El Llamado

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Mi ser deambula en las penumbras de la inmensidad de la noche en busca de sangre, para saciar la sed y el hambre de mi condena, producto de llevar siglos sin poder ver la luz del día y con mi alma en pena.

Lo encontré entre las tinieblas de octubre, donde sale a flote mi ser verdadero, una noche diáfana donde más hago hechizos para conseguir hombres varoniles que calienten mi aposento, pero esta vez mis cartas predicen qué, un ser cubierto de sangre llegará para ser inmune a mis encantamientos, y entonces la luna límpida se oscurece con nuestra maldad. ¿Qué pasará en este halloween? ¿Quién es ese hombre que saborea su sangre mientras mira mis perlas cuando estoy invocando un aquelarre desnuda.

La noche diáfana con su luna roja me atrapó bañado en sangre de algún pobre desgraciado, y barahúndas voces en mi cabeza me condujeron al umbral de un viejo granero. ¿Que poderoso hechizo me codujo hasta ahí? Si nunca nadie ha podido hechizarme a mí. Profanando el lugar encuentro quien perturba mis pensamientos, con su cántico y desnudo baile, invocando al mismo infierno alrededor de una hoguera.

Me mira, tan pálido, el filo de su mirada traspasa mi cuerpo, mi cuerpo se vence al capricho de su voz, puedo verlo, es distinto, ha aparecido aquí después de danzar pidiendo, que mi apetito desquiciado sea saciado por un mortal, pero él no lo es... Su sombra palpitante me hace mojar mis labios por besarlo, se acerca helando mi cuerpo ¿Es un vampiro? Debí cometer un error, mi madre Lilith me la ha jugado, hay una adoración extática entre nosotros; mis mejillas son brasas ardientes, y el húmedo fuego empapa mi entrepierna, me toca, me besa, explora mi cuerpo como si lo conociera, sus ojos rojos son como el rubí, se abre el volcán de la lujuria, entonces me susurra:

—Malditª bruja ¿Quién te crees para hechizarme?

Su figura desnuda, su sangre caliente que recorría sus arterias y venas, al invocar tan fervientemente a alguien, que le acompañase en esta noche ardiente, eran una invitación a que la tomara de un mordisco. Al pegar mi cuerpo a su piel desnuda, mirando a sus ojos y su roja boca, su calor empezó a quemarme por dentro, mis colmillos se extendían mientras exhibía su cuello, mis frías manos recorrían su cuerpo, sentía como se endurecían sus pechos y la humedad que brotaba de su cuerpo... La luz naranja y tenue de la hoguera ilumina nuestros cuerpos entrelazados, el movimiento de la flama hace danzar nuestras sombras, mientras entre sus piernas me tiene aplacando su lujurioso apetito, exclamó:

-¡No era a ti a quien quería! ¡Serás mi esclavo por esta noche hasta que se levante el día!

Sin saber desde hoy seré tu espina, tan árido, te he convocado para que caigas ante mí mórbida llama, hazme tuya, sé mío, has clavado tus dientes filosos, y un frío lleno de mortaja me sucumbe, me eleva todas las terminaciones nerviosas, siento como un orgasmo barre mi raciocinio, un quejido se escapa de mi boca, entonces pronuncio las palabras finales:

«Encarcelate esta noche negra a mis pies, invoco a mi madre Lilith, porque ha venido a mí el elegido».

Tus manos avariciosas me hacen exhalar trémulos suspiros, cierro los ojos, me cargas y entrelazo mis piernas, siento tu hombría, bebés de mí con ahínco, mis piernas flaquean mientras mis caderas se mueven de forma sinuosa, siento una energía oscura que se apodera de mí, vociferas palabras:

—Eres mía, soy tuyo, en esta noche me has cazado, no quiero dar pelea, me dominas con tu voz, quiero una eternidad a tu lado.

Sintiendo el calor de tu averno del incandescente infierno, que se apoderó de tu cuerpo como si tuvieses a la misma Lilith dentro, tu llama me quema con cada movimiento de cadera, te monto en brazos pegando tu cuerpo a la rustica pared de madera y mientras sientes como entro en ti con mi vigorosa y fría hombría, percibes que tu sangre chorrea por tu cuello y pecho, a razón de mi estocada mordida.

—Ya eres mía y yo seré tuyo ¡maldita y dominante bruja! —Le susurraba al oído mientras de rodillas caía.

Cae a mis pies, y una sonrisa llena de maquiavelismo sale de mí, y lo marco con mi beso de bruja, él asiente embelesado. Beso su párpado izquierdo mientras pienso: «Mío serás», otro beso en el párpado derecho «Solo a mí mirarás» y por último en su tercer ojo «En tu mente siempre me tendrás». Nos hemos marcado, nuestro éxtasis llena la cópula de deseo por la que hemos esperado tanto, sucumbiste a los pies de una bruja que te hizo un llamado, te traje de donde deambulabas sin rumbo, y yo caí rendida para que bebas de mí perpetuamente, nada mundano puede compararse con la forma en que hoy siendo halloween nos hemos embebidos mutuamente, juntos siempre seremos eternidad en la desolada noche donde nos acobijamos. Tu vigor me pide a gritos, y mi lengua quiere hacerlo estallar, entonces me acerco, te poseo, y siempre quiero más, el llamado de esta bruja ha sido por fin escuchado, ahora somos uno solo, porque nos marcamos con un apetito animal.

Mile Morales"Dulce Cayena" (Colombia)
Pensamientos y letras - G.J.C (Uruguay)

El llamado de la bruja Donde viven las historias. Descúbrelo ahora