Involuntariamente arrancados de su amado Imperio por una intrigante diosa élfica, el emperador Karl Franz I y los restos de su maltratada fuerza imperial se encontraron varados en un mundo que aún no había sido tocado por las garras del Caos.
Si bi...
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En Corurone siendo asediado por las hordas de caos.
Gilles el breton, su caballeros junto con la sorpresiva alianza con Aborash y otros vampiros.
Decidieron no esperar al hambre y al desgaste por lo que optaron por una última carga suicida a fuera de las murallas, tanto para buscar una muerte digna como para dar tiempo a los civiles de huir a Mairemburgo.
En medio de la batalla una joven caballero se encuentra con un viejo rival
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Prometo mi servicio y mi lealtad, en cuerpo y alma, a mi Señor.
Respiraciones entrecortadas y dolorosas. Eso fue todo lo que Jeanne pudo oír.
Cuando suene el toque de clarín, saldré y lucharé en nombre del señor y de la señora.
Avanza. Eso fue todo lo que Jeanne pudo hacer.
Mientras respiro, las tierras que me han sido legadas permanecerán inmaculadas por el mal.
La luz al final de todo. Eso fue todo lo que Jeanne pudo ver.
El honor lo es todo.
La pérdida, sus muertes. Eso fue todo lo que se le ocurrió a Jeanne.
La caballerosidad lo es todo.
El horror que había presenciado abajo. Eso fue todo lo que la mente de Jeanne pudo soportar.
Esto lo juro por mi sangre y mi aliento.
El dolor de cada paso. Eso fue todo lo que el cuerpo de Jeanne le diría.
Por fin, la luz envolvió lo que le quedaba de visión.
El suelo se ablandó. La dura piedra dio paso a la dulce y flexible nieve. Aún así, siguió adelante tambaleándose, deseando que sus piernas la llevaran hacia adelante, a cualquier lugar menos aquí, a cualquier lugar menos al útero tres veces maldito que yacía debajo de él, donde se pudrieron los cadáveres de tantas personas.
