Cap 28

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Por puro placer tocaba ese manto frío, y como este tornaba sus piel de color rojo. La nieve había caído y para la peliblanca era una fuente de inspiración.

La música era su complemento, sin embargo habían otras tan importantes para ella como el arte. Rara vez lo hacía, tomando el objeto manchando sus manos de negro comenzo a trasar esas líneas. Algo curioso es que podía tener una idea de lo que quería plasmar en la hoja, pero realmente el que ganaba protagonismo era su corazón. Con precisión sombrío dándole ese toque a ese dibujo.

Dejó de lado lo que hacía, su mente estaba relajada. Al limpiarse con un pequeño paño camino bajando las escaleras, dejó una nota en la mesita de la Sala, explicando su ausencia. Para total molestia tendría que ir sola hasta la librería porque su mejor amiga estaba con su novio visitando a los padres de este.

Se colocó las botas, guantes y bufanda del armario. Con su mochila lista y las llaves decidio salir, nunca se despego de su varita. Al salir un lindo paisaje le daba la bienvenida, con paso firme sintió como se hundía levemente la bota, sonrió cerrando con llave la puerta.

En el camino se topó con conejitos blancos y algunas ardillas. Algunos vecinos luchaban por quitar la nieve de la entrada de su hogar en incluso despejar la nieve de las llantas de los autos.

 Y todo por la razón que en ese día y a esa hora en su librería llegaría el pedido de su novela favorita. No esperaría ni un minuto más ni menos. Con precaución miraba las calles. Tomó el primer bus, mirando por la ventana su recorrido se volvió corto.

 Cuando llegó a su destino, compró un delicioso chocolate caliente, le faltaba poco para llegar hasta su tesoro. Observo algunos lugares solos debido a la nieve, más al fondo vio una parejita muy enfrascada en su asunto. Por inercia sus mejillas se volvieron rojas, sus ojos se apartaron para posarlos en algunas estatuas congeladas. Su cabeza comenzo a pasarle como película el momento más humillante para ella.

 -En que estaba pensando- dijo en voz baja tomando con fuerza su bufanda. Decidió ignorarlo viendo hacia la cuadra que le faltaba, escucho sonriente la campanilla. Amaba el olor de los libros, cada pasillo con mundos ocultos e incluso verdades que no es aceptada para todo publico.

Satisfecha con los libros escogidos decidio marcharse, fue grande su sorpresa cuando las lámparas de las calles comenzaban a encenderse. Al mirar un gran reloj de una panadería vio que aún tenía tiempo para tomar el último autobús a casa. Debido a la nevada el día se hacía muy corto, iba muy despacio por la calle congelada concentrada en la nieve que se encontraba cubriendo las bancas.

Su corazón y su piel dieron una alerta al ver a lo lejos un hombre tambaleante al otro lado de la calle. Nunca olvidaría sus rasgos, trato de dar la vuelta rápidamente, resbalando al instante, se escuchó el sonido de los libros impactar. Con miedo recogió los libros guardando los en su mochila.

-¡Mocosa imbécil!- el hombre volteo al escuchar el sonido, tenía los sentidos nublados por el alcohol, más sonrió al reconocer esa cabellera blanca, pues no era común. Aun recordaba como esa niña lo había ridiculizado, apretó su puño listo para su venganza.

Eris trato de correr, sin embargo, el hielo la hacia caer. Cuando pudo ponerse de pie vio con horror como Tobias se acercaba. Esperaba que alguien la ayudará, no contó con esa suerte por lo tarde que se hacía y el frío clima.

-¡Tu y ese maldito crio no sirven sin aquella estúpida varita!- estiró su mano rozando la tela del suerter de la mocosa. -¡Te tengo! -

Eris reaccionó, por como se movió el sujeto sabia que estaba tomado, cuando él le tomó del suéter en un intento de sobrevivir la chica logró desabrocharlo justo a tiempo para salir corriendo solo en su camiseta. Le dolió tirar su mochila con el dinero para su autobús. Se metió por varias callejones con el cuerpo temblando. Su mente la engañaba al creer escuchar los pasos del monstruo impactar con la nieve, tenía las mejillas rojas. Entró aun callejón totalmente oscuro, por el olor terrible supo que ese lugar era el basurero, tocó algo frío y duro. El contenedor ahora era su refugio, no lo pensó dos veces para meterse en el, quiso gritar cuando algo chillo. Estaba a oscuras, su oído trataba de percibir algún sonido de alerta.

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