras.

—Te presento a Daren y Lynne, hijos del marqués de Jirshey. Realmente es un placer que nos acompañen el día de hoy.

Lynne era una hermosa joven mujer cuyas curvas eran imposibles de ocultar incluso bajo el glamuroso vestido verde esmeralda que usaba. Sus ojos del mismo color combinaban perfectamente con su atuendo y su cabello castaño claro, estaba recogido en un elaborado peinado lleno de brillantes esmeraldas. Llevaba hermosas joyas a juego en su cuello y manos, mostrando su riqueza de manera extravagante. Su hermano Daren, era a su vez increíblemente apuesto y su ropa también resaltaba las cualidades de su cuerpo, provocando que cualquier mujer quedara flechada al instante sin remedio. Aunque sonreía de manera amigable, Aylah no pudo evitar sentir que la mirada en sus ojos verdes estaba llena de un total y profundo aburrimiento. Tal vez era su impresión, pero el hombre no parecía querer estar aquí.

—El placer es todo nuestro —dijo Daren tomando la mano de Aylah de improvisto y plantando un suave beso en el dorso. Sorprendida por el gesto, tragó en seco al ver aún más de cerca su hermoso rostro. Parecía estar acostumbrado a hacer este tipo de cosas, parecía ser un hombre muy ligero de sentimientos. Alguien capaz de conquistar a las mujeres solo con su aspecto.

—Por supuesto que sí, es increíble que pueda conocerla en persona —dijo Lynne mientras su hermano con cortesía le ofrecía un asiento— Es tan emocionante verla, como el conde la cuida tanto hay personas que aún no creen que haya despertado.

Aquí tenía toda la confirmación que necesitaba. Aún la noticia de su despertar se mantenía bajo una cortina de humo que el conde había desplegado de manera magistral. Mientras nadie confirmara que la había visto, seguiría siendo una leyenda, un mito. Una historia de fantasía para ser contada a los niños a la hora de dormir.

Miró a su alrededor nuevamente, sonrisas hipócritas afloraban por doquier. Sus máscaras eran absolutamente perfectas, estaban como aves de rapiña. Esperando, acechando a ver que rumor podían atrapar entre sus filosas garras para difundir más tarde. Algunos se acercaban a cada rato para presentar sus respetos, pero nadie se sentaba en su mesa. Esto era clara demostración de poder, había una fina línea invisible trazada. Todos conocían sus límites y su lugar, en esta mesa estaban sentadas las personas más importantes e influyentes de la fiesta.

Destinada a renacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora