HIJAS-PREFACIO

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Hoy llegó el día que tanto temí; el día en que perdí la fe. El día en que tomé la decisión de acabar con todo.

Si les contara lo que vi, quizá entenderían mi dolor. Desearía no contarles, pero por siglos yo me he quedado callada, guardando con silencio y dolor, todo el odio que ustedes se muestran, todo el odio que parecen tenerme.

Siempre siento dolor, porque constantemente me lastiman. A veces me cuesta respirar, otras veces siento que me quemo, algunas otras siento que arrancan un pedazo de mí. Pero aquel día pude sentir que ese dolor era diferente y quizá si lo hubiera ignorado como otras veces, todos ustedes se habrían salvado.

Aquella tarde sentí un calor abrazador que no cedía y aunque trataba de ignorarlo, no lo conseguía. Supe que, si me atrevía a presentarme en persona a aquel origen de mi dolor, mis ojos verían algo que de inmediato desearían olvidar.

Cuando llegué a aquella parte de mi bella amazonia en Brasil, el calor del fuego había consumido una cantidad infinita de terreno. Pude ver algunos animales que huían con terror del fuego, los ayudé como pude, pero algo más aparte de aquella atrocidad llamó mi atención. Algunos humanos forcejeaban y peleaban a pocos metros de mí. Por supuesto que ellos no notaron mi presencia.

A veces creo que si ellos supieran que yo poseo múltiples formas y puedo ser y hacer a mi voluntad en este lugar, tendrían más respeto hacia mí. Tal y como lo hacen con sus dioses que han inventado en todo este tiempo. La mitad de esas personas parecían nativos del lugar y los demás eran personas armadas que impedían que los primeros apagaran el fuego, aunque eso ya era casi imposible para ellos. De pronto los hombres con armas comenzaron a disparar a las personas buenas. Quiero pensar que lo eran porque intentaron ayudarme.

En segundos todo eran llamas, calor, sangre, cuerpos y una mirada vacía sin el mayor remordimiento por lo sucedido. Y no conformes con haber acabado con las vidas de aquellos nativos de la región, los hombres armados arrojaron los cuerpos al fuego para acabar con toda evidencia.

Quería que mis lágrimas salieran para provocar una tormenta, pero en esta ocasión no pude llorar. Estaba molesta, herida, decepcionada. ¿Cómo es posible que tengan la costumbre de llamarme "Madre"? Aunque parece un halago, me doy cuenta que eso para ellos no significa nada.

Fue ahí que lo supe, la especie humana debía desaparecer. Se matan unos a otros sin compasión, y si no los extermino pronto, acabarán conmigo y con todo

HIJASWhere stories live. Discover now