Los girasoles me recuerdan a ti.

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Había pasado una semana desde que roier me confesó lo de su quimioterapia, me aterraba la idea de pensar que aquel tratamiento fallara. Yo lo quiero, y mucho. Sin duda estar cerca de el me hace sentir bien, siento que juntos podemos lograrlo todo, que los errores no existen. Roier es como mi angel.

Lo esperaba sentada en el sillón de mi casa, aquel que está justo enfrente del televisor... Mis pensamientos fueron interrumpidos por el timbre de la casa, sabía que era roier, así que tome mi abrigo y abrí la puerta. Allí lo ví, con zapatos, pantalón y camisa negra y aún así brillaba más que la luna junto a las estrellas. Su hermosa sonrisa; alineada y brillante, con más valor que cualquier perla o diamante, sus ojos que deslumbraban vida, y su desordenado pero perfecto cabello; tan suave y tan brillante, incluso me pregunto si las nubes no sienten envidia de el.

Pues si, allí estaba roier con chocolate caliente, donas y un girasol. Lo saludé con un abrazo y un beso en la mejilla, apartandome de la puerta para dejarlo entrar. Me entrego el chocolate, las donas y el girasol, note que se sonrojaba-Esto es para ti, ví el girasol y pensé en ti-lo mire con una cara entre sorpresa y ternura, el prosiguió-Es tan vivo, tan colorido, siempre tan brillante, buscando la luz-dijo el mirando directamente a mis ojos. Sentí un calor recorrer mi cuerpo entero e instalarse en mi cara, las manos me sudaban incontrolablemente, mi corazón goleaba fuerte contra mi pecho y mi respiración se volvió totalmente irregular, eso había causado Roier con unas simples palabras.

-Gra... gracias Roier, que lindo de tu parte. Y-yo  puse algunas co... cobijas-Me aclare la garganta para seguir hablando, estaba haciendo el ridículo-Puse algunas cobijas en la terraza para recostarnos y no pasar frío-Hoy había un eclipse a media noche, y ambos nos pusimos de acuerdo para verlo juntos. El sonrió y asintió.

Subimos a mi cuarto hablando de cosas triviales, ambos reíamos, pero de pronto sentí como a roier le costaba respirar, su respiración agitada y sus ojos pidiendo ayuda... lo recosté en mi cama y me acerque a él, cuando sentí sus labios contra los míos. Si ponía atención podía escuchar ambos corazones latiendo en total sincronía, y aunque sus labios solo estaban puestos sobre los míos sin hacer ningún movimiento, era como sentirme en el cielo, salvada por mi ángel roier.

Nuestras labios se separaron, pero juntamos nuestras frentes. El sonrió y beso el dorso de mi mano y nos recostamos juntos, en aquella pequeña terraza a observar las estrellas y la luna, a esperar aquel amado eclipse, juntos.

cuando te conoci (Roier)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora