Capítulo 50.

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Caleb sigue aquí. Intentado convencer a Martina que le deje hablar conmigo. Discutiendo con mi madre. Intentando que yo le escuche.

No quiero verle. Por eso hace unos segundos me tumbé en posición fetal mirando hacia el otro lado. Porque no quiero que se dirija a mi, no quiero verle y no quiero que siga haciéndome daño.

-Hasta que ella no me diga que me vaya, no pienso irme. Me da igual que seas su madre, ella es adulta para decidir sola-grita.

-Cloe, dile que se vaya-me pide mi madre entre lágrimas.

Oír llorar a mi madre me duele en el alma, ya la he oído otras veces llorar hace tiempo por mi culpa, cuando pasó lo de Philip. Ella es demasiado buena y tiene demasiada empatía por el resto del mundo, lógicamente más por su hija. Sufre cuando yo sufro. Supongo que eso es lo que se siente al ser madre.

No tengo ya fuerzas ni siquiera para pedirle que se vaya. Quiero que lo haga, pero no voy a ser yo quien se lo pida.

-¿No estás viendo qué quiere que te vayas?-le pregunta mi madre.

-¿Y tú no estás viendo a tu hija? No sabe ni ella lo que quiere, está desorientada-dice.

-¡Por tú culpa Caleb!-grita Martina.

No puedo parar de llorar. Martina se sienta a mi lado en la cama y me acaricia la cabeza.

Caleb levanta a Martina del brazo en un ataque de ira y se sitúa delante mío. Yo cierro los ojos para no verle.

-Cloe por favor, háblame, dime algo, no soporto tu silencio.

Cuando noto las manos de Caleb en mis brazos abro los ojos impactada. Me intento alejar todavía más de él, retorciendo más en la cama hasta llegar al otro lado.

-¡Te odio!-digo por fin.

-Caleb, ya está bien, la estás haciendo más daño, por favor, tienes que irte. No va a soportarlo, por favor, vete-le pide Martina de buenas formas.

Veo por el rabillo del ojo como Caleb me mira y niega con la cabeza.

Caleb se intenta acercar otra vez a mi, pero mi madre le frena.

-No te lo voy a decir otra vez, sal de mi casa o llamo a la policía-dice mi madre.

-¡Me da igual! He venido hasta aquí para hablar con ella, no pienso irme.

-Vete, por favor, vete-le digo entre sollozos.

Caleb se queda mirándome. Si no supiera que en realidad es un egoísta y que sólo ha jugado conmigo, me atrevería a decir que veo dolor en sus ojos y en su expresión facial. Pero obviamente que no es dolor, a Caleb no le importa nada y mucho menos le importa el dolor que me está causando.

No sé como ha venido hasta aquí, no sé cómo ha conseguido mi ubicación y no sé en qué momento pensó que todo esto sería buena idea, pero no lo ha sido. Verle, me ha causado más daño todavía, verle me ha recordado todo lo que le quiero y todo el daño que ha provocado en mí el conocerle.

Caleb sale de la habitación y mi madre le acompaña. Yo me quedo desolada en la cama, abrazada a Martina.

-Es un cerdo y tú no te mereces todo esto-me dice.

-Me ha destrozado la vida Mar...-la digo.

Últimamente he usado ese diminutivo para dirigirme a ella, llamarla Martina ya me parecía demasiado formal para la clase de amistad que tenemos y a ella le gusta, lo veo en sus ojos cada vez que me oye llamarla así.

-Voy a ayudarte, vas a sanarte de todo esto-me dice.

Consigo relajarme un poco cuando vuelvo a escuchar otra vez gritos en mi casa. Caleb y mi madre siguen discutiendo. Les oigo desde la habitación, así que no deben de andar muy lejos.

-Caleb, ella no te necesita, la has destrozado todo lo que le había costado volver a construir-dice mi madre.

-Tu hija es feliz conmigo, sé que he cometido errores y que no me he portado con ella como se merece, pero quiero a tu hija por muy raro que te parezca. No soy un monstruo por mucho que ella ahora me vea como tal, Cloe me conoce y sabe que jamás la haría daño queriendo-dice Caleb.

Odio oírle decir que me quiere, odio que tenga los cojones de mentir a mi madre diciéndole eso.

-No la quieres. Si la quisieras no la habrías hecho todo lo que le has hecho. Sé perfectamente quién eres porque me han hablado de ti demasiado estos días y no quiero que mi hija esté con alguien como tú-le dice mi madre.

-La gente no me conoce, tú hija si. Es a la única persona que he dejado en esta vida que conozca la parte buena que tengo, lo que soy de verdad. Me da igual lo que te hayan dicho de mí, sé que tu hija me quiere, y yo la quiero a ella.

-Mi hija te va a olvidar, te va a superar y va a volver a ser la niña que era.

-¡No es una niña! No lo ha sido nunca, tuvo que madurar demasiado pronto. No ha sido una niña ni cuando tenía que serlo.

-Tú no tienes ni idea de lo que es mi hija.

-¿Quieres que te diga quién es tu hija? Tu hija es la persona más fuerte que he conocido en la vida, tu hija es una persona que es capaz de alegrar la vida de otros solo con una sonrisa, tu hija es una chica que está dispuesta a todo cuando quiere a alguien de verdad y tu hija, es el amor de mi vida. Y pienso llevármela de aquí.

No quiero creerme lo que acabo de escuchar, no quiero hacerlo porque sé el poder que Caleb tiene sobre mí y sé que sus palabras podrían hacerme volver a caer en su juego y es algo que tengo claro que no quiero.

"El amor de mi vida" sus palabras se repiten constantemente en mi cabeza, destrozándome poco a poco todavía más de lo que ya estoy.

-Caleb deberías irte.

Un golpe de suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora