Gulf Kanawut, el implacable Gran Alfa de la manada, gobierna con mano firme mientras oculta el dolor de una pérdida irreparable: la muerte del omega que fue su compañero y padre de su hija. La soledad lo consume, hasta que el destino lo lleva al cor...
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𝐄𝐋𝐋𝐀𝐓𝐈𝐃𝐎𝐐𝐔𝐄𝐑𝐄𝐆𝐑𝐄𝐒𝐎́
La habitación olía a hierbas medicinales y miedo. Yin yacía pálido, sin pulso, mientras la doctora me ordenaba con voz de trueno:
— ¡Muerdelo, Majestad, o lo perderá para siempre!
Mis colmillos se hundieron en su cuello, mi sangre mezclándose con la suya
— No te vayas — rogué, con lágrimas ardientes cayendo sobre su piel — Te necesito
Un jadeo. Un parpadeo. Yin volvió, sus ojos dorados enfocándose en mi rostro.
— ¿Por qué lloras, Alfa? — susurró, limpiando mis mejillas con los pulgares — Siempre vuelvo a ti
𝐄𝐋𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓𝐎𝐃𝐄𝐍𝐘𝐌𝐄𝐑𝐈𝐀
Nymeria irrumpió en la habitación convertida en lobo, su pelaje plateado brillando bajo la luz. Yin se incorporó demasiado rápido, su rostro una máscara de shock
—¿Ese cachorro es...?
— Nymeria, mi hija — respondí, mientras Nymeria volvía a su forma humana — Y al parecer, heredó algo más que mi sangre
La doctora reveló entonces lo que sospechaba: los Kanawut no eran una manada normal. Podíamos transformarnos sin dolor, hablar antes de tiempo... y ahora, siete omegas llevaban a mis crías
𝐄𝐋𝐑𝐄𝐆𝐀𝐋𝐎𝐐𝐔𝐄𝐏𝐀𝐑𝐓𝐈𝐎́𝐄𝐋𝐀𝐋𝐌𝐀
En mi cumpleaños, los siete se pararon frente a mí con barritas de embarazo en manos temblorosas. Siete positivos
— Seré padre otra vez — dije, y el mundo giró demasiado rápido
El desmayo fue breve. Al despertar, sus risas llenaban la sala, pero una sombra se cernía sobre nosotros:
El lobo negro de Nymeria apareció en el jardín esa noche, sus ojos idénticos a los de Yin. Esta vez, habló:
— El séptimo hijo no es suyo, Gulf. Es el heredero del verdadero Rey Anan... y viene a reclamarlo
Yin palideció. Él lo sabía
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