31: Oportunidad

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Los discípulos se sorprendieron mucho al oír lo que Jesús dijo, y comentaban entre ellos:
—Entonces, ¿quién podrá salvarse?  Jesús los miró y les dijo: —Para los seres humanos eso es imposible, pero todo es posible para Dios.

Marcos 10:26‭-‬27 TLA

Si estáis en el camino equivocado, el progreso significa dar un giro de ciento ochenta grados y volver al camino correcto.

C.S Lewis.

Capitulo 31

Al día siguiente fue a las cuatro de la tarde a la casa de Gustavo. Había dejado su bici en el patio, y ni siquiera tuvo que tocar la puerta porque el chico estaba sentado en una pequeña mesita en la entrada, leyendo.

Cuando Gustavo vio a Amberly no le dirigió la mirada acusadora que ella estaba esperando. Ly achico los ojos para verlo a través de la luz ferviente de la tarde.

—Hola– dijo ella simplemente.

Él con una sonrisa débil le pregunto.

—Hola Ly ¿Que vamos a estudiar hoy?

Ella se cruzo de brazos. Claro, casi todas las visitas a su casa eran para estudiar algo. Ella no respondió, él cerró su Biblia y dijo;

—Hoy estudiaremos el acontecimiento histórico que dividió los tiempos en un antes y un después.

Y en ese justo momento apareció el abuelo Arismendi por la puerta con un jugo verde entre las manos. Su expresión vivaracha despertó al notar con quién hablaba su nieto.

—¡Muchacha! ¡Llegó quien estábamos esperando! ¿Que haces ahí parada bajo el sol? ¡Ven! Pasa.

El abuelo la invito a pasar. La casa de Gustavo gozaba de un orden impecable, y tuvo la necesidad de hacer lo mismo que con la de los Parra, compararla con la suya propia. Ella podía tener una casa grande, pero nunca la mitad de acogedora que aquellas. El hombre le ofreció algo de tomar, pero renegó pensando que le traería la misma bebida verde que él traía entre las manos. Normalmente tomaban asiento en el comedor, allí es donde se sentaba a estudiar, pero esta vez termino en un pequeño mueble acojinado de la sala. El hombre tomo lugar en otro mueble individual y el chico se sentó en el mueble grande. El abuelo Arismendi le pregunto vagamente por la escuela y su familia, le dijo que realmente había lamentado que no los hubiera visitado el día anterior, pero que le alegraba mucho su visita sorpresa, y de inmediato fue directo al punto.

—Bueno señorita, mi nieto me ha dicho que has venido por explicaciones ¿No es así?

Ella asintió.

—Y dime ¿Cuál es exactamente tu pregunta?

—¿Por qué Jesús tuvo que morir para salvarnos?

—Excelente pregunta. Una pregunta fundamental diría yo. Bueno ¿Cómo empezar?... La carta a los romanos dice que la paga del pecado es muerte ¿Sabes que significa eso?

Ella negó.

—El que peca debe morir... Esa es la condena justa. Algo así como cuando una persona comete un crimen, y al ser juzgada va a la cárcel. Bueno, el que peca paga con la muerte, muerte eterna. –Se tomo un momento antes de seguir— Y... todos somos pecadores. Dime ¿Tu crees que eres pecadora?

Ella asintió. El hombre hizo una mueca.

—Yo también. No hay ni uno solo de nosotros bueno, hija. No hay ni uno solo con pensamientos perfectos desde el nacimiento hasta la muerte...¿Que deduces a partir de todo eso?

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