Para el gran alivio de Bustos y Rana la persona que rascaba la tierra y ahora los ayudaba a salir era Mafe. Sin embargo más que alivio al instante Bustos comenzó a sentir preocupación. La expresión en el rostro de la chica era de algo muy parecido a la amargura, no soltó una palabra y su chaqueta estaba llena de sangre, simplemente los ayudó a salir en silencio mientras el hueco se llenaba de tierra y las piedras, heridas, volvían a cerrarse. Los dos caminaron hacia la salida, pero aunque Bustos intentó una broma sintió que hablaba solo. Ella solo caminaba al frente, con el cabello desordenado.
Cuando habló su voz sonó más grave y contenida, la misma que usaba cuando discutía con su madre.
—¿Dónde estaban?
Bustos supo instintivamente que algo le habría pasado en las flores, porque ella no se ponía así de la nada. Parecía muerta.
Los dos chicos salieron corriendo mientras él le explicaba que habían encontrado una especie de joya, un diamante líquido rojo en aquel túnel, habían sido atacados por las sombras de los supquas muertos y Rana había hecho que alguien de los perseguidores de otros mundos vinieran. Afuera la lluvia por fin había parado un poco y pudieron detenerse bajo las ramas enormes de un pino para tomar un respiro.
—¿Ese diamante que dices es parecido a esto?
Mafe alzó su mano derecha en el que aún estaba la daga. Bustos al instante se dio cuenta de que parecía hecha del mismo material que la esfera, el corazón bajo la tierra, con el mismo aspecto brillante coloidal. Se acercó curioso, pero Mafe quitó la mano y lo miró de una forma tan mala que creyó que estaba enojada con él.
—¿Qué pasa?
—Cuando toqué esta cosa casi me muero. Yo... no sé.
—¿Puedes acercarla solamente? Solo para ver— pidió Rana.
Mafe parpadeó dudando, pero entonces se quitó la chaqueta y extendió los brazos para revelar su camiseta llena de sangre. En el lugar donde debería haber estado la oreja de Julián Casablancas había un hueco. Luego extendió la mano, mostrando la daga.
—¡¿Rana no puedes sanarla?! Marica ¿a usted qué le pasó?
—Donde estaba eso estaba lleno de espinas, fue una mierda.
Rana revisó la daga y pidió que Bustos sacara el diamante líquido. En cuanto acercaron ambos objetos gemelos, ambos comenzaron a brillar y Mafe se retorció de dolor hasta quedar de rodillas. Bustos se acercó y la revisó. Empezó a echar espuma por la boca.
—¡Rana haz algo!
—No entiendo aún lo que son pero ahora que veo los dos parecen Misterios.
—¡Obviamente son un misterio pero ahorita nos encargamos de eso! ¿No puedes curarla?
—Es que no está enferma.
—¿Qué? ¿Y las heridas? ¿No las puedes sanar?
—No tiene heridas. Tocó un Misterio, un fragmento de magia bruta, sin moldear, producto de algún tipo de ritual muy oscuro para crearlo. Al tocarla le dio la forma que su mente quiso, pero ahora... el Misterio es una enfermedad para un solo cuerpo. Creo que está buscando liberarse al unirse con ese— señaló el diamante. —probablemente porque ambos fueron creados con el mismo ritual.
—Entonces hay que quitarle el cuchillo.— dijo él haciendo el amague de acercar su mano.
—Ni te atrevas a tocarlo. Podría pasarte lo mismo que a ella.
—¡¿Y qué se supone que le está pasando?!
—Algún tipo de destrucción psíquica. Una invasión mental. No sé, podría ser muchas cosas.
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Vórtices
FantasyLa vida de Sebastián Bustos da un giro de 180° el día en el que conoce a una rana parlante mágica y la ayuda a escapar de unos misteriosos sujetos. Juntos unirán fuerzas para emprender la búsqueda de un libro de hechizos capaz de hacer que la rana...