-Te amo.
Dejó el mundo en un susurro.
El había sido valiente por los dos. Había luchado por los dos. Ahora, estaba sola.
Nunca llegamos a conocernos bien. Pero aún así, nos amabamos.
Cuando hablabamos de sentimientos el reía, yo me ruborizaba y reía con el, aunque, sabía lo que en verdad le quería decir.
Cuando la guerra estalló, como era de esperarse, la gente perdió el control. El caos reinaba mi ciudad.
Ese fin de semana mis padres no estaban en casa. Me habían dejado sola.
Los primeros tres días de la guerra me quedé esperándolos. Sabía que no iban a volver, pero me hacía creer lo contrario.
No tardaron mucho en aparecer resistencias. Así que, cuando comprendí que no iba a sobrevivir sola, me uní a un grupo de jóvenes rebeldes. Viví en su guarida, comí de su comida. No tardé en adaptarme, siempre me mantuve al margen. No gozaba de su espíritu de lucha.
El líder, un chico vigoroso y entusiasta de la guerra, empezó a tomarme cariño. Gracias a esto, me confesó que ya veía venir la guerra, por eso, dos semanas antes de que empezara, comenzó a construir un refugio. Para ganarse mi confianza me lo mostró.
Llevaba un año y medio ahí cuando las resistencias convocaron a una reunión en un edificio cerca de la guarida. Me mostré indiferente a esto y decidí quedarme en la guarida a leer un libro.
En cuanto se marcharon cumplí con lo antes mencionado. Estaba sola, con mi libro, y tumbada en el sofá. La tranquilidad me relajo, poco a poco fui perdiendome en las letras y los relatos del viejo mundo. Antes de que pudiera darme cuenta, ya estaba dormida.
Desperté exaltada a causa del ruido de una gran explosión a lo lejos. Me levanté en dirección a la puerta, pero me paralizé al escuchar un zumbido. De pronto, nada.
La tranquilidad que había adquirido con mi libro se esfumó rapidamente. Me encontraba en los escombros de lo que antes había sido una guarida. Empece a quitarme los restos de mi hogar improvisado. No se cuanto tiempo estuve atrapada. Cuando salí, el campo de batalla frente a mis ojos me regreso a la realidad de la guerra. Lo primero que se me vino a la mente fue la reunión. Ya no pude ver el edificio, estaba totalmente destruido. A medida que examinaba el campo de batalla, mas caras conocidas encontraba. Nunca hallé al líder, supongo que murío dentro de la reunión.
Caminé desolada. ¿Ahora que iba a hacer?
El refugio.
Instintivamente comencé a correr hacia el refugio. El sudor frío corría por mi espalda. Luego las lágrimas en mis mejillas. Perdí el aliento. Me detuve. Comencé a respirar lentamente.
Lo único que escuchaba era mi corazón, pero el silencio se rompió con un sonido de estática. Entre los cuerpos encontre a un hombre de mediana edad, el sonido provenía de un objeto en su mano. Me acerqué. Era uno de esos walkie-talkies que empezaron a distribuir después del inicio de la guerra. Estos tenian mayor alcance que los normales y un poco más pequeños.
-"System BV"- dije leyendo un costado. Debía ser la marca.
De pronto pude escuchar docenas de pasos. Me había distraído. Si hechaba a correr lo más probable era que me viesen. Me escondí tras un arbusto. Llegó una docena de hombres y empezaron a saquear los cadáveres tirados.
Parecían demasiado calmados ante tan trágico paisaje.
-Dios, que cosas tan buenas traen estos rebeldes.- dijo el de la voz más gruesa mientras guardaba un reloj en una bolsa que llevaba consigo.
-Esta es la parte más divertida del trabajo.- los demás asentían con la cabeza o reían.
-Sigo sin saber por que los jefes querían acabar con las resistencias. No hacían ningún daño. Al final se iban a terminar matando entre ellos.- Contuve un grito ahogado. Nada de lo que acababa de pasar había sido una guerrilla ni una pelea entre bandas, no, alguien quería exterminar a los supervivientes. Pero, ¿quién?¿Porqué?
Si seguía ahí espiándolos iban a encontrarme y seguramente me matarían. Fui retrocediendo lentamente. En cuanto supe que ya no iban a poder corrí lo más rapido que pude hacia el refugio.
En cuanto cerré la puerta comencé a llorar. Todos habían muerto y ni siquiera sabía la razón.
-¿Hola?- La voz provenía del System BV en mi bolsillo. Rápidamente lo saqué. Si alguien estaba hablando, alguien había sobrevivido. Estaba dispuesta a contestarle, pero, si yo había encontrado uno junto a un cadáver que me aseguraba que los saqueadores no habían encontrado el otro.
Deje el System BV en el suelo y me dirigí al camastro que estaba en el fondo. Miré el techo escuchando a un chico balbucear cosas sobre la supervivencia, el ataque y... y me quedé dormida.
A la mañana siguiente un: "Buenos días" proveniente del System BV me despertó. ¿Sabrá que estoy aquí?
-Bienvenidos al programa de radio "Apocalípsis FM" el único programa que transmite después de la guerra.- Esto último me causo gracia, reí para mis adentros. Empezó a contar chistes sobre la guerra y el gobierno que nos había llevado a esto. Era algo hilarante.
Le preguntó a la "audiencia" sobre que querían hablar. Fingió tener una llamada telefónica con una "fan". Su falso acento parecía más un teletubbie que una adolescente hormonada. Comenzó a hablar sobre el libro que había leido recientemente, era un libro muy bueno, nunca lo había escuchado, pero actuó la obra.
A la hora de la comida habló con un "experto en supervivencia" que explicó cono racionar la comida. Consejos muy buenos.
Ya al final del día, desde mi camastro mirando a la pared imaginando una hermosa puesta de sol, se despidió.
Comenzó a cantar Asleep de Los Smiths.
Así, cerró su programa del día de hoy.
Así, viendo la puesta de Sol imaginaria, escuchando un lullaby suicida, me di cuenta de que lo quería.
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Platónicos
RastgeleLas relaciones a distancia no existen. No puedes manipular tu corazón pero si las palabras que dirás.