XXXIV

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Emma

Estaba por terminar de subir las escaleras cuando sentí que alguien me tomo de la muñeca y me dio la media vuelta, los brazos de Adam me rodearon el cuerpo, sentí como podía su rostro en mi cuello, me estremecí cuando escuché como soltaba algunos ligeros sollozos.

Hice lo mismo, lo rodeé con mis brazos y puse mi rostro en su cuello, como él se encontraba dos escalones abajo encajábamos a la perfección. También se me hizo imposible no llorar, no dije nada, sabía que él tenía que desahogarse.

—Tengo miedo —dijo Adam sin separarse.

—¿A qué le tienes miedo? —Pregunté.

Adam se separó de mí y me miró a los ojos, con ayuda de la luz de una lampara pude verlo, tenía los ojos rojos.

—En perderte.

Abrí ligeramente la boca al escuchar aquello, me tomo desprevenida, nunca me imagen escuchar aquellas palabras provenir de la boca de Adam. El viento soplo con gentileza, no sabía que decir, si no fuera por el sonido de los autos que pasaban, estaríamos en silencio.

—¿Lo estas diciendo enserio? —Pregunté, vi como Adam frunció el ceño.

—Sí, ¿Por qué mentiría con eso?

—Porque en estos días no lo has demostrado.

Adam agacho la mirada, nada me detenía y me podía dar la media vuelta e irme, pero tampoco quería ser grosera, después de ver a Adam de esa manera, sentía que dejarlo de esa forma no era una buena idea.

—Está bien —dijo Adam al voltearme a ver—, por favor solo escúchame.

Adam se sentó en uno de los escalones, así que yo me senté a su lado, él sacó su cajetilla de cigarro la miro por un momento como si dudara de lo que estaba haciendo, pero al final saco un cigarro y el encendedor, lo prendió y le dio una calada, posterior dejo escapar el humo, agradecí que el viento soplaba hacia otra dirección, así que no me golpeaba el humo.

—Es cierto lo que dicen de mí —dijo Adam después de darle una calada a su cigarro—, creo que ya lo suponías.

—Sí —contesté, desde hace tiempo me hice la idea de que él estaba involucrado en ese mundo.

—Así que te voy a contar del cómo me involucre en todo esto —Adam dio un suspiro antes de seguir hablando—. Mi padre fue quien nos metió en este mundo, él empezó a vender mariguana, coca u otras cosas que le mandaban, poco a poco fue “ascendiendo” —Adam hizo comillas con los dedos de la mano—, hasta que llego a ser dueño de una plaza, la cual es el sur de la ciudad. Él se convirtió en uno de los mejores, y como sabrás con ello llegan los enemigos, mi padre tuvo bastantes al grado que lo mataron.

Adam respiro hondo, como si intentara de quitarse el nudo que tenía en la garganta.

—Sabía que tarde o temprano mi hermano y yo nos íbamos a tener que hacernos responsable de su "negocio", yo agradecí que soy el hijo menor, y que mi hermano se iba hacer cargo de todo eso, yo solo deseaba poder irme antes de que eso sucediera, pero mi padre murió cuando tenía dieciocho años, y como sabrás, a esa edad es muy raro que tengas estabilidad económica como para hacerte cargo de pagar una renta o tu propia comida, yo dependía de mi padre, así que también tuve que trabajar junto con mi hermano, ya que él me dijo que no se iba hacer cargo de mí.

»Sé que no es una excusa, pero no tenía otra forma de poder salir adelante y no tenía ni siquiera en donde vivir, las casas que tenía mi padre la gran mayoría se las dejo a mi hermano y las otras nos la dejo a ambos, pero mi querido hermano me dejo en claro que si quería vivir en una de ellas le tenía que comprar su parte —se rio amargamente—, no me quedo de otra que aceptar trabajar junto con él, no tenía otra opción, o más bien, fue la única opción que vi en el momento, así que empecé a vender drogas y hacer otras cosas.

—¿Qué cosas? —Aunque le prometí que no iba a preguntar, tenía que hacerlo.

Adam apretó la mandíbula mientras que miraba las manos que jugaban por el nerviosismo. Hasta llegue a pensar que no me iba a contestar.

—En golpear a personas que le deben dinero a mi hermano —contestó sin siquiera mirarme.

Sentí como un escalofrío recorrido mi cuerpo, esa era la razón por lo que las personas decían que Adam estaba involucrado en peleas, con eso confirmaba todo lo que decían sobre él. En mi mente me llegaban otras dudas, ¿Qué más era capaz de hacer?

—¿Has matado a alguien? —Pregunté sin pensarlo dos veces, la pregunta me salió de forma involuntaria.

Adam me volteo a ver con el ceño fruncido, abrió la boca ligeramente como si aquello le hubiera sorprendido, tal vez no se esperaba mi pregunta.

—¡No! —Exclamó, tomó aire antes de seguir hablando—. No sería capaz de hacer algo semejante, aunque él me lo pidiera, o quien sea. Estoy buscando la forma de salirme de eso, pero es algo muy difícil que llegue a suceder.

Empecé a temblar, tal vez era por el viento frio que soplaba o por todas las cosas que Adam me había revelado, él se dio cuenta, así que se quitó su chamarra y me la puso sobre mis hombros.

—Creo que es hora de irnos, no quiero que te enfermes —dijo Adam al ponerse de pie.

También me puse de pie y caminamos en silencio, no sabía que decir después de todo eso, aunque yo ya tenía una sospecha a lo que se dedicaba, de alguna manera me llego a impresionar y a preocupar todo lo que imprecaba estar con una persona así.

Adam todo ese tiempo se había portado como una de las mejores personas conmigo, pero no sabía a ciencia cierta como era con las demás personas, y en un cierto punto me preocupaba, en tan solo pensar que, si llegamos a tener una relación y él se ponía celoso con alguien, ¿sería capaz de golpearlo?, era algo que me aterraba en tan solo pensarlo.

—¿En qué tanto piensas? —Preguntó Adam sacándome de mis pensamientos, no me había dado cuenta de que ya habíamos llegado a la casa de mis abuelos.

—En nada —contesté, él se me quedo mirando a los ojos como si estuviera buscando alguna respuesta, me quite su chamarra para entregársela y de una forma desviar mi mirada de la suya—. Toma, está haciendo bastante frio y creo que con el viento golpeándote va a ser terrible.

Adam la tomo y se la volvió a poner.

—¿Nos vamos a volver a ver? —Preguntó Adam, desvié la mirada, no tenía idea de lo que iba a suceder, pero no me quería apresurar a todo.

—Tengo que pensarlo —contesté, al volverlo mirar, pude notar una pizca de dolor en su rostro.

—Entiendo, cuando tengas una respuesta me llamas o me mandas mensaje, prometo que ahora si voy a contestar.

Sonreí de lado, pero era más un gesto de melancolía, como nos encontrábamos separados por pocos centímetros, él se acercó y me abrazo, yo se lo respondí al momento de rodear mis brazos en si torso.

—Te quiero —escuché susurrar a Adam después de que me diera un beso en la frente.

Me quede estática, era la primera vez que escuchaba a Adam decir aquello.

TRES MESESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora