CAPÍTULO 6: UN LINDO Y JODIDO VESTIDO.

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La castaña no le hablo en todo el camino hasta su casa y él tampoco intento establecer una conversación con ella, quería darle su espacio porque la conocía y sabía que estaba molesta, y si la presionaba seguramente terminaría con la nariz sangrando. Cuando entraron a la casa de la joven, ella ni siquiera se preocupó por cerrar la puerta o invitarlo a pasar, solo la dejo abierta a sus espaldas.

Thomas, suspiro y de todas formas entro a la casa, cerrando la puerta a sus espaldas.

—¿Cuanto tiempo me harás la ley del hielo?—Pregunto adentrandose a la sala de estar de la joven. Estaba ahí, sentada en su sillón con las manos temblorosas por la situación.—Me gustaría saberlo, Iris.

—Hasta el día en el cual me muera, thomas shelby.—Aseguró seriamente mirándolo. Le rompería un florero en la cabeza si la seguía molestando.—No mereces que este hablando contigo porque eres un idiota y con idiotas no hablo.—Escupió con enojo.

El ojiazul tenía tiempo sin verla tan enojada. Iris era dulce, pero solo cuando no estaba molesta contigo. Cuando se enojaba podía convertirse en la persona más cruel que hayas conocido, y no porque te golpearia, sino porque es tan hiriente con la palabras.

—No hice nada malo, Iris. Fui al garrison para hablar con harry porque necesitaba compañía.—Murmuro intentando explicarle la situación, pero la castaña no era fácil de convencer. No cuando le mentían en la cara.—Y no estaba, solo estaba ella.

—¿Oh si? ¿Y llevarla a las carreras contigo? ¿Qué es eso, thomas? ¿Qué significa que le pidas que se compre un lindo y jodido vestido?—Pregunto levantándose del sofá sintiendo como todo a su alrededor le daba vueltas. Sentía su cuerpo débil.

—Iris..

—Vete de mi casa.—Pidió señalandola la puerta de salida. Todo comenzaba a verse más borroso para ella y sus piernas temblaban ligeramente, en cualquier momento perdería el conocimiento y lo sabía.—Dije que te vayas de mi maldita casa, thomas.—Insistió con molestia, apoyando su mano en la esquina del sofá para tener equilibrio.

—Iris, cariño, tienes que sentarte y calmarte.—Pidió suavemente viendo como su mirada comenzaba a perderse en un punto inexistente. Se acercó justo a tiempo para tomarla en brazos, impidiendo que se cayera al piso y se golpeara.

La levanto como si fueran recién casados y subió las escaleras para llevarla a su cuarto, así podía descansar de una vez por todas.

Se quedo con ella en todo momento, poniéndole paños fríos en la frente en busca de bajarle la fiebre tan alta que tenía. Aún no despertaba y eso lo preocupaba, en cualquier momento llegaría polly y iba a querer matarlo si la veía así..  Se supone que iba a cuidarla.

—Siento ser un idiota contigo aveces, pero lo dijimos.. dijimos que no podíamos estar juntos, ¿Lo recuerdas? No podemos hacer esto, aunque lo anehelemos los dos.—Murmuro suavemente sosteniendo su mano con cuidado.—No terminaría bien, todos saben eso. Es mejor dejarlo aquí, amor mío.

Ella lo estaba escuchando. Su corazón iba a mil por hora en ese momento porque le dolía todo esto, pero no podía hacer nada, por eso mismo mantuvo sus ojos cerrados hasta que escucho la voz de polly en el piso de abajo.

Thomas salió del cuarto.

—Ella está durmiendo, Polly.—Escucho la voz de thomas después de unos segundos, para después sentir como los dos volvían a subir las escaleras.

La puerta se abrió dejando ver a una polly totalmente preocupada por su niña italiana.

—Estoy bien, tranquila.—Le sonrió levemente. Thomas la miro con sorpresa, pero no dijo nada.—Me gustaría un poco de agua, ¿Puede ser tommy?—Pregunto dulcemente, como si nunca le hubiese gritado.

—Si, enseguida te traigo.

—¿Te cuido bien?—Indagó pol.

Asintió.—Si, es un buen enfermero, polly.

—Que bueno, Cariño.

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