𝒳𝒳𝐼𝒱 -𝓛𝓪 𝓟𝓻𝓸𝓯𝓮𝓬í𝓪-

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(Maratón  1/?) 

*Separador: Omnisciente*

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*Separador: Omnisciente*

La Reina de Lunae, Dynthea Moon, ya se encontraba deseosa de que Troya cumpliera su parte del trato. Habían pasado varias semanas desde la última vez que había visto a sus queridas amigas Sam y Eva, por lo que estaba deseosa de asegurarse que estuvieran bien.

Después de tantos años conviviendo con ellas a diario, había desarrollado un afecto especial. Sobre todo hacia esa pelinegra a la que quería como a una hija. Nunca imaginó que se verían envueltas en una situación tan peligrosa, pero no podía dejarlas así. Aunque su esposo estuviera molesto y a pesar de que ellas ya habían asumido sus roles, no cambiaría su decisión. Debían traerlas de vuelta cuanto antes, quieran o no.

Miró a su sobrina, Andrómeda, y le sonrió, fingiendo estar calmada a pesar de que, en realidad, estaba muriendo de nervios por la posibilidad de que todo saliera como lo habían planeado en los últimos días.

—Tranquila, Thea. Todo saldrá bien, Troya lo hará bien.

La Reina asintió, intentando que esas palabras la convencieran, pero no parecían funcionar en lo absoluto.

—Mamá, por favor déjame ir contigo. — Volvió a rogarle su hija, Finy.

—Esto es peligroso, bebé— Murmuró cansada— Tienes que permanecer aquí y cuidar de Lunae si algo llega a pasar.

Por la mente de Infinity Moon solo se repetía la palabra "Cobarde" pues se sentía responsable de todo lo que estaba sucediendo.

Mientras la primogénita de la Reina se debatía en si decirle la verdad o no, la enviada de la Reina cumplía su parte del trato y como se lo habían enseñado, la mundana apretó el botón que abría el portal que Andrómeda había creado.

La Reina volteó a mirar a Andrómeda con una sonrisa.

—Buena suerte— Susurró la bruja, aunque en su mente solo deseaba que su híbrida se encontrara bien y que nada fuera a pasarle.

La Reina, el líder de los cazadores, un par de brujos de fuego y tres grupos de cazadores sobrepasaron el portal antes de que del otro lado tomaran medidas contra ellos.

Llegaron al caluroso y abrumante infierno que habían esperado por tantos días.

Thea inhaló con profundidad, intentando calmar su agitado corazón, pero solo logró que su nariz doliera al respirar tanto aire caliente.

La indeseable presencia de los habitantes de Lunae alertó a varios hijos de las sombras que vigilaban los alrededores, así como también atrajo la atención de la Hija de la Diosa Luna. Esta última observó por su ventana cómo se abría el portal mientras consolaba a su herida esposa.

—No puede ser...— Susurró la chica.

La rizada entre sus brazos miró qué es lo que había llamado la atención de su esposa y casi suelta un grito de miedo al percatarse de lo que estaba pasando.

Infierno Escarlata (C.E 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora