Capitulo Tres

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Nuevo asiste, y sexo de reconciliación.

Adeline.

Estaba soñando que volaba sobre unas suaves nube, el viento en mi rostro se sentía refrescante y real pero de repente sentí frío y mis ojos me quemaban, con dificultad abro los ojos par en par, logré divisar a Russell cruzado de brazos en la esquina de la cama, suspiré porque sabia que estaba enojado y tenía que soportarlo.


── Por favor, vuelve más tarde aún es temprano para discutir ── Le pido amablemente y le doy la espalda para reconciliar el sueño.

──¿Porque no respondes mis llamadas, ni los mensajes? ──Pregunto en tono molesto.


── Dejame dormir.
── Le respondo, igual.

── Adeline, mírame cuando te hablo, ¡mierda soy tu esposo! ── Dijo eufórico.

Volteo a verlo, mis ojos clavaron en los suyos, sentí un calor recorrer por todo mi cuerpo.

── ¡Ja!, no me hagas reír, mira quién habla.

── ¡Por lo menos te avise!
── Se excuso

── ¡No pues gracias!
── Respondo con sarcasmo.

── ¡No me levantes la voz!

─ Dijo amenazante.


── ¡Tu tampoco lo hagas!
── Respondí desafiante.

── ¿Sabes qué?, no te soporto, iré a un lugar donde si me quieran, no me llames a menos que quieras disculparte ── Dijo mirándome con irá.

── ¡Vete al diablo Russell!
── Le grite.

Antes que abriera la boca corrí hacía el baño y me encerré ahí. Escuche los pasos de Russell alejándose poco a poco hasta oír la puerta principal cerrarse con irá.

Coloque mi mano en mi boca para ahogar mi llanto, las discusiones me ponen muy sensible, limpie mi rostro con agua en el lavadero, abrí el botiquín del baño y tome un frasco de pastillas para calmarme, después de ingerir esas pastillas tome una ducha.

A los vente minutos salí de la casa rumbo a mi trabajo, aunque no me sentía con el mejor ánimo fuí porque estamos muy apretados con la agenda.

Al llegar al lugar, me estacione en mi lugar reservado, me observé atreves del espejo retrovisor y me dije a mi misma «Tú puedes hacerlo que eso no te afecte », salí del auto y camine hacía mi oficina al llegar me sorprendió ver a mi madre hablando con un jóven desconocido en la puerta de mi oficina, intente huir pero ella logró verme.

── ¡Adeline, buenos días!
── Grito, agitando su mano.

── Tierra, trágame ── Dije en voz baja, con una sonrisa falsa me acerque hacia ellos.



─ Hasta que por fin llegas, llevamos media hora esperándote aquí ¿donde estabas?

𝐄𝐥 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐚𝐫𝐢𝐨. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora