Vicente, Vicente a muerto, mi hermano, estaba muy enfermo y no pudo aguantar más.
Estaba abrazado a él contándole una historia, estábamos en un prado verde, era primavera y podíamos sentir como el Sol nos calentaba, estaba lleno de flores de todos los tipos y colores, jugábamos con ama y papa, eramos felices. Entonces me pregunto que de que color era el vestido que llevaba mama, yo le respondí que rosa, y el dijo que ama estaba muy guapa con su vestido rosa. Me pregunto que como llevaba el pelo, y yo le dije que suelto y que llevaba una flor detrás de la oreja. Entonces volvió preguntar y papa, ¿que hace papa? y yo le dije que volaba una cometa, que se ponía detrás suyo y que le enseñaba como se hacía y que él empezaba a volarla sólo. Vicente sonrió y dijo que la cometa era muy bonita y que a ver si yo también podía verla. Conteste que por supuesto que era muy bonita. Vicente sonrió y dijo que era muy feliz, y ya esta, no volvió a decir nada más. Fue más fuerte que todos nosotros, él ya sabía ya que estaba mal y aún así aguanto sin decir nada, mi pequeño Vicente.
Espero que este en el lugar de nuestros sueños, con papa, y quien sabe quizás también esta ama, y yo también me uniré a ellos.
Poco después de que ocurriese, el tren a parado y he sido yo mismo quien le ha desvestido y le he dado la ropa a los otros niños, he sido yo el que le ha bajado del tren y le ha tumbado sobre la nieve, prácticamente desnudo, pero no importa, porque en primavera no hace falta llevar chaqueta.
Antes de repartir la ropa he encontrado en uno de sus bolsillos la llave de la taquilla que teníamos en Moscu, me ha hecho gracia que aún la conservase y la he guardo yo también. Le he dado un beso, le he deseado suerte y he vuelto al tren.
Vuela raudo al cielo
mi fiel compañero.
Vuela alto pequeño
sin temor, ni miedo.
Vuela hijo del Sol
que yo te velo.
Vuela milagro de Dios
ve con ellos.