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Mi cuerpo se sentía incomodo por la posición en la que estaba. Intente estirarme, pero sentí un brazo rodeando mi cintura, abrí mis ojos asustada y mire a quien tenía a mi espalda. No me acordaba que Dante se había quedado a dormir, ¿Por qué lo deje? Bueno, se porque, pero ¿Por qué lo deje quedarse en mi cama? ¡¿Y DORMIR CON EL?!

Al menos aun sigues con ropa.

Inconscientemente, agacho mi cabeza para confirmar que aun siga con toda mi ropa y justo escucho una risa.

— Nunca te tocaría, no estoy tan loco como para eso.

Doy media vuelta para tenerlo frente a frente. Cuando lo vi tenía su sonrisita arrogante haciéndome enojar.

— Entonces ¿Porque me sigues abrazando?

Apenas se lo digo, quita el brazo y siento como me hace falta, pero ni loca se lo voy a decir. Se separa un poco, dejando nuestro espacio personal.

— Si estabas despierto ¿Por qué me seguías abrazando? Awwww, tanto me quieres cerca.

— No te abrazaba — su voz suena como un chillido al quejarse que me hace reí por lo debajo — Roncabas taaanto que pensé que te ahogarías, solo prevenía que te murieras y me echarán la culpa.

— Claaaaaaaaro y yo nací ayer.

— Por tu estatura al parecer, sí.

— ¡¿ME DICES PEQUEÑA?!

— Lo eres — toca la punta de mi nariz haciéndome sentir cosquillas en mi estómago, ODIO ESTE SENTIMIENTO.

— Tengo una estatura promedio, imbécil.

— Promedio de un elfo.

— Bueno al menos no estoy tragando aviones.

— Al menos no estoy más cerca del infierno.

Lo fulmino con la mirada y empiezo a lanzarle unos cojines, me siento mientras el intenta esquivarlos a lo que termina cayendo. Rio a fuertes carcajadas haciendo que el me devuelva uno de los cojines pegándome en todo el rostro.

Awwwwww, amo.

Cual Awww, ahg que estupido.

Me levanto por completo y me dirijo al cuarto de baño, me miro al espejo y hago una mueca al ver que parezco la niña del aro. Entro a la bañera y me relajo cuando el agua cae.

Al salir escucho unos ruidos en la cocina, frunzo el ceño y rápido voy a mi vestidor, me pongo una camisa ancha café con un estampado, que me llega a la mitad del muslo y unos chores de color negro que solo se nota el borde de ellos, ya que la camisa los tapa, por último, me coloco unos tenis blancos y unos accesorios de oro.

Salgo directo a la cocina y encuentro a Dante sirviendo dos platos con comida, solo esta con sus pantalones, su dorso esta desnudo, pero eso no es lo que me sorprende. Abro los ojos impactada cuando veo a nusita en su cuello durmiendo.

— Oye tu rata no me deja tranquilo.

— No es una rata, no la ofendas con los de tu especie.

— Gracias por el alago, Mily.

— No me digas Mily.

Lo único que recibo es una risita suya, nusita se baja y va directo a su camita, ruedo los ojos y miro con desconfianza uno de los platos que él sirvió en el mesón.

— No tiene veneno, tonta.

— Si lo tuviera me lo comería con gusto con tal de no soportarte más.

Mi cliché favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora