Una noche en el bosque

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La amazona se agachó y extendió su mano hacia los exploradores, que estaban paralizados por el miedo. Con un movimiento rápido y preciso, agarró a uno de ellos entre su pulgar y su índice, lo levantó hasta su rostro. Era Thops, el joven explorador que había preguntado por las amazonas. Se debatía y gritaba, tratando de liberarse, pero era inútil. La amazona lo sujetaba con firmeza, sin hacerle daño, pero sin dejarle escapar.

Thops se sentía como un juguete en la mano de la amazona. Su piel era suave y cálida, y sus dedos eran largos y delicados. Podía sentir el pulso de la amazona, que latía con fuerza y ritmo. Su mano olía a flores y a sudor, una mezcla embriagadora y aterradora. Thops miró hacia arriba, y vio el rostro de la amazona

Podía ver la sonrisa de la amazona, que era dulce y maliciosa, que le hipnotizaba los ojos. El explorador se sintió mareado, y perdió la noción del tiempo y del espacio. Solo era consciente de la presencia de la amazona, que lo envolvía con su mano, y que lo acercaba a su boca. Abrió sus labios revelando su lengua rosada, y metió a Thops dentro, cerrando su boca con un chasquido.

El joven Thops se encontró un lugar húmedo y caliente, que olía a frutas y a carne. Podía sentir la lengua de la amazona, que lo lamía y lo saboreaba, y los dientes de la amazona, que lo amenazaban con morderlo. El joven explorador, sintió un pánico indescriptible, y se puso a gritar y a golpear las paredes de la boca, esperando que la amazona lo escupiera. Pero la amazona no le hizo caso, y siguió jugando con él, como si fuera un caramelo.

Mientras tanto, los otros exploradores que quedaban con vida, aprovecharon la distracción de la amazona, y comenzaron a huir. Corrieron por el bosque, buscando una salida, o un lugar donde esconderse. Sabían que la amazona podía alcanzarlos en cualquier momento, pero no se rendían. Tenían que sobrevivir.

La amazona se divertía con Thops, que le hacía cosquillas en su lengua. Le gustaba su sabor, y su textura. Era dulce y suave, y se deshacía en su boca. Decidió que se lo iba a comer, y que iba a disfrutar de cada bocado. Así apretó sus dientes, atrapando a Thops entre ellos. Se oyó un crujido, y luego un silencio.

Los otros exploradores que escapaban oyeron el crujido, y se estremecieron. Era el sonido de la amazona, que se había comido a Thops. El grupo sintió pena y un nudo en la garganta.

Uno de ellos, que era más curioso que Roger se llamaba Luis, se volteó a ver, y pudo ver el movimiento de la garganta de la amazona. Era un bulto que bajaba lentamente, y que desaparecía en su pecho. Era Thops, que se convertía en parte de la amazona, mientras relajaba el rostro y disfrutaba de su bocadillo, el explorador sintió un escalofrío, y apartó la vista. No quería ver más, y se echó a correr.

La giganta se dio cuenta de la presencia de Luis. Se puso de pie, buscando a Luis. Lo vio correr por el bosque, y sonrió con malicia. Decidió divertirse un poco con él, antes de acabar con su vida.

- ¡Eh, tú! ¡No te vayas! ¡Quiero jugar contigo! - le gritó la amazona

Luis oyó la voz de la amazona, y se estremeció. Era una voz dulce y melodiosa, pero también cruel y burlona. Sabía que la amazona no quería jugar con él, sino torturarlo y matarlo. Así que corrió más rápido, tratando de alejarse de ella.

- Vaya, vaya. Parece que has sido un mal chico. ¿No sabes que no se debe correr por el bosque? Es muy peligroso, y puedes tropezar con algo. Como con mi pie, por ejemplo - le dijo la amazona, burlándose.

La amazona era mucho más grande y rápida que él, y lo alcanzó enseguida. Con un movimiento rápido, levantó su pie, y lo bajó sobre el bosque, cortando el paso de Luis, aplastando los árboles como si fueran palillos. Luis se detuvo, y se quedó paralizado por el miedo. Vio el pie de la amazona, que se cernía sobre él, y que lo amenazaba con aplastarlo.

- ¡Vamos, no seas tímido! ¡Ven aquí, y dame un besito! - le dijo la amazona, bajando su pie sobre Luis.

Luis reaccionó, y se echó a un lado, esquivando el pie de la amazona. El pie cayó al suelo, haciendo temblar la tierra, y dejando una huella profunda. Luis se levantó rápidamente, y corrió en otra dirección, buscando una salida, o un lugar donde esconderse.

- ¡Ay, ¡qué malo eres! ¡No quieres jugar conmigo! ¡Pues te vas a arrepentir! - le dijo la amazona, levantando su pie de nuevo, y siguiéndolo con él.

Era un humano insignificante, que no le ofrecía ningún reto. Así que decidió aplastarlo, y ver si había algo interesante dentro. Con un gesto brusco, estrelló su pie contra el bosque, aplastando a Luis con facilidad. El bosque se hundió, y el pie de la amazona quedó manchado de tierra y de sangre. La amazona se sorprendió, y se fijó en lo que había aplastado.

- Bueno, creo que ya he terminado contigo. No has sido tan malo, después de todo. Has tenido un poco de gracia.

Luego, se levantó, y se puso a buscar a los otros humanos que habían escapado, y que se habían escondido en el bosque. Estaba segura de que había más, y no iba a dejarlos escapar.

Roger podía escuchar los pasos de la amazona, que se alejaban de él. Había logrado escapar, y se había escondido en la base de un gran árbol junto a unas hojas.

No sabía si la amazona había matado a todos sus compañeros, y que talvez era el único superviviente. Sabía que esa había sido su peor noche, y que quizás no lo contaría.

Así que decidió salir de las hojas, y dirigirse a la aldea de suministros, que estaba al otro lado del bosque. donde esperaba encontrar ayuda. Era donde esperaba reencontrar a sus amigos sobrevivientes.

Pero cuando llegó a la aldea, se quedó horrorizado. La aldea estaba en ruinas, y había ocurrido una masacre. Los edificios estaban destrozados. Los cadáveres estaban esparcidos por el suelo, y había sangre y vísceras por todas partes.

Roger se quedó paralizado, al ver la huella que había dejado la amazona en medio de la aldea. Era una huella enorme que marcaba el paso de la amazona. era un cráter, estaba lleno de tierra y de sangre, tenía algunos restos de ropa y de huesos. Ese era el recuerdo que quedaba de la amazona, y de su paso por la aldea.

Roger frente al cráter se sintió insignificante, y desesperado. Había perdido todas sus esperanzas, observando la aldea se sentía como un insecto, que esperaba ser aplastado por una diosa.

La caceriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora