En Enid un bello mundo lleno de criaturas extraordinarias, magia y seres únicos, un mundo creado por dos mestizos, Asmodeo, dios de la muerte, la crueldad y la lujuria, y Calíope, diosa de la vida, la prosperidad y la belleza. Un mundo dividido por dos grandes ríos llamados, Las dos Vías, que dejan al oeste la zona más boscosa y verde, mientras que al este nos encontramos con un gran desierto de arena, también conocido como desierto de corrupción. Pero las dos Vías no fueron creadas para separar la naturaleza, sino para separar a una de las razas de Enid, los elfos, seres de orejas puntiagudas, tez clara, rostro suave y siempre jóvenes, se enfrentaron entre ellos por un conflicto durante la tercera era de Enid, la era de la Vida, la tierra fue entonces dividida para dar paso a la era más oscura de este mundo, la era de los Bosques de Ceniza o también llamada era de Asmodeo y Calíope.
Actualmente Enid mantiene sus conflictos entre razas, sobre todo los elfos y los humanos, que se pelean por territorio o por razones, el resto de razas, no completamente pacíficas, pero si se mantienen un poco al margen, ahora durante la era de Obsidiana, los Aika, semidioses de la muerte y el destino, los Binala, semidioses de la vida y el tiempo, los Orrion, oráculos y controladores de maná, los Ilta o criaturas de las sombras, guerreros y asesinos sombríos y por último los enanos, fuertes y resilientes.
Enid vivía ahora una etapa complicada, se había llamado a la era con el nombre de obsidiana porque creían que eso la haría resistir a las guerras pero el mundo se movia, se movia de forma negativa, había conflictos por doquier, que los dioses parecían no poder controlar, pero eso no era correcto, Calíope trataba de controlar a los humanos con mensajes de paz o destruyendo la fertilidad de su tierra como castigo a sus pecados, pero Asmodeo por su lado no hizo nada, se quedó sentado en su trono de obsidiana, o al menos eso creían todos incluso su hermana, pero quizá si hubiese echado la vista al pasado sabría que cuando su hermano se quedaba quieto sin hacer nada, todo lo que hacía era todo menos quedarse quieto sin hacer nada.
Así pues Asmodeo se encontraba en las minas rondando por lo pasillos, ponía nerviosos a los enanos, daba vueltas sin cesar pensativo, con su pecho cubierto por primera vez desde hacía años, caminaba con una bata de un lado al otro, sin cesar, y cuando al fin los enanos no pudieron más uno de ellos, concretamente el capitán de la zona este de las minas,Akeak quien dijo en un todo calmado —mi buen señor, basta por favor, el ritmo de las minas baja por su culpa, la producción decae si nos distrae— Asmodeo le miró sin un ápice de emoción en su ser —¡Señor si no para le prometo que le clavaré mi pico en su delicada sien! — Asmodeo mostró emoción al fin, quizá no la esperada, el dios mestizo sonrío con malicia, y se marchó murmurando a la zona central de la mina, Akeak vio como se alejaba y mandó a los demás de la zona este al trabajo, él también volvió a trabajar, la mina estaba de nuevo en funcionamiento.
Asmodeo no estaba agusto, su soberbia le hacía sentir indefenso al no saber que hacer en esa situación, se planteó matar cientos de humanos y elfos gracias a soldados Itla como hizo durante la era de los bosques de ceniza, o quizá podía crear una pandemia o un desastre natural que arrasase con ellos como en la Era de la purga blanca, pero la realidad era que eso no le importaba, lo importante estaba ahí, acechando desde las sombras del mundo, y él lo sentía, al principio de los tiempos él ya sabía que ese día llegaría pero jamás pensó que tan pronto, y ahora se encontraba con la espalda en la pared, sin saber que hacer, se planteó tantas cosas, pero todas eran un suicidio, y creía que nadie, jamás en su sano juicio se plantearía algo así — nadie es tan necio— murmuró, pero de pronto sus sentidos le dieron una idea — necio...No quizá necio no, pero si no tienes nada que perder, nada por lo que vivir, que mas te da morir...— se levantó de golpe, se quitó la bata dejando ver su figura esbelta y marcada, el dios mestizo estaba en plena forma, y dejando ver una gran cicatriz blanca en su pecho, adornado con cinturones de piel de Hijack, y pantalones de la misma piel, se volvió a poner en marcha, Akeak le miró fijamente cuando le vio volver a entrar a la zona este de la mina, cruzó como un rayo hasta llegar a la parte oeste donde el capitán de los enanos, Ambok, casi fue arrollado, Asmodeo llegó al final de la mina y entró a una puerta cerrada, dentro del habitáculo habian cien, quizás doscientas, estanterías, repletas de libros, libros que por falta de espacio también se encontraban en el suelo, amontonados unos encima de otros, libros con un grosor de un mínimo de mil hojas, Asmodeo comenzó a rebuscar entre todos, rozando los lomos con las llemas de los dedos, sin necesidad de leer, solo por el tacto ya sabía lo que decían y pese a tardar logro encontrar ese libro tan ansiado, dispuesto a encontrar respuesta, se tiró al suelo, y dejó caer sobre sus rodillas el libro abierto, comenzó a ojearlo pero de pronto se dio cuenta, parte del libro estaba en blanco y eso no era posible, de hecho al fijarse mejor se dio cuenta de que solo había una palabra escrita «Minerva», Asmodeo supo que debía ir a las Ruinas de Minerva, al este de su hogar para encontrar respuestas, así que de nuevo cruzó las minas corriendo y aunque estuvo a nada de acabar con las vidas de muchos enanos no le importo.
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Hafren, Lore de Krunkam 1
FantasíaEn ese mismo instante un pequeño Orrion llamado Hafren partia de su hogar con sus amigos para enfrentarse a la mayor lucha del mundo, con sus manos pequeñas y una valentía imparable