Cap 30

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Trataba de comer su rodaja de pastel de limón, mañana sería Navidad, antes le daba alegría pero estar castigada por su imprudencia no. Amo estar con Petunia hasta que se ponía pesada por el asunto, era imposible ignorar a ambas féminas regañarla.

Tuvo que regresar a Hogwarts por el trabajo de su tía, no podía salir del castillo ni sobornando a Hagrid, su tía  había hecho las medidas necesarias para no romper aquel castigo. Era la única por las mazmorras, las familia puras alardean con fiestas ostentosas para dar a conocer a sus futuros herederos. Los fantasmas les brindaban sus buenos deseos a los pocos estudiantes que seguían ahí.

Amaba al fantasma de Gryffindor, Sir Nicholas era difícil de pasar desapercibido, le brindaba una sonrisa sincera cada vez que la miraba. En cambio trataba de esconderse de Peeves, era doloroso y humillante cuando tomaba algunos mechones de su cabello, comparándolos con canas.

-Señorita Rellish, feliz casi navidad- le sonrió el director que pasaba por su mesa, vio como de su túnica sacaba una gran caja de ranas de chocolate y galletas de mermelada de fresa -Amo esta temporada por los dulces- dijo guiñando un ojo.

El menor le sonrió, comiendo una galleta, debajo de la mesa había un saco con regalos para sus profesores. Saco una caja mediana con brillantes colores extendiendosela a aquel ser adorable.

-Feliz navidad- Vio que a pesar de la vejez los ojos sinceros del director tenían aquel brillo travieso de un niño. Con emoción tomó el regalo listo para abrirlo.

-Se debe abrir hasta mañana, pero la vida puede tener consideración por un viejo con corazón dde niño- la profesora que vigilaba a su grupo de Gryffindors miraba atenta los movimientos del director, acercándose.
-Albus es una tradición abrir el regalo a la mañana siguiente bajo el árbol- oculto una sonrisa.

-Profesora, feliz navidad- la chica se levantó, saco un regalo pequeño de colores rojos para la mayor -Debo retirarme, me temo que deje mi cama llena de cinta y restos de envoltorio- camino con los restos de regalos por entregar.

-Profesora,  la señorita Rellish es brillante- la nombrada miraba al director sacar muchos pares de calcetines de diferentes texturas y colores. Sintió curiosidad por ver su regalo, faltando a su código sobre las costumbres logró abrir el regalo sin romper el listón o el papel. Ahí había un hermoso collar de luna llena, rápidamente entendió el detalle.

-Si lo es- sonrió con ternura.

A la mañana siguiente Eris tocaba una melodía lenta, las mazmorras se sentían frías y solas. Seguía en pijama con el pelo hecho nudos. Lista para salir camino por las escaleras hasta el árbol lleno de decoraciones verdes y plateados, abajo habían muchos regalos, con tranquilidad abrió en orden cada uno.

Dejaba en un baúl tintas nuevas, collares, pinceles, vestidos, entre otras cosas.

Abrió el regalo grande de Petunia, se trago el asombro al ver sus libros, aquellos mismos que había perdido, casi abajo de ellos estaba un sobre.

"Algo me dijo que buscará hacia atrás para encontrar respuestas, se que no estas lista para hablar, encontré tus cosas en la nieve, algo las destrozó. Mi madre me acompaño a la librería y pude remplazar tus libros por esto"
                         Feliz Navidad"

Los tomó dándoles un gran abrazo, al abrir los otros de los profesores y los de su tía estaba por levantarse y desayunar, más dos cajas aparecieron de la nada. Abrió los ojos sorprendida, un hechizo las mantenía así, con su varita inspeccionó que no fuera algo malo. La de la caja negra era lindo el diseño, pero la otra le daba mal aspecto. Intento tomarla más la caja salto, provocándole un gran susto, su varita había caído, la tomó con firmeza apuntando la caja. Respiro lista para atacar si era necesario, se acercó a la caja sosteniendola, al intentar abrirla el movimiento violento la hizo soltarla dándole vuelta. Algo salió rápidamente de ella escondiéndose debajo de un sillón de cuero negro.

Trato de acercarse pero un siseo la alarmó, provenía de aquella cosa que ahora estaba debajo del sillón.

-Lumos- se arrodilló para ver por debajo, no veía nada. El frío del suelo la hizo levantarse, busco rápidamente la caja en busco de una carta más no había nada. -¡Una broma, enserio!- iria a buscar a Peeves, más aquel sonido de siseo atrajo su atención. Cerca de ella había una estatua de un caballero de este sostenía una gran lanza, más lo que vio colgada en ella provoco que su alma abandonara su cuerpo.

Aquel reptil se presentaba sin temor, sacaba la lengua para olfatear a su alrededor, sus ojos fijos en los movimientos de la contraria. Siseo como advertencia al ver el movimiento de la humana, se enroscaba lista para atacar, sin embargo no lo hizo, aquellos ojos grises miraban fijamente. Con lentitud mostro los colmillos, retrocedió lentamente hasta que para terror de Eris desapareció.

Tenía un gran nudo, por su color y características sabia que era venenosa, temía que la mataran por eso, sería injusto pues fue puesta en esa caja en contra de su voluntad, salió de su alarmante pensamiento al sentir algo helado recorrer su cuerpo, busco aquello pero no había nada o aparentaba no haber nada. Sintió aquello subir hasta sus hombros, no se movió como manera de prevención, hasta que aquel color volvió a ser visible. Enrollada en su cuello estaba aquel reptil, su cabeza muy cerca de el rostro de la chica.

Escucho un siseo más largo hasta que un ligero pinchazo la hizo moverse involuntariamente, aquella serpiente la había herido levemente con una de las escamas, de esa herida salió un sello que ahora la serpiente compartía con su ama. Con la lengua acarició la mejilla de su dueña, terminó de posarse en su cuello convirtiéndose en un collar hermoso.

Eris lo tocó levemente, aun dolió el pinchazo, trato de retirarlo pero simplemente no lo logró. Había escuchado de ciertas criaturas cambiar de formas y ahora parece que una de esas ahora está vinculada a ella. Aun alerta se acercó al último regalo con bonitos detalles lo abrió, en el una máscara que cubría todo su rostro.

-Estos últimos regalos no tienen tarjeta- murmuro.

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