Capítulo 5
Uno es dueño de lo que calla, y esclavo de lo que habla.
Sigmund Freud
Susana solo escuchaba el tic tac del reloj, mientras tomaba su desayuno en silencio. El pavo sin partir que estaba sobre la mesa, solo era un recordatorio del desastre que había sido la noche anterior. Había llorado hasta quedarse dormida, y la imagen que le mostró el espejo al despertar no era la mejor; tenía los ojos enrojecidos e hinchados, al recordar la imagen de Terry acompañado de Eleanor Becker, la hizo tomar una decisión.
-¿Vas a salir hija?-preguntó la señora Marlow al ver a su hija arreglada y desayunando tan temprano.
-Madre, necesito que me lleves al teatro-más que una petición, parecía una orden-y por favor dile al chofer que suba la silla de ruedas.
La señora Marlow abrió enormemente los ojos, pues había sido testigo del esfuerzo que había hecho Susana para usar las muletas, y más a menudo la prótesis que le permitía desenvolverse de manera autónoma, en un intento de complacer a su hija, no dijo nada. Al entrar al teatro, Susana fue testigo de la sorpresa que causó su visita, todos la saludaron, a excepción de dos personas.
-Karen, Terrence ¿no saludarán a Susy?-preguntó Robert.
-Hola Susy-dijo con una sonrisa burlona Karen-¿A qué debemos el honor de tu visita?
Susana ignoró el comentario de Karen, mientras esperaba pacientemente a que Terry la saludara.
-Hola Susana-fue el saludo sin emoción alguna que le dirigió Terry-¿No deberías de estar descansando?
-Por supuesto, pero es que en casa me aburro tanto-dijo con un fingido pesar-y extraño tanto el teatro, que no pude evitar el venir aquí a recordar viejos tiempos, cuando podía moverme libremente de un lado a otro del escenario.
Todo a su alrededor se llenó de un incómodo silencio, mientras el rostro de Terry se tensaba y Susana veía con satisfacción, que sus palabras habían causado el efecto que deseaba, pero no contaba con que cierta castaña prestaba atención a cada una de las reacciones de ambos. Tarde o temprano sabré porque Terry sigue a su lado, se dijo a si misma Karen. Pues aún le intrigaba aquel triangulo que formaban Candy, Terry y Susana, ella esperaba que después de aquel encuentro de Candy con Terry en Filadelfia, por fin podría saber cuál era la verdadera historia, pero cuando quería abordar el tema, Terry siempre la evadía, y más aún, el comportamiento de éste cambió por completo, pues ahora, el joven actor acudía a cada una de las fiestas que eran dadas en honor a la compañía y buscaba la cercanía de hermosas mujeres, pero sus preferencias eran claras, tenían que ser rubias, de cabellos rizados, y preferentemente, con ojos verdes.
Fue así como recordó aquella nota que había leído en el periódico, rápidamente lo tomó y buscó entre las páginas, hasta dar con la nota de su interés, empezó a reír, provocando que todos la miraran.
-¿Sucede algo?-preguntó Robert.
-¿Me creerías si te digo que la señorita Candice Andrey, fue mi enfermera?-dijo Karen, extendiendo el periódico a Robert, mientras veía la reacción de Terry y Susana.
-No lo creo Karen, pero si tú lo dices-respondió Robert, riendo ante las ocurrencias de la chica.
Karen vió como la sonrisa petulante de Susana, se quedaba congelada en su rostro mientras este palidecía, y Terry parecía haber despertado de un largo letargo al escuchar el nombre de Candy.
-¡Basta de charlas! Es hora de ensayar-ordenó Robert, mientras todos tomaban su lugar.
Susana tomó el periódico, mientras miraba todas las fotos de Candy, estas eran muy diferentes a aquellas que miró cuando se anunció la muerte del señor Andrey, pues en estas, se mostraba a una Candy elegantemente vestida y enjoyada, su aspecto tan cuidado y debidamente arreglado, la llenaban de un aire de distinción que llenó el corazón de Susana de envidia, mientras trataba de controlar las lágrimas que empezaban a asomar sus ojos.
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Falsas impresiones
FanfictionEn un mundo en el que las apariencias son las que rigen, Candy se verá envuelta en mentiras e intrigas, para poder probar un poco de la felicidad que siempre le ha sido negada... ¿Podrá salir airosa de todo eso?