Capítulo 17

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La semana que siguió al desastroso retiro en el lago Wind, YoonGi se refugió en el trabajo para evitar obsesionarse con lo que había ocurrido. La página web de Perfecto para Ti estaba ya en funcionamiento, y recibió su primera consulta por correo electrónico. Se reunió por separado con Igor Orange y Yuqi, que no estaban destinados a enamorarse, pero habían aprendido algo el uno del otro. Jisoo Hong, el candidato de Parejas Yu que Jeongguk había rechazado, aceptó reunirse a tomar café con el ahijado de San Brunet. Desgraciadamente, Bill se sintió intimidado con su vestuario de Neiman y se negó a quedar con él de nuevo. A su puerta llegaron algunos jubilados que lo tuvieron ocupado más tiempo de lo debido, pero YoonGi sabía lo que era la soledad, y fue incapaz de rechazarlos. Al mismo tiempo, sabía que le hacía falta pensar a lo grande si pretendía ganarse así la vida. Examinó el balance de su cuenta bancaria y decidió que sólo le daba para ofrecer una fiesta con vino y queso a sus clientes más jóvenes. Se pasó la semana esperando que llamara Jeongguk. Que no lo hizo.

El domingo, después de comer, estaba escuchando en la radio temas clásicos de Prince mientras sacaba algunas compras de la bolsa cuando sonó el teléfono.

—Hola, patatito. ¿Cómo va todo?

Con sólo oír la voz de su hermano Yong, se sintió una inepto. Le visualizó igual que le había visto por última vez: rubio y guapo, una versión masculina de su madre. Metió una bolsa de zanahorias baby en la nevera y apagó la radio.

—A pedir de boca. ¿Qué tal las cosas por Lalalandia?

—La casa de al lado acaba de venderse por un millón doscientos mil. Ha estado en el mercado menos de veinticuatro horas. ¿Cuándo nos vas a hacer otra visita? Grigoriy te echa de menos.

—Y yo a él. —No del todo cierto, ya que YoonGi no conocía apenas a su sobrino. Su cuñada tenía al pobre crío tan abrumado con compañeros de juego y clases de refuerzo para niños pequeños que la última vez que había ido a verles le había visto dormido en su sillita la mayor parte del tiempo. Mientras Yong continuaba perorando sobre su fabuloso barrio, YoonGi se imaginó a Grigoriy apareciendo en su puerta como un fugitivo de trece años neurótico y lleno de tics, huido de su casa. YoonGi velaría por devolverle la salud mental enseñándole sus mejores trucos para vagos, y cuando él creciera hablaría a sus hijos de su amado y excéntrico tío YoonGi que había preservado su cordura y le había enseñado a apreciar la vida.

—Y escucha esto —dijo Yong—: la semana pasada sorprendí a Jul regalándole un Mercedes nuevo. Ojalá hubieras visto la cara que puso.

YoonGi miró por la ventana de la cocina al callejón en el que Bower se freía al sol como una enorme rana verde.

—Apuesto a que le encantó.

—Y que lo digas. —Yong siguió hablando del Mercedes: el interior, el exterior, GPS, como ella quería. En cierto momento lo dejó en espera para atender otra llamada: otro parecido con Jeongguk. Por fin, fue al grano, y entonces YoonGi recordó la razón principal por la que solía llamar YoonGi: para echarle un sermón—. Tenemos que hablar de mamá. He estado discutiendo el problema con JiHoon.

—¿Mamá es un problema? —Abrió un bote de dulce de malvavisco y le metió mano.

—Bueno, patatito, no se está haciendo más joven, pero tú no pareces reconocer ese hecho.

—No tiene más que sesenta y dos años —dijo, con la boca llena de dulce—. Un poco pronto para llevarla a una residencia.

—¿Te acuerdas del susto que tuvo el mes pasado?

—¡Si fue una sinusitis!

—Puedes quitarle importancia si quieres, pero le van pesando los años.

—Se acaba de apuntar a clases de windsurf.

—Sólo te cuenta lo que quiere que oigas. No le gusta dar la lata.

—Podíais haberme engañado. —Tiró la cucharilla sucia al fregadero con más fuerza de la necesaria.

—JiHoon y yo estamos de acuerdo en esto, y Ju también. Todo lo que se preocupa Seulgi por ti y tu... digámoslo sin rodeos.

«Eso, digámoslo.» YoonGi enroscó la tapa y metió el bote en la alacena.

—Esta angustia por tu estilo de vida, básicamente sin objetivos, le crea una tensión que no le viene nada bien.

YoonGi se obligó a pasar por alto la pulla. Esta vez no iba a dejar que sus palabras llegaran a afectarlo.

—Preocuparse por mí es lo que mejor le sienta a mamá —dijo casi con calma—. Estando jubilada se aburre, e intentar dirigirme la vida le da algo que hacer.

—No es así como lo vemos los demás. Siempre está estresada.

—Estar estresada es su forma de pasar el rato. Y tú lo sabes.

—Estás muy equivocado. ¿Cuándo te vas a dar cuenta de que aferrarse a esa casa le supone un dolor de cabeza que maldita falta le hace?

J M, HS D K [ggukgi]Where stories live. Discover now