Capítulo 20

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El tráfico de mediodía en Denver se había colapsado a causa de las obras, arruinando aún más el pésimo humor de Jeongguk. En seis semanas, no había mostrado a Jiung más que respeto. Después de todo, se trataba de su futuro esposo, y no quería que pensara que sólo quería sexo de él. En su mente surgió una imagen de YoonGi desnudo. Apretó los dientes y tocó la bocina de su coche de alquiler. La única razón por la que no dejaba de pensar en YoonGi era que estaba preocupado. Por más que husmeara, no conseguía saber a ciencia cierta si él y Andreas se acostaban juntos.

La posibilidad evidente de que Andreas estuviera aprovechándose de él le volvía loco, pero se forzó a centrar de nuevo sus pensamientos en Jiung, como correspondía. En sus últimas dos citas, Juing había empezado a lanzar claras señales de que estaba preparado para el sexo, lo que significaba que él debía empezar a hacer sus planes, pero eso no era tan sencillo como parecía. Para empezar, Jiung tenía compañeras de piso, de modo que tendría que llevarlo Jeongguk a su casa, y ¿cómo iba a hacer eso hasta que hubiera trasladado sus aparatos de musculación al sótano? Quería que a él le gustara su casa, Pero ya había descubierto que le atraía bastante poco la arquitectura contemporánea, así que tendría que venderla. Un par de meses antes no le habría importado, pero después de mirarla con los ojos de YoonGi, empezó a verla de otra manera. Deseó poder convencer a Jiung de que cambiara de opinión.

Pegó un grito al capullo que acababa de cortarle el paso y consideró un problema más serio. No podía desprenderse de la anticuada idea de que debía proponer matrimonio a Jiung antes de acostarse con él. Era Jiung Choi, no una fan del equipo de fútbol. Cierto que sólo llevaban seis semanas saliendo juntos, pero era evidente para todo el mundo, menos Capper, que estaban hechos el uno para el otro, así que ¿por qué esperar?

Pero ¿cómo iba a pedirle matrimonio sin un anillo?

Durante un breve instante, consideró la posibilidad de pedirle a YoonGi que eligiera él uno, pero ni a Jeongguk se le ocultaba que eso era mucho delegar. El tráfico se detuvo. Iba a llegar tarde a su cita de las once. Tamborileó con los dedos sobre el volante. Le vino a la mente la dificultad de intentar pedir en matrimonio a Jiung sin mencionar la palabra «amor», pero ya solucionaría eso más adelante. De momento, tenía que decidir qué hacer con lo del anillo. Jiung debía de tener opiniones muy elaboradas sobre diamantes, y Jeongguk sospechaba que su propia filosofía del «cuanto más grande, mejor» podía no estar en línea con su mentalidad aristocrática. Querría algo discreto con una talla impecable. Y luego estaban todas esas chorradas que la gente decía sobre los colores. Francamente, él no distinguía un diamante de otro.

El tráfico seguía en punto muerto. Jeongguk lo reconsideró. Al infierno. Cogió su móvil y marcó el número.

Por una vez, fue YoonGi el que respondió, y no su contestador.

El fue directo al grano, pero lo había pillado en uno de su momentos poco cooperativos, y le gritó de tal manera que, hasta con los coches dando bocinazos a su alrededor, tuvo que apartarse el teléfono de la oreja.

—¿Que quieres que haga qué?

💍

YoonGi iba por su casa hecho una furia, golpeando las puertas de los armarios, dando una patada a la papelera de su despacho. No podía creer que se hubiera permitido perder la cabeza por semejante perfecto y absoluto idiota. ¡Jeongguk pretendía que fuera a mirar anillos de compromiso para Jiung! Vaya día asqueroso. Y con su fiesta de cumpleaños en familia a la vuelta de un par de semanas, el futuro no resultaba más alegre.

Agarró su chaqueta y salió a dar un paseo. Quizás aquella soleada tarde de octubre la animara un poco. En realidad, debería haberse sentido el rey del mundo. El señor Bulnes y la señora Hawke se iban a vivir juntos. «Nos gustaría casarnos —le habían explicado a YoonGi—, pero no podemos permitírnoslo, así que nos decantamos por la segunda mejor opción.» Y aún más emocionante: podía ser que YoonGi hubiera conseguido su primer emparejamiento permanente. ShuHua e Igor Orange parecían estar enamorándose.

J M, HS D K [ggukgi]Where stories live. Discover now