Onew cerró su mano alrededor del hombro de MinHo, dándole un suave apretón. No se volvió hacia él; sus ojos estaban fijos en el TaeMin de aspecto muy muerto frente a él.
Su piel pálida era incómoda de ver, el toque azul de sus labios le revolvía el estómago, y el rastro de sangre que se escapaba de él era demasiado para soportarlo, pero MinHo no apartó la mirada. La horrible imagen se quemó en su mente, dejando una huella para siempre de la peor pesadilla de MinHo.
TaeMin muerto, no había nada peor.
—Y ya terminaste —murmuró JongHyun, deslizando su teléfono en su bolsillo.
TaeMin abrió los ojos y parpadeó hacia ellos.
—¿Sí?
Estaba tirado en el suelo del apartamento de MinHo. Apartaron todos los muebles para dejar un gran espacio en blanco y luego maquillaron a TaeMin para que pareciera muerto. Lo peor era la sangre, sangre de cerdo de verdad, que salía de una herida de bala protésica.
—¿Quién diría que una prótesis de Halloween podría parecer tan real? —dijo Onew.
MinHo asintió.
—Inquietantemente real.
—Sí, con un aspecto muy auténtico —dijo JongHyun.
MinHo resopló.
—Un poco demasiado auténtico si me preguntas.
—Tiene que parecer real, ¿de acuerdo? Tu chico juguete está bien.
—Chico juguete. —MinHo resopló. Miró a JongHyun; las cicatrices en su rostro eran mínimas, y Onew ya le había pedido que las convirtiera en un tatuaje, una rosa en su mejilla para recordarle su floristería.
TaeMin se puso en pie de un salto, se tambaleó y luego se aferró a su costado. Siseó a través de una ola de dolor, y MinHo lo estabilizó.
—Se supone que debes tomártelo con calma.
—Estoy bien.
MinHo deslizó su mano debajo de la parte inferior de la camiseta de TaeMin, encontrando la cicatriz con dedos suaves. No el agujero de bala, sino la cicatriz del cirujano donde había cortado a TaeMin para salvarle la vida.
TaeMin estaba deprimido, pero aún tenía su vida.
—Ojalá eso convenza a Jun-myeon —dijo JongHyun.
Onew asintió.
—O nos cazará como perros.
—Se lo enviaré en unos días una vez que haya dejado la ciudad, luego transfiero su parte de los 200K.
—Creo que MinHo y yo deberíamos tomar el cincuenta por ciento —dijo TaeMin, levantando la barbilla hacia JongHyun.
—Y creo que deberías mantener el hocico cerrado.
—Casi muero.
JongHyun señaló el suelo donde TaeMin había estado tendido momentos antes.
—Se supone que debes estar muerto. Es solo porque la polla de MinHo está interesada en ti que tú no lo estás.
—Cincuenta por ciento.
—Tu muerte aún puede seguir adelante si vas a ser una perra al respecto.
—No está pasando —dijo MinHo, tirando de TaeMin más cerca.
—Onew y yo podríamos matarte.
Onew arrugó la cara y levantó la mano.