17. MARZO III 🔞

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KIHYUN

Llevaba horas mirando el lienzo en blanco. Bloqueado, pero, al mismo tiempo, con las emociones burbujeando dentro de mí. El problema era que, si las dejaba salir, sabía que Hyungwon entendería todos y cada uno de los trazos; si hablaban de Minhyuk, de mí o, peor aún, de él.

Me sobresalté cuando llamó a la puerta y entró con una bolsa y un paquete envuelto que dejó en medio del estudio mientras lo miraba alucinado.
—¿Qué es eso?

—¿No es evidente? Un regalo.

—Pero…

—¡Vamos, ábrelo!

Me arrodillé delante del paquete rectangular y unos segundos después hice añicos el envoltorio y el lazo rojo intenso. Sonreí. Sonreí hasta que me temblaron las mejillas de felicidad y me levanté para abrazarlo a pesar de que mi cuerpo me pedía a gritos que no lo hiciese, porque tenerlo tan cerca… era complicado; oír su corazón latir contra mi pecho, sentir sus manos en mi espalda, su aliento cálido en el cuello…

—Gracias, ¡es precioso!

—Espera, voy a ponerlo.

Hyungwon cogió el tocadiscos y lo dejó encima de una balda de madera que estaba llena de material de trabajo. Era clásico, parecido al que él tenía en su casa.
—¿Dónde lo has comprado?

—En una tienda de segunda mano.

—Pero aquí no tenemos discos…

Me tendió la bolsa que aún llevaba en la mano y luego se concentró en ponerlo a punto. Aparté algunos trastos de la mesa y saqué los discos. Parpadeé para no llorar, aunque una sonrisa me cruzaba la cara. Frank Sinatra, Nirvana, Elvis Presley, Supertramp, Bruce Springsteen, Queen… y los Beatles. Siempre los Beatles. Deslicé despacio los dedos por la portada que tenía dibujado un submarino amarillo y temblé cuando noté que él me miraba.
—¿Por qué has hecho todo esto?

—Ya te lo he dicho. Es un regalo. Pensé que te gustaría, pensé… que te ayudaría a trabajar. Escucha, Kihyun —dijo sin mirarme mientras cogía un disco y lo colocaba con cuidado—. Si tienes que pintar algo que crees que a mí no me gustará, hazlo. Hay artistas que plasman cosas externas, paisajes o rostros, pero tú no eres así. No te funciona eso. Así que, simplemente, haz caso al tatuaje ese que tienes y «deja que ocurra» lo que sea que tenga que pasar. ¿Me has entendido? Porque es un problema que reprimas lo que sientes cuando tus cuadros se basan en eso. Siempre ha sido así —concluyó colocando la aguja.

Empezó a sonar My way. Me estremecí.
—Creo…, creo que podré solucionarlo.

—Me alegro —suspiró y sonrió.

—¿Y qué pasa contigo? —pregunté—. ¿Vas a poder hacerlo algún día?

—¿A qué te refieres?

—Ya lo sabes. A esto. A pintar.

Él se rio sin mucho humor y sacudió la cabeza.
—Hace tiempo que me rendí —susurró.

Y entonces vi cómo cambió su expresión al darse cuenta de sus propias palabras, esas que un día usó también para nosotros.

—No quería decir… Es distinto para mí, Kihyun. Ojalá pudiera, pero…

El corazón empezó a latirme con fuerza.
—¿Me dejas que pruebe algo?

Hyungwon me miró suspicaz, pero apenas opuso resistencia cuando le pedí que se sentase en el taburete de madera frente al lienzo. Me coloqué tras él.
—Relájate.

Lo que somos 2° Parte // HyungKi (Ad3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora