Parte 2

0 0 0
                                    

Un olor a humo qué terminaría de joderme la nariz, Dios mío, ¿Qué más debo oler en este maldito frente qué no sea un aroma tan horrible?, Ya había tenido suficiente de los baños improvisados y la poca higiene qué se puede llegar a tener aquí.

*Truuuum, truuuum*.

Ya estaba todo listo, no dude en pisar a fondo dejando un rastro de llantas en el piso de la granja y empezar a marcar mi ruta, se suponía qué nos conseguiríamos en una cruzada qué daba con una parte no tan asegurada de la trinchera, todo esto puesto así apropósito, si hubiéramos asegurado todo no tendríamos escapatoria, una muerte segura nos hubiera esperado — Mierda, mierda, ¿Puede haber más huecos en éste lugar? — mi cuerpo temblaba por las leves agites del carro por el intento de carretera, Dios mío, sí quiera le fueran echado tierra para tapar esos baches — solo espero qué este cacharro aguante hasta llegar —

Dos minutos pasaron entre luchas por seguir en el camino solo para al fin dar con la casa, nada más para ver la qué tenían montada, no sabía cómo coño alguien había traído la ametralladora a la casa, pero en ese momento era lo único qué evitaba qué los alemanes hicieran carne picada a cada uno de ellos — ¡Chicos! — hizo sonar el claxon para enseguida escuchar cómo la puerta del patio era pateada saliendo un montón de ellos corriendo en fila India hacia el carro, el suelo de la parte trasera del carro se llenaba de pasos dando a entender qué ya se habían subido unos cuantos — ¿Y el capitán? — ¡Ahí viene! — podía ver por los espejos del auto cómo Ymir llegaba cargando aun herido lo qué fue señal para empezar a avanzar poco a poco, podía escuchar todavía el ruido de la ametralladora, ¿Alguno había decidido quedarse por proteger a los otros? —¿Quién estaba en la ametralladora? — Nadal, pero dijo qué ni se coña se iba a quedar — dicho y hecho se pudo ver cómo la ametralladora dejaba de sonar, el carro ya había subido la velocidad justo cuando la puerta del patio era pateada y se podía ver al nombrado tirar algo dentro de la casa antes de empezar a correr cómo diablo, sus compañeros lo apoyaban con porras de qué corriera más rápido y este solo movía las piernas con desespero, fue Ymir él qué extendió su mano para subirlo, en ese mismo acto todos pegamos un brinco al escuchar una explosión y varias menores después de esos, la casa qué estábamos dejando se había vuelto un show de luces — ¡Abajo! — podía escucharse un par de gritos venir de la casa los cuales se alejaban con el avanzar del auto, el maldito de Nadal le había tirado una bomba a las municiones antes de irse cómo alma qué lleva el diablo — bonito regalo — ¡Tu, idiota, un minuto más tarde y no la contábamos! — ¡Já, quería conducir tu por esas carreteras, si así se le puede llamar! — por eso no me gusta hacer misiones con los cachorros de la resistencia — un bufido terminó con esa conversación, ya era demasiado para todo, solo habían respiraciones profundas de cansancio, habían estado muy cerca esta vez, lo sabían…nada da más miedo de ser consciente qué no moriste por un golpe de suerte.

Ya habían pasado unas cuantas horas, la mayoría dormían tranquilamente, aprovecharon en cerrar sus ojos cuando la calidad de la carretera mejoraron. Solo uno se mantenía con los ojos bien abierto, nuestro capitán — Necesito surtir gasolina…capitán — ya, ya, solo frena la maldita camioneta — a la orden — Meneaba su cabeza en forma de desaprobación, me seguía viendo cómo un niño, no importaba cuántas cosas allá vívido con él en estás semanas. Al detener la camioneta abrí la puerta del piloto para bajar, el suelo estaba seco, aunque seguía con esa marcas echas por el barro, había llovido hace no mucho. Ya Ymir estaba llenando con un bidón qué habíamos dejado, parecíamos cobardes planeando tan bien nuestra retirada — ¿De verdad no has podido ni cerrar un ojo? — Sabes qué no, no puedo dormir hasta llegar a casa — no te necesito cansado, Ymir…capitán — ¿No me necesitas?, De verdad no conoces tú lugar Prior, esa barracas con pantano te subieron el ego — eso temo, señor — me preocupa su estado, de verdad parecía un mapache con esas ojeras, sospechaba qué no podía dormir por el mismo miedo…de verdad hoy estuvimos cerca — Listo — vámonos — apenas cada uno se fue a su puesto, algunos de los muchachos se levantaron por el detener y avanzar de la camioneta, empezaban una conversación sobre la misión y qué probablemente no tendríamos descanso, de verdad esto parecía ser parte de algo más grande, ¿Ahora no solo quieren el territorio?

Las rutas fueron un completo dolor de culo, más de una vez tuvimos qué ir con cautela, caminar al menos una hora buscando huellas de lo carro o pisadas, si nos conseguían en estas condiciones estábamos muertos, apenas sí teníamos suministros en la camioneta — hay un campamento, creo qué son civiles, pero las casas están patas arriba, parece qué le dieron con los codos a las ventanas — ¿Eh?, Oh, eso no es algo nuevo, llevan tiempo así esas casas, recuerdo pasar por aquí cuando íbamos a la trinchera — me acerque en un pequeño trote a unas de las casas, la última vez no me pude detener a mirar lo qué habían dentro de esta, tal vez un momento para descansar no estaría mal — no estamos jugando, Prior — solo será un minuto, ¿Quién sabe lo qué pueda haber? — No somos rateros — claro, ¿Recuerdas de dónde salieron las últimas municiones? — haz lo qué quieras mientras cambian la gasolina, ya es el último bote — me dijo al mismo momento qué me metía en la casa algo empolvada por el tiempo…



Continuará…

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 19, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mundo Agridulce Donde viven las historias. Descúbrelo ahora