El amor de una madre

479 24 5
                                    

"El arbol plantado como regalo de su esposo es el mas grande cerezo que ha visto, aun mas majestuoso que el de la casa Usuba. Lo acompaña un hermoso arroyo con apariencia rustica con flores de pradera y pequeñas libélulas y abejas revoloteando.
Era una tarde tranquila de primavera y detras de aquel arbol, se encuentra Kiyoka hablándole a algo...

-¿Que sera? Kiyoka-san esta perdiendo la cabeza?
Miyo se iba acercando de a poco al árbol que le daba sombra a su esposo y al ser desconocido pero da un salto a ver las pequeñas figuras que descansan en las piernas de Kiyoka.

Dos pequeños bebés descansan somnolientos, sus rostros y rasgos son la combinación perfecta de ella y Kiyoka. Cabello castaño, piel de algodon y mejillas rosas que provocan el impulso de apretarlas. Kiyoka nota su presencia y le sonrie."

Miyo despierta sola y sorprendida en su habitación matrimonial cuando se da cuenta que todo era un sueño, instintivamente se toca el vientre... Acaso fue su poder que se activo involuntariamente o es un deseo que manifesto su subconsciente? Ella deseaba darle hijos a Kiyoka, es su deber como esposa y no queria defraudarlo.

-No estoy embarazada, es muy pronto...
Se decía para si misma, poniendo en duda sus mismas palabras, mientras se cruzaban por su mente las actividades realizadas con su esposo en los ultimos 6 meses. Juntos habian descubierto la placentera vida matrimonial y cada noche o tarde a solas era una nueva experiencia y empezó a pensar que un embarazo tan imposible no lo era.
Esto era lo que temía de su Don, soñar cosas sin contexto y sin saber si son acontecimientos proximos o solo sueños sin significado.

-No puedo guardarme esto, debo contarle a Kiyoka pero si es solo un sueño? No quiero crear falsas expectativas e ilusionarlo con la llegada de un posible heredero...

Esperare un tiempo.

Miyo seguia haciendo su vida normal, asumió que solo fue un sueño pero no pudo dejar de pensar antes en que haria ella como madre.
Nunca tuvo el ejemplo de una madre, solo tiene recuerdos vagos de la suya y la Señora Saimori era todo lo que ella no queria ser como mujer y como madre... Entonces, como sería una buena madre si no se como es una? Fuyu tampoco es un buen ejemplo, si mis hijos actuaran como Kiyoka y Hazuki, me romperian el corazón. Pero pensar en un ser que es la mezcla perfecta entre ella y su amado, le llenaba el alma. Solo me queda esperar.

1 mes después, Kiyoka y Miyo fueron invitados por Hazuki a pasar la tarde previa a navidad. Miyo casi arrastro a Kiyoka para ir, preparo múltiples postres y estaba muy animada a diferencia de su esposo que siempre acudia a regañadientes, aunque después de ver el banquete se le pasaba.
Ya que el invierno ya se dejaba sentir, estaba usando su abrigo del invierno pasado, el que le hizo notar que habia ganado algo de peso extra aunque no era de extrañar, porque con Kiyoka en retiro, cada vez eran mas las horas compartiendo y comiendo delicias preparadas por ella.

Llegando a la mansión Kudo, fueron recibidos por los sirvientes y Hazuki que hacia de anfitriona para luego acercarse a la salita a intercambiar saludos con su familia y algunos amigos que habian sido invitados. Al ver a Arata como invitado recurrente, hizo que ella y Kiyoka se miraran complices, cada vez que Hazuki planeaba una junta formal o casual, el se encontraba junto a ella como invitado, aunque solo fuera un pequeño almuerzo. A Kiyoka que no molestaba del todo, para el eso significaba que dejaria de revolotear alrededor de Miyo todo el tiempo. Kiyoka posesivo era algo que no dejaba de darle ternura.

Tomo levemente la mano de su amado y le dijo que iria a echar un vistazo al nuevo invernadero de la mansion. Miyo camino por unos pasillos familiares para ella, cuando empezo con un leve mareo. Se apresuró al llegar al invernadero para tomar asiento en una de las bancas instaladas cuando se topo con su suegro.
-¡Miyo! Que esplendido verte, te pasa algo? Estas como si hubieras visto un fantasma.
Su suegro con real preocupación la miro tratando de buscar algo en su rostro.
- Hola, suegro... Solo fue un pequeño mareo, camine muy rápido y tuve una mañana un poco ajetreada pero nada mas. Tratando de no preocuparlo, se paro a contemplar la exquisita selección de flores y plantas que ella misma habia elegido para la nueva estructura.
-Como han ido las cosas con mi pacato hijo? No es que sea chismoso, solo me preocupa.
La expresión de verdadera preocupación en su atractivo rostro la conmovió, no es algo que se vea siempre.
-Estamos bien, no hay de que preocuparse. Miyo le sonrio al responder, cuando de un momento a otro empezo a ver lejano a su suegro y colapso sin mas.

Kiyoka fue el primero en ver correr a uno de los sirvientes sin razón cuando al poner atención escucho los gritos y tos de su padre pidiendo ayuda. No pudo pensar en nadie mas que en Miyo y no la tenia en vista...
-¡Miyo! Kiyoka gruño y corrio al invernadero como si lo siguiera el diablo para encontrarse con Miyo en el suelo con su padre a su lado sosteniendola.
Kiyoka toma a Miyo en sus brazos y la mueve para que despierte, su horror se incrementa con cada segundo que pasa pero Miyo empieza a abrir sus ojos para encontrar los de Kiyoka mirándola con terror.
-...Que me su-sucedio...? Miyo reacciono al instante y trato de pararse.
-Miyo quédate quieta, te desmayaste. Nos vamos.
-Para dónde vamos? Si ya estoy mejor!
-Dios santo... no discutiré eso contigo, tu rostro no me dice que estes bien, Miyo.
Nadie de los presentes se atrevio a contrariar a Kiyoka, se despidieron y con énfasis en la salud de Miyo los dejaron marcharse.
Llegando en silencio a su hogar, Kiyoka tomo en brazos a Miyo para dirigirla a su habitación mientras ella protestaba.
-Kiyoka puedo caminar, por favor bajame...
-Miyo, conozco tu imprudencia si se trata de tu bienestar asi que no me discutas.
Kiyoka con toda la calma que reunió le contesto a Miyo pero estaba asustado. Hace tiempo no veia Miyo así de débil y esta vez no se debía a su Don.
-Viene el medico en camino, llamare a Yurie para que vuelva. Te quedaras en cama hasta que te vea el medico.
-Kiyoka, es navidad... Ya estoy mejor, puedo esperar a mañana. Kiyoka guardo silencio, no quería ser desagradable con Miyo y sus insistentes protestas.

Miyo aguardo en su habitación al médico, con Kiyoka vigilandola como un aguilucho a su presa. Hasta preocupado era hermoso, no podia enojarse con el por ser sobreprotector, ella también tiene culpa de su forma de ser. El medico ya conocido de la familia Kudo llego y pidio privacidad para la paciente, sin antes recibir la mirada asesina de Kiyoka.

-Muy bien, señora Kudo... Ha tenido sintomas extraños aparte de lo ocurrido hoy?
-Ehhh... No, tengo buen apetito, duermo bien, solo hoy presente mareos...
El medico procedio a realizar un examen fisico a Miyo, donde un signo lo hizo poner en alerta.
-Cuenteme, señora... Cuando fue su último periodo?
Miyo sintio que se caía a una zanja. Fue a mirar el pequeño calendario que guardaba en su tocador desde su matrimonio, uno de los muchos consejos de su querida cuñada. Vio que no marcaba su periodo hace casi dos meses. Como no se habia dado cuenta? Es casi todo el tiempo que Kiyoka lleva en retiro. Pero no lo puedo culpar a el por ser tan despistada.
El medico la miró y sonrió y fue rápidamente a llamar a Kiyoka que estaba aguardando a fuera como una fiera. El medico lo miro con una sonrisa pícara y continuo:
-Señor Kudo, ya encontramos "el problema", Señora, usted esta esperando un niño. Felicidades.

Ambos se quedaron mirando en silencio, el medico se despidió rápidamente para darles privacidad.
Kiyoka salto a tomar a Miyo en sus brazos y ella al breve contacto con su esposo, se echó a llorar.
¡Todo este tiempo lo supo pero no quería creerlo!
-Miyo... te amo. Gracias Gracias. Kiyoka tomo su rostro secando las lagrimas de su esposa con sus largos dedos y la beso tiernamente.
- YYo lo vi...te-te vi en mis sueños siendo padre pero crei que solo habia sido un sueño... Nunca pense que...
-Tu crees que nos tomaria mucho tiempo? A nuestro ritmo, Miyo.. eso no importa, te amo y te deseo, pero no pienses que te vas a librar de mi por estar esperando a mi hijo. Kiyoka se rio de una manera hermosa que le causo un calor en el vientre y esta vez ella lo besó en los labios.

A su lado, no tendría dudas ni miedos de ella siendo una buena madre. Ya sentia un amor incondicional por ese ser que estaba creciendo en su vientre, que a la vez es el fruto de su amor por Kiyoka.
Nunca habia recibido un regalo de navidad, hasta ahora que recibio el mas preciado y anhelado de todos. 🩷

El amor de una madre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora