Hace ya tiempo que he venido planeando este momento, acabar con la humanidad.
Al principio me maravillaba por su rápida evolución, por como resolvían cada obstáculo al que yo los enfrentaba. Pero al pasar de los años, se volvieron más fuertes, más sabios y cada nuevo descubrimiento, cada nueva idea que surgía para mejorar su entorno, comenzó a destruirme lentamente.
Sin embargo, ahí estaba yo, diciéndome a mí misma: "Aleza, esto es tú culpa, tú los creaste así, ahora no es prudente arrepentirte de tu propia creación. Déjalos a su merced y verás que algún día entenderán". Pero como es obvio, eso jamás pasó, y ahora heme aquí, más decidida que nunca a terminar con ellos de la misma forma en que ellos lo han hecho conmigo, lenta y dolorosamente.
Lo sé, sueno terrible, vengativa y hasta malévola, sé que no todos merecen ese destino, pero si algo he aprendido de esa especie en particular conforme los he visto crecer, es que el mal pude emerger en cualquiera de ellos a la más mínima oportunidad. Son raros, viscerales, humanos, a fin de cuentas, y siempre se excusan a sí mismos por sus actos haciéndose creer a ellos mismos que lo que hacen está bien.
Es increíble como la mente humana puede llegar a convencerse a sí misma de hacer las peores cosas en nombre de algo que creen bueno y justo. Bueno y justo hubiese sido que ellos aprendieran a ser agradecidos, no pido mucho, jamás lo he hecho. Todos podían vivir en armonía con el hogar que les brindé, pero no, siempre fue más importante para ellos crear, crear a toda costa. Destruir para ganar, esa debería ser la frase que los defina como especie.
En fin, quiero contarles de mi plan, es un plan brillante, como yo misma, y no es que sea engreída, pero suelo tener ideas maravillosas cuando se trata de protegerme a mí misma de decisiones difíciles. Ya es bastante complicado saberme sola en esta tarea, ahora imagínense tomar la decisión de acabar con cientos de miles de millones de mis "hijos"; aunque todos lo son, hay cuatro en específico que quiero con mayor devoción y que tuve que crear para protegerme.
He tenido veintisiete años para ver todos los puntos fuertes y débiles de esta decisión, créanme que no ha sido fácil desprenderme incluso de una parte de mi esencia para poder darles a ellas el poder de hacer, pero no veía una forma diferente de hacer que esto saliera bien de una vez por todas.
Les contaré a continuación la historia de cada una. Las cuatro son sumamente especiales y las escogí de entre miles de millones, aunque no estoy segura de sí sabrán valorar aquel gesto o si me odiarán por ello.
Havana fue la primera, tenía cuatro cuando la encontré mirando por la ventana de la casa de su tía Molly. La había vigilado por meses, era una niña que cada noche se acercaba a la ventana de aquella vieja casa y la abría para respirar el aire fresco de la noche. Varias veces su tía la regañó por hacer eso pues al otro día la pequeña Havana amanecía con fiebre y tos por siempre someterse al viento helado de la noche.
Fue justo en una de sus enfermedades, cuando estaba realmente mal, que dejé entrar una gran ráfaga de aire a su cuarto y al respirar aquel viento tan puro y proveniente directamente de mi suspiro, deposité en Havana una parte de mí.
Havana sería aire y el aire sería Havana. Cuando estuviera lista podría controlar este primer elemento con una voluntad igual a la mía. Podría crear desde una brisa suave hasta el huracán más temido por los humanos. Ella jamás se dio cuenta, pero desde aquel día, jamás volvió a enfermar y jamás volvió a sentir los cambios de temperatura en su ser. Havana ahora era parte del todo.
Havana vivía aún a las afueras de Chicago junto a su tía Molly cuando cumplió los veintisiete años. Aquel día me mantuve expectante, pues este evento cambiaría su vida, sólo tenía que pasar, pero jamás me imaginé la forma en que sucedería.
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HIJAS
RastgeleLos humanos lograron lo imposible, hicieron enfadar a su madre. Lo que ninguno sabe es que hay entre ellos unas hijas predilectas, las cuales tendrán la tarea de encargarse de aquello que Madre, no es capaz de hacer.