31 - Horrenda sorpresa

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Hojeaba uno de los libros de la biblioteca, revisando los extraños dibujos que cada vez sentía más familiares. Miró a Bethel de reojo, desde el día de la fiesta de té estaba distraída y sensible. Como si algo la preocupara y al mismo tiempo la asustara. Cualquier sonido fuerte la hacía saltar de improvisto, sorprendida.

Aylah dió un largo suspiro, no quería sumar más preocupaciones a su cabeza. Incluso se había rendido con el tema de la daga y la sirvienta. Si la intención hubiera sido la de acabar con su vida, el conde no hubiese sido tan descuidado como para enviar a una sirvienta a atacarla dentro de la mansión. Eso sería demasiado problemático y desastroso. Menos aún si había tenido paciencia suficiente para esperar durante doce años a que finalmente ella muriera. Así que lo más lógico, era pensar que ella era una de las personas que la protegía dentro de la mansión. En el instante en que Jelna intentó ahogarla, seguramente iba a usar la daga para salvarla. No pensaba darle más vueltas al tema.

El fuego crepitaba de manera acogedora en la chimenea, mientras que afuera la nieve caía sin detenerse. Apenas diez días después de la fiesta de té había llegado la primera nevada. La temperatura había bajado de forma brusca, obligándola a abrigarse para evitar el frío en los pasillos. Sus manos se helaban con facilidad aunque usaba guantes y se le entumecían los pies. Los zapatos que usaban eran hermosos, pero poco prácticos para el frío.

Se acercó a la ventana y miró hacia afuera. No había casi movimiento, los sirvientes se mantenían refugiados en el interior de la mansión, solo los guardias permanecían afuera bajo el clima extremo. El conde y su familia se habían ido apenas una semana antes. Esto era una buena noticia, al menos podía descansar hasta que regresaran. Hubiera sido un momento perfecto para intentar escapar, pero tenía muchas cosas en contra de una huida exitosa.

El mayordomo la estaba vigilando todo el tiempo, suponía que aunque el conde saliera lo dejaría a cargo de seguir todos sus movimientos. También estaba el tema del sanador, este la visitaba a diario examinándola como si buscara algo en particular. Otra cosa en su contra era este clima, no duraría ni un minuto afuera con estas bajas temperaturas.

Cerró el libro y lo colocó en su lugar. Estornudó un par de veces, aún había mucho polvo por limpiar. Un sonido llamó su atención, al parecer no había cerrado bien la cadena de su collar y este había caído al suelo rodando hasta debajo de un escritorio cercano. Se agachó a recogerlo cuando vió algo extraño, la gema brillaba con intensidad. Cuando la tomo en su mano, y la alejó del lugar donde había caído el brillo comenzó a desvanecerse.

Si lo movía el brillo subía o bajaba de nivel. Esto era muy curioso,como si de un detector se tratara. ¿Acaso estaba reaccionando a algo? Lo moviócon suavidad buscando el lugar donde brillara con más intensidad. Finalmente loencontró, era una zona en el suelo de madera donde al golpear con su manosonaba hueco. Levantó una tabla que apenas estaba superpuesta y lo encontró. Setrataba de un libro con la cubierta de piel y un cierre con una gema quebrillaba si Aylah acercaba su collar. Esto debía ser muy importante si estabaoculto de esta manera, pero si no podía leerlo era totalmente inútil. Así quesimplemente lo volvió a colocar en el mismo lugar, estaría más seguro ahí hastaque pudiera descifrar su contenido.

Sacudió su vestido al salir de debajo del escritorio y miró a su alrededor. Bethel no estaba allí. ¿En que momento había salido que ni siquiera lo había notado? Entonces era inevitable, volvería a su habitación sola, después de todo no había nadie que pudiera hacerle daño en la mansión. Por el momento podía sentirse tranquila.

En su cuarto estaba el servicio de té servido. La tetera humeaba extendiendo un agradable y perfumado olor en el lugar. Después de caminar por los fríos pasillos algo caliente le vendría de maravilla. Se sentó experimentando una sensación de satisfacción al tocar la taza caliente por el té que acababa de servirse. Tomó un sorbo, sonriendo ante la calidez que bajaba por su garganta extendiéndose lentamente por su cuerpo. Bethel sinceramente era la mejor, anticipándose a su llegada había preparado algo tan delicioso. Siguió bebiendo hasta casi acabárselo todo, disfrutando del suave sabor. No era el té que tomaba siempre, pero no estaba nada mal.

Escuchó la puerta abrirse y se giró en la silla con la alegría reflejada en su rostro, tenía que agradecerle apropiadamente. Pero Bethel no era quien estaba parada en la entrada, era alguien más. Alguien que la miraba con una sonrisa siniestra. Aylah tragó en seco mientras Ellies comenzaba a caminar acercándose a ella lentamente. La taza que tenía en su mano cayó al suelo haciéndose añicos. Sus manos se sentían débiles y la sensación pronto comenzó a extenderse por todo su cuerpo. Gimió mirando hacia la tetera, mientrar el terror crecía en su interior de forma desesperante.

-No sabes cuanto me alegraque hayas disfrutado lo que preparé para ti...




Destinada a renacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora