Capítulo 19

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OLIVIA

Sigo pegada a él, a su pecho. Su aroma es embriagador, hace que no quiera alejarme nunca de él.

Alejarme de él....

La vida es tan injusta. ¿Por qué tengo que dejarlo ir? ¿Por qué simplemente tuve que conocerlo ahora?

Ojalá Liam, ojalá no hubieses llegado tarde. Ojalá no me hubiesen roto en mil pedazos. Pedazos los cuales necesito pegar yo sola.

Estoy sentada entre sus piernas, con mi espalda y mi cabeza pegada a su torso desnudo y sus enormes brazos alrededor de mi cuerpo. Ambos tenemos la mirada perdida en el lago.

Volteo para mirarlo a los ojos y me quedo perdida olvidando por completo lo que le iba a decir. Me sonríe, pero la sonrisa no le llega a los ojos.

—Hace frío, deberías ponerte algo —digo.

—¿Frío en pleno verano?

Mentira pillada.

—Ya te dije que eres pésima mintiendo, mejor dime que quieres que me cubra porque sino no aguantarás las ganas y te me lanzarás encima nuevamente.

—¡Yo no me lancé encima de tí! —le enarco una ceja.

—¡Pero si casi me violas!

—¡Liam! —le doy un golpe en el pecho.

Me abraza y me besa en la cabeza. Me abraza con fuerza, como si no quisiera dejarme ir.

Oh Liam, si tan solo supieras que yo tampoco quiero dejarte ir.

—No te vayas —dice apoyando el mentón en mi cabeza— podemos intentarlo... podemos... yo puedo...

—No Liam, —me volteo y tomo su rostro entre mis manos— no es lo que puedas hacer o no. No tienes que hacer nada porque ya estoy perdidamente enamorada de tí. Yo... no sé cómo le voy a hacer sin tí, sin esto tan bonito que hemos vivido en a penas un mes. Tú... eres lo mejor que ha llegado a mi vida lástima que tuviste que...

—...llegar tarde, sí lo sé —recuesta su mejilla en mi mano y cierra los ojos—. Ojalá simplemente pudiera arrancar todo ese dolor que te causaron meses atrás.

—Ojalá yo también pudiera arrancar el daño que te han hecho. No podemos Liam, necesitamos sanar solos y de a poco, darnos nuestro tiempo...

—Lo sé.

—No lo tomes como una despedida, tómalo como un hasta pronto.

—Vale —suspira y me enarca una ceja— que sepas que eres mía.

—Toda tuya —le sonrío, ahora es él quién toma mi rostro en sus manos y pega su frente a la mía.

—Y yo soy solo tuyo Liv, desde el momento en que te vi. Me enamoré de tu mal carácter, de tus locuras, de tu sonrisa y de esos hermosos ojos azules. Soy solo tuyo, ahora y para siempre.

Une sus labios con los míos, es un beso totalmente diferente. Ya no hay esa necesidad, esa desesperación por quitarnos la ropa y volvernos uno. No, es un beso diferente, cargado de... amor.

Nos quedamos un tiempo más junto al lago abrazados sin querer despegarnos. Al caer la tarde Liam me lleva hasta mi casa y nos despedimos con un largo abrazo en mi portal, un abrazo que no quiero que acabe nunca.

Lo veo alejarse y entrar en su casa. Me dedica una última sonrisa cargada de tristeza.

Entro en mi casa con una mano en mi pecho a punto de colapsar. Siento mi respiración pesada, siento como sube y baja mi pecho a toda velocidad. No quiero dejarlo ir, ¡no puedo!

—Enana, ¿estás bien?

Niego con la cabeza y corro a los brazos de Orien. Me abraza y me acaricia el cabello. Comienzo a sollozar contra su pecho.

—Eh, —toma mi rostro entre sus manos y seca mis lágrimas con sus pulgares— no llores, ¿qué a pasado?

—Soy u-na idiota Orien, acabo... a-cabo de dejar ir a... a la única persona que realmente estaba interesada en hacerme feliz nuevamente.

—Oh enana —me aprieta nuevamente contra su pecho.

Nos dirigimos a mi cuarto y le cuento todo sin obviar detalles. Orien me mira perdido, incluso él se ve triste.

—Lo siento tanto hermanita. No deberías estar pasando por nada de esto...

—¿Pero?

Suspira y me mira a los ojos con una mueca de tristeza.

—Es lo mejor enana, si siguen juntos se van a hacer más daño. Tú no has superado lo que el idiota de Damon te hizo y él según lo que me has contado sigue sufriendo por su ex. Aunque ahora no lo entiendas en el futuro te darás cuenta que es lo correcto.

—Solo espero que no sea demasiado tarde.

—Nunca es tarde cuando dos personas se aman de verdad.

Me abraza y comienzo a llorar nuevamente en sus brazos.

—Te extrañé tanto capullo.

—Y yo a ti enana.

Me acaricia el cabello y siento como la puerta del cuarto se abre. Ambos levantamos la cabeza y vemos a Oriana parada allí.

—Venía a decirles que saqué un nueve en mates pero ya veo que están muy ocupados y como siempre me excluyen del abrazo familiar.

—Tan dramática como siempre —Orien voltea los ojos en blanco— anda ven aquí.

Oriana sin pensarlo ahoga un chillido y se une a nosotros. Orien nos cubre a ambas con sus brazos y nos acaricia el cabello.

—Olivia la abuela quiere saber si... —Oliver entra en el cuarto y pone una mueca de asco cuando nos ve— mejor pregúntale a ella lo que quiere, yo me voy antes de que me obliguen a formar parte de esa cochinada.

Sale casi corriendo del cuarto logrando que los tres nos ahoguemos entre risas.

Mis hermanos siempre van a ser mis angelitos de la guarda. Aunque a veces nos odiemos, aunque peleemos hasta el cansancio y nos molestemos cuando alguno se toma el último bote de helado que quede en el frigorífico —aunque suene estúpido pero sí hasta por eso peleamos— nos amamos. Nos amamos tanto que siempre vamos a estar para los otros aunque estemos lejos.

Somos la familia Wilder, somos lo que queda de ella. Somos fuertes porque la vida lo quiso así. Hemos sufrido tanto y aún así nos hemos levantado. Hemos salido adelante paso a paso cada día. Hemos seguido juntos porque así lo hubiesen querido ellos. Sé que desde el cielo están orgullosos de sus hijos. Sé que nos aman, que nunca quisieron dejarnos, que el destino nos arrebató el amor infinito de nuestros padres. Pero a cambio nos hizo fortalecer nuestro vínculo de hermanos y nos dejó a la abuela, nuestra Nana, esa viejita hermosa que se desvive porque sus nietos sean felices.

La felicidad nunca es completa y eso la vida nos lo ha enseñado a golpes. Golpes de los que necesitamos sanar. A veces se necesita el cariño de alguien para sanar, como el de mis hermanos y mi abuela para poder superar la muerte de nuestros padres.

Pero otras veces necesitamos sanar solos y no arrastrar a los demás a nuestro infierno. Aunque te juren que quieren ayudarte, que pueden reparar tus grietas a veces necesitamos estar solos y renacer de las cenizas como un ave fénix.

Lo siento Liam, pero como yo eres un ángel caído ardiendo en tu propio infierno, no puedo arrastrarte también al mío. Hemos sido desterrados del cielo para arder y volvernos cenizas. Ojalá y algún día cuando logremos renacer podamos ser felices juntos, sin complicaciones, sin pretextos, solos tú y yo con lo que quiera que salga de esto.

Te amo Liam Neeson y eso nada ni nadie va a cambiarlo nunca.

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¡Hola mis pequeños saltamontes! Perdón por el retraso, como les dije en el capítulo anterior estoy enferma.

Aquí los dejo con su nueva actualización. Los quiero mucho.

Nota aclaratoria: ¡ESTE AÚN NO ES EL FINAL!

Laura.

Llegas demasiado tarde (Libros 1 y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora