Capítulo #3

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Cailean:
Cuando tengo a Susan a mi lado en el patio de armas decido presentarla oficialmente a mis hombres como mi esposa, su señora.

—Lady Susan MacLeod, mi mujer y su señora, espero que den su vida por ella como la dan por mi- todos hacen una reverencia—y la protejan como es debido—termino de hablar, no quiero que la presentación tome más tiempo del debido.
En seguida Hanz empieza a dar órdenes para partir.

—Hasta luego Arran—me despido de mi cuñado—nos mantenemos en contacto, no dudes en pedir mi ayuda si la necesitas.

—En caso de que la necesite te lo haré llegar, gracias.... Gracias por todo Cailean—nos damos un apretón de manos, con eso es suficiente para entendernos.

—Hanz, ven—llamo a mi hombre de confianza—quiero presentarte a mi mujer Susan, el en Hanz mi hombre de confianza—digo dirigiéndome a Susan—en caso de que yo no esté acudes a él.

—Un placer conocerte oficialmente Lady Susan—dice mi amigo a la vez que le besa la mano—las veces que te he visto han sido cuando veníamos a tratar con tu padre y nunca nos presentaron formalmente—Hanz cuando empieza hablar no se calla.

—El placer es mío.... Señor.

—Hanz, llámame por mi nombre de pila—le aclara mi amigo mientras que le guiña un ojo—Laird los hombres están listos para partir—dice una vez dirigiéndose a mi.
—Entonces partimos.

Susan:
—Entonces partimos—escucho que dice Cailean y algo se  mueve en mi pecho, dejo mi hogar, el lugar donde he sido feliz y plena, dejo a mi hermano, la única familia que me queda, por muy dolida que esté con él no me puedo ir sin despedirme, no sé si lo volveré a ver.

—Arran—lo llamo acercándome a él, se voltea y veo lágrimas en sus ojos—no sé porque tomaste esta decisión pero te quiero, te voy a extrañar tanto—digo y nos fundimos en un abrazo.

—Lo siento tanto Susan, pero créeme que todo debe ser así, jamás te haría daño, no intencionalmente—me separa de su cuerpo y me mira a los ojos—pronto entenderás todo hermana y espero que me perdones, pórtate bien, Cailean es un buen hombre pero con muy poca paciencia.

—Y yo soy experta en acabar con la paciencia de las persona—suspiro, eso decía padre.

Arran se ríe y me vuelve abrazar.

—Si ya terminaron, debemos partir—nos interrumpe Cailean.

—Quiero ir a caballo, la carreta para más tarde cuando esté cansada—le digo mirándole a los ojos, debo levantar la vista, ya que me saca tres cabezas aproximadamente—¿mi caballo?, lo quiero llevar conmigo—el tono que uso es más de una orden que de una petición pero no me importa, el aceptó casarse conmigo, que se aguante.

-Hanz, que alguien traiga el caballo de mi mujer, este también parte con nosotros.

-¿Algo más que desee señora?- pregunta dirigiéndose a mi.

-Así está bien corazón- digo para molestarlo, con un tono de niña pequeña, Cailean entrecierra los ojos y me mira de arriba a bajo.

-Cuida tus palabras esposa, o esa lengua durará muy poco en tu boca.

Me monto en mi caballo y cabalgo al lado de Cailean el primer tramo del camino, estoy triste, me estoy alejando de todo lo que conozco a un destino incierto y parece que a nadie le importa, Cailean no me dirige la palabra, solo habla con Hanz sobre unas ovejas que tienen que recoger en el camino y eso no ayuda a alejar los pensamientos que rondan mi cabeza.
No doy más, no puedo estar sin hacer nada un minuto más. Así que giro mi caballo y empiezo a cabalgar al costado de la carreta donde está mi cuñada.

Hasta el amanecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora