Dreizehn

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Una despedida definitiva.




Mi mente estaba completamente desorientada. La mera idea de presentarme y enfrentar a la madre de Hwasa después de la tragedia me causaba un escalofrío en la espalda. Se-hun insistía en entrar, pero yo me negaba rotundamente a abandonar mi asiento en el vehículo.

Se-hun tiró suavemente de mi sucia chaqueta y me dijo que era imperativo que ingresáramos, ya que el entierro estaba a punto de concluir.

— Quiero volver a casa —dije, pero en cuestión de minutos, me percaté de que no tenía un refugio para pasar la noche.

Se-hun se mantuvo firme en su decisión mientras me observaba con una mezcla de tristeza y determinación.

— No hay más que hablar, esto es el final —dijo con un tono de voz que denotaba su frustración antes de salir del coche y cerrar la puerta con un sonido seco.

Inhalé profundamente, permitiendo que el aire fresco llenara mis pulmones, aunque sin darme cuenta, también aspiré el polvo que danzaba a mi alrededor. Sin demora, descendí ridículamente y me coloqué al lado de Se-hun quien, con su firme agarre en mi cadera, aseguraba que no me perdiera en el camino.

Algunos individuos nos observaban con asombro, mientras que otros nos miraban con extrañeza, tal vez preguntándose cómo teníamos la audacia de presentarnos en el funeral de nuestra amiga después de haber sido señalados como los principales responsables de su fallecimiento.

"Los rumores se propagan velozmente", pensé, tropezando con mis pies torpes.

A pocos metros del féretro, se encontraba la distinguida señora Sa, desgarrando nuestra piel con su penetrante mirada. Nos alcanzó antes de que pudiéramos avanzar un solo paso más y se abalanzó sobre nosotros como un felino. Se-hun intentó apartarla con un empujón, pero mi vergüenza me paralizaba, impidiéndome mover ni un solo músculo. Así que permití que sus uñas se hundieran en mi rostro, dejando finas marcas en mis mejillas.

— ¿Acaso consideran esto una burla de mal gusto? —exclamó, liberando su dolor frente a nosotros— ¡La responsabilidad recae sobre ustedes! Dejaron a Hwasa desamparada y ella... ella se ha marchado para siempre —sus rodillas se postraron en el suelo mientras el llanto estremecía sus delicados hombros.

Ninguno de nosotros poseía la suficiente fortaleza para articular palabra alguna en respuesta. Por el contrario, nos unimos a ella en su llanto, procurando mitigar su sufrimiento con una delicada caricia. Sin embargo, en el instante en que nuestras manos rozaron su espalda desnuda, se alzó como un infante poseído por fuerzas malignas.

— Alejen sus impuras manos de mi persona —exclamó con indignación, frunciendo su nariz enrojecida.

— Lamento sinceramente haber decepcionado su confianza, señora Sa. Mi corazón se llena de pesar al reconocer el daño que he causado al no estar a la altura de sus expectativas. Permítame expresarle mi más profundo arrepentimiento por haber fallado en mantener su confianza en mí —volví a pronunciar las palabras que Se-hun había meticulosamente preparado para mí antes de mi llegada.

— Pequeño bastardo —espetó con desprecio, clavándome una mirada llena de odio—. Maldito el día en el que permití que cruzaras el umbral de mi hogar, debería haber dejado que perecieras en la calle como un perro callejero cuando tuve la oportunidad.

— Lo siento —dije, mordiéndome la lengua, tratando de ocultar mi desbordante tristeza.

— Tu madre tenía razón, tus estúpidas acciones han causado estrados en todo lo que has tocado.

La señora Sa, una vez finalizado su discurso de odio, decidió llamar a seguridad para que se encargaran de la situación. Se-hun, mi acompañante, tomó mi mano y con un gesto indicó a los guardias que no era necesario que nos escoltaran, ya que éramos lo suficientemente astutos como para salir por nuestra cuenta.

— Puedes quedarte conmigo esta noche, YoonGi —propuso Se-hun con amabilidad, sin dejar el lado desdichado de la situación, una vez que nos adentramos en el vehículo.

Rechacé rotundamente. Aún debía obtener los fondos para mi madre y evitar que mi hermano cometiera otra imprudencia que perturbara por completo mi melodramática vida.

— Me voy a un motel, Se-hun.

Me permití una pequeña mentira mientras observaba por la ventana y me despedía en silencio de la compañía que había experimentado conmigo innumerables instantes de ensueño, los cuales quedaron grabados en mi memoria como joyas preciosas. En mi mente, pensaba en la despensa y en las próximas rentas, pero en ese momento, preferí dejar de lado esas preocupaciones mundanas y disfrutar del paisaje que se extendía ante mis ojos.

"La vida es demasiado corta para no detenerse a apreciar la belleza que nos rodea...incluso en los momentos más difíciles" — grabé en mi cabeza las palabras de Hwasa, permitiéndome ser arrastrado por la dulce melodía de la medianoche.

Herr White ➤ kookgi [+21].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora