𝐢 𝐟𝐨𝐥𝐥𝐨𝐰 𝐲𝐨𝐮, 𝐝𝐞𝐞𝐩 𝐬𝐞𝐚, 𝐛𝐚𝐛𝐲.

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                    La vida siendo otaku, muy al contrario de la creencia común, era el cielo en la tierra. Taehyung lo creía así.

Había entrado a ese mundo cuando, a sus quince años, aburrido hasta la médula, un capítulo de Shaman King se transmitió por la televisión. Al inicio, no le tomó importancia, pero, al instante en que se encontró al día siguiente, a la misma hora, esperando con el celular de su hermana mayor en mano a que comenzara el nuevo capítulo, supo que ya era muy tarde para regresar al mundo aburrido del que vino.

Ahora, a sus veintiséis años, no se arrepentía de aquella decisión de dejarse llevar. Trabajaba como editor de mangas shoujo en la editorial High Nova, por lo que ganaba dinero conviviendo con lo que más le gustaba. Tenía departamento propio y un gato gordo que parecía sólo quererle cuando llegaba la hora de comer.

Era una buena vida. No podía quejarse.

Sin embargo, a pesar de las grandezas que aquel estilo de vida le brindaba, existía una sola cosa que ni el anime más espectacular o el manga más divertido podría darle, y era una novia.

Si bien las paredes de su habitación estaban abarrotadas de posters, desde la bella estoicidad del rostro de Fujioka Haruhi, las despampanantes coletas de Hatsune Miku, hasta los ojos excitados, pintados de rojo, de Jabami Yumeko, más allá de mujeres ficticias mirándole cuando se desvestía, no existió jamás presencia femenina o perfume dulce adherido en sus sábanas que durara más de un día.

No le hubo importado ese detalle insignificante hasta que cada uno de sus amigos en línea, en pleno juego, empezó a abandonar las partidas porque "mi novia acaba de preparar la cena", "tengo una cita con Hawoon" y "hoy toca, ya sabes". Tras beber dos vasos de soju, su garganta ardiendo como el demonio, Taehyung, con su dakimakura entre los brazos, reconoció que sus citas de una noche no eran suficiente.

Por lo que, en plena madrugada, decidió que se conseguiría novia también. No había tenido una desde su ruptura con Gakyung.

Pero su alta motivación se fue desinflando con cada ocasión en que, luego de una o dos salidas formales, la tercera quedara en nada o no le contestaran el teléfono cuando intentaba contactarse con la otra persona.

"Pues con un trozo de hielo en el corazón y ese rostro sin expresión que te cargas, será difícil", escuchaba a Jimin señalar cuando se pasaba por la editorial a sus citas de revisión.

"Podrías aplicar, no sé, uno de estos clichés de los mangas shoujo donde el supuesto hombre feo, después de un corte genial, pantalones apretados y lentes de contacto, se vuelve la octava maravilla del mundo. Verás que eso las distraerá de tu falta de emoción", le decía.

Taehyung se le quedaba viendo, negando en su cabeza; no había forma que abandonara su estilo que priorizaba la comodidad ante cualquier cosa.

Aunque sus intentos fueran más una excusa para que Jimin se enterneciera con él, le recalcaron algo muy importante y que resultaba ser la respuesta a por qué las personas se oponían a saber él: Taehyung era lo más parecido a una figura tallada en piedra, bella y sin sentimientos. Todas las personas con las que salió antes, jamás las había buscado como ahora, sino que, por casualidades de la vida, acabaron cruzando caminos.

TO LOVE SOMEBODY 𝗜 kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora