[ part 1 ]

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Sonó el timbre que daba comienzo a la primera clase de literatura, por lo que cada alumno cogió un lugar en el aula y se instaló con los materiales propios de la asignatura. El bullicio era permanente, típico del primer día escolar.

Castiel escogió uno de los últimos puestos ya que, según él, se sentía más cómodo sin la presencia de los "cretinos" que se posicionaban en la primera fila. Se abrió la puerta del salón y entró la respectiva profesora de literatura. Acomodó sus cosas sobre el escritorio que le correspondía y caminó hacia el frente de los presentes.

-Buenos días -se aclaró la voz- y, por su puesto, sean bienvenidos nuevamente a clases. Como ya sabrán, todos los años alguien nuevo se integra a nuestra comunidad, por lo que este año no ha sido una excepción.

De pronto hicieron entrada los nuevos estudiantes y se ubicaron al lado de la docente.

-Después de que sus nuevos compañeros se presenten comenzaremos con la clase.

Mientras cada uno exponía su breve biografía, Castiel estaba utilizando toda su concentración para tratar de hacer un dibujo. Ni si quiera le importaba lo que sucedía al frente suyo. Luego de unos instantes, sin previo aviso su concentración se desvaneció al escuchar una voz familiar. Aquella voz, ¿de dónde provenía?

-Mi nombre es Dean Winchester y vengo de Lawrence, Kansas. Mmm, ¿esto es necesario?

«No podía ser esa voz. No otra vez», pensó el joven.

-Sí que lo es. Cada uno de nosotros debe al menos tener una idea sobre el alumno que está por unirse al aula. Dinos, ¿hay algo en lo que te destaques?

-Bueno, soy muy bueno cazando junto a mi hermano, como también haciendo amigos -le dirigió una sonrisa a una chica de la primera fila.

Castiel levantó su cabeza violentamente y lo miró. Su apariencia claramente no había cambiado, tal como su actitud fresca y algo presumida.

«¿Él?», se preguntó. Incrédulo, no podía sacar su mirada sobre el rubio que acababa de presentarse.

-Gracias Dean, puedes sentarte ahora.

El joven de Kansas se dirigió hacia un pupitre vacío y ordenó sus pertenencias sobre éste. Se veía algo distraído a medida que transcurría la hora de la asignatura, aunque se esforzaba en prestar un poco más de atención. Castiel estaba igual a su compañero, hasta que por fin había terminado la hora. Todos se pararon de sus sillas y salieron estrepitosamente hacia el corto lapso que tenían para descansar.

Los pasillos estaban llenos de estudiantes interactuando entre ellos, mientras que Castiel estaba en uno de los bancos ubicados en el patio trasero de la escuela, necesitaba tomar aire para pensar mejor sobre lo que había ocurrido hace unos minutos atrás. Se sentía abrumado al saber que Dean Winchester volvía a su vida. El mismo chico que precedentemente había creado en Castiel los primeros sentimientos de afecto hacia alguien que consideraba especial. No sólo se sentía agobiado por la situación, sino también preocupado por lo que pasaría más adelante.

Sin darse cuenta, una sombra lo empezaba a cubrir poco a poco y escuchó los pasos de alguien que se acercaba. Miró hacia adelante y lo vio a él.

-Hey, ¿Cas?

-H-hola -respondió casi en un susurro.

-Hace mucho tiempo que no nos veíamos -se sentó en el espacio vacío, justo al lado de su antiguo compañero.

«No, por favor»

-Sí... mucho tiempo -un frío corrió por sus manos y las pulsaciones de su corazón se inquietaron. «Dios, que se vaya pronto», suplicó.

Mientras el rubio miraba hacia una parte del amplio patio, Castiel observaba su rostro con atención; sus verdes ojos, esos que en ocasiones reflejaban desesperación e inestabilidad, y en otras tranquilidad y fortaleza; su delicado perfil, lugar en donde descansan incontables pecas; sus labios, esos suaves y rosados labios. Definitivamente, no había cambio alguno en él desde aquella vez en la que se conocieron.

-¿Por qué estás aquí? -preguntó Castiel, rompiendo el silencio que los estaba inundando a ambos.

-¿Eh? -respondió extrañado su amigo.

-¿Por qué estás en la misma escuela que yo, Dean?

-¿Acaso no puedo estar aquí?

Sonó el timbre indicando el termino del recreo. Todos en el patio se esfumaron en un instante, sólo quedaron ellos dos, teniendo un ambiente íntimo que no duraría por mucho, ya que debían entrar al salón si no querían tener un castigo su primer día.

-No... O sea, sí, pero, ¿por qué?

-Porque yo quise -espetó bruscamente.

-Que mal mientes, Dean Winchester -se trató de parar, pero una mano imponente lo tomó de la muñeca y no le permitió abandonar el asiento.

-Por ti.

-¿Eh? -ladeó levemente su cabeza hacia la derecha. Ahora el joven de los ojos azules estaba confundido.

Sin previo aviso el rubio acortó la distancia que los separaba posando sus labios sobre los de Castiel, lo que provocó el despertar de todos los recuerdos junto a él que albergaban en su mente. Las manos de Dean se enredaban en el cabello negro de su compañero, atrayéndolo más hacia su boca. Los segundos eran eternos, como aquel beso.

-D-Dean -apenas pudo pronunciar el nombre de su amigo, mientras el otro sostenía su rostro, acariciándole con ternura las mejillas. Sus respiraciones se mezclaban debido a lo cerca que se encontraban.

-No quiero perderte otra vez... - -lo miró fijamente- Sé que suelo ser arrogante y prepotente a veces, pero maldición, Cas, no puedo estar sin ti. He tratado y simplemente no puedo -Castiel lo acogió entre sus brazos y se apoyó sobre su hombro-Te quiero, Cas. Te quiero mucho.

«Te quiero mucho», pensó. Esas tres palabras resonaron en la mente de Castiel y no tenía la voluntad de olvidarlas en el futuro. Quería escuchar esas palabras que provocaban algo en su interior una y otra vez.

-Y yo a ti, Dean.

«Siempre lo haré»

too close to you | destiel ✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora