IV: Vulnerabilidad

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Iwaizumi no es alguien que le desagrade, todo lo contrario, respetaba demasiado al moreno ya que, había demostrado ser una gran persona en solo unas semanas de haberlo conocido, siempre manteniendo bajo control a su amigo y novio Oikawa, pero también estando al pendiente de las personas a su alrededor, amigable y de confianza eran palabras que lo describirán.

Entonces no podía creer que Oikawa estuviera hablando de la misma persona, lo que el castaño describía no parecía ser la misma persona que todas la mañanas lo saludaba con cortesía y ayudaba a quien lo necesitara.

Sin embargo, se negaba a decir algo sobre eso, ya que observando el estado del carismático muchacho de ojos claros no encontraba modo de contradecirlo. Mira el reloj colgado en la pared para descubrir que es más tarde de lo que pensaba, tiene sueño todavía, pero no puede dejar simplemente al joven desolado en la sala del departamento.

Y mientras lo escucha sollozar se dedica a preparar dos tazas de café, desearía poder darle un té para ayudar a tranquilizarlo, pero no contaba con ningún sobre para esa bebida, además él no era fantástico del té por lo que nunca compra. Y tras unos minutos se acerca de nuevo hasta el castaño que se encuentra sentado en el sofá con la cabeza baja y la frente apoyada en sus manos enlazadas, parece que finalmente ha dejado de llorar, carraspea un poco para llamar su atención y cuando la tiene le tiende la taza.

—Gracias, Tobio-chan —el muchacho de ojos azules asiente antes de sentarse en el sillón individual de enfrente.

—¿Se siente mejor?

—Sí. Estaba tan enojado que no pensé demasiado, disculpa si te molesté.

—No tengo ningún problema con su visita, Oikawa-san, al final yo le dije que podía venir si necesitaba algo.

Su mirada se encuentra clavada en la taza tibia en su mano, no sabe que decir, ni siquiera es bueno consolando, la verdad es que nunca espero que sus palabras fueran tomadas en cuenta, había sido casi una broma cuando lo dijo y Oikawa había reído como si se tratará de una, pero como siempre el chico de ojos marrones lo sorprende con sus acciones y palabras.

Jamás hubiera imaginado que a media noche y en medio de un reparador sueño alguien tocara su puerta con insistencia, pensó que se trataría de alguna de las vecinas, pero se encontró con un par de ojos marrones cristalinos y unos nudillos enrojecidos. El rostro de quien menos espero con un rastro de lágrimas, un murmullo pidiendo permiso de pasar.

—¿Es difícil de creer lo que dije?

—Eh, bueno, es complicado —levanta la vista y observa al chico castaño, quien espera una respuesta más amplia, suspira internamente y regresa su mirada a la taza mientras piensa en que más decir— Iwaizumi es demasiado amable, siempre se comporta educadamente y aunque se ve serio también suele ayudar a quien lo necesita.

—Lo sé, pero la gente siempre suele pensar que las personas son buenas o malas, olvidan que siempre es un punto medio.

—¿Tienen problemas?

—Supongo que fue parte mi culpa, simplemente quería tener una conversación con él, pero se salió de control y terminamos diciendo cosas que no queríamos, es raro como llevamos a este punto.

Su cabeza cae sobre el respaldo del sillón con pesadez, finalmente Kageyama deja de mirar el café para observar el aspecto cansado del mayor. Su cabello que siempre parece impecable y brillante, ahora desordenado y hecho un desastre igual que su camisa blanca, sus ojos enrojecidos y un rastro de moco en su nariz también enrojecida por el llanto.

—Espero que solucionen sus problemas.

—Eso haremos, solo necesitamos algo de tiempo.

Y permanecen en silencio durante unos minutos, uno sin saber que decir y el otro sin ánimos para pronunciar palabra alguna.

Torre de Italia [Haikyuu!!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora