*one shots(zosan y más)*

Insectos a la savia

By: Flamingori

La había cagado, así de simple. Se las había dado de héroe yendo él solo a buscar algo dulce para los postres y ahora estaba aferrado a la rama de un árbol con auténtico miedo de soltarse, ¿cómo iba a saber que la savia atraería a tantos bichos? En un segundo pasó de estar a solas frente al árbol a verse rodeado de orugas, escarabajos y arañas. De por sí era una situación terrible, pero se volvía peor con el tamaño desmesurado de los insectos en esta isla, las orugas parecían serpientes y las hormigas tenían el tamaño de una rata.

Lo único positivo de todo esto era el rescate heroico que pensaba tener. Aunque no pudiera contar con Nami, por maravilloso que le parecía tenerla secando sus lágrimas, ambos compartían la aversión por los insectos, la navegante no iba a acercarse a un nido de bichos si podía evitarlo. Pero, sí podía imaginar a Nico Robin viniendo al rescate, ¡y qué cálido sería su abrazo al reconfortarle! ¡Una lluvia de caricias borrando cualquier rastro de terror de su cuerpo!

—¡Tú! ¡Cocinero pervertido!

Aquella voz tan brusca le hizo salir de sus fantasías, interrumpiendo incluso el reguero de sangre que bajaba por su nariz. Miró hacia abajo rezando porque no fuera él, pero sus oraciones cayeron en saco roto; era Zoro.

—Baja de una vez, Nami dice que tenemos que irnos. El log-pose se ha ajustado ya… ¿-me estás escuchando?

Sanji le señaló presa del pánico.

—¡El suelo está lleno de hormigas!

Las hormigas, gigantes como eran, pasaban por sobre el pie de Zoro y seguían su camino hacia el árbol, mordiendo la corteza para hacer brotar la savia.

—Mira, sé que tienes miedo, pero…-

—¡Por supuesto que no! —Sanji le interrumpió hecho una furia—. ¿Qué te hace pensar eso? ¡Estoy perfectamente!

Zoro arqueó una ceja. Un gesto silencioso que hizo a Sanji confesar.

—Está bien, maldita sea: no puedo bajar —admitió—. Sabes que no puedo.

Zoro entonces dio un par de pasos hasta quedar bajo la rama del árbol, abrió los brazos mirando hacia arriba.
—Vamos, salta. Te llevaré lejos de aquí.

—Tienes que estar de broma.

—El miedo no es algo con lo que bromear, y siento decirte que ahí arriba empiezas a llamar la atención. —Señaló con un movimiento de cabeza el tronco del árbol, por ahí trepaban incansables las hormigas, acercándose peligrosamente a la rama donde Sanji seguía encaramado—. Tú decides lo que hacer.

La verdad es que no se lo pensó mucho, apenas vio a la primera hormiga liderando la escalada saltó a los brazos de Zoro. Se aferró a su cuello, cerró los ojos y dobló las piernas. En otro momento pensaría en la imagen tan bochornosa que estaría dando (tan parecido a una novia ilusionada en los brazos de su marido), ahora mismo solo quería permanecer lo más lejos posible del suelo.

—Oye, marimo, ni se te ocurra pensar que eres un héroe o algo así.

Zoro no dijo nada, prefirió sonreír.