20

25 7 12
                                    

A la mañana siguiente, Robbie parecía un mapache. Aquello había sido sorpresivo para sus compañeros de trabajo, pues este por una nada se dormía en el mostrador. Su compañera fantasmal era la responsable de que Robbie no hubiera descansado, pues no podía pasar un segundo sin que lo molestara.

—Por Dios, Robbie. Pareces un panda. —dijo Evelyn. — ¿Cuantas horas dormiste?

—Una hora... O menos... —respondió Robbie, somnoliento.

— ¿Seguiste hablando solo toda la noche? -cuestionó Zerek.

—No, y tampoco estaba hablando sólo. —aclaró. En ese momento era extraño que la peli plateada no estuviera en ningún lugar, lo más probable era que estuviera haciendo de las suyas en el segundo piso.

—Ajá, y por eso gritaste a medianoche. —acusó.

—No es mi culpa, mi hermano habló a esa hora y me entero que estuvo moviendo mis cosas. —mintió.

Serkins bajó del segundo piso a toda prisa y caminó hacía el fondo. En ocasiones era sorprendente la rapidez de Serkins a pesar de su avanzada edad, que ni si quiera parecía necesitar un bastón. Robbie también pudo notar que la peli plateada iba justo detrás de él.

—Ya decía yo. —dijo Serkins y sacó un objeto de la vitrina en la esquina a la derecha.

—Bueno, ¿qué hará con eso? —preguntó la peli plateada.

—No debería estar aquí. —respondió de tal manera en que parecía quejarse. Volvió a la sala principal y volvió a subir las escaleras, parecía que toda su energía se había acabado en ese momento.

—Sí que eres viejo. —comentó la peli plateada. —Tienes suerte de que Simon no te haya asesinado aun.

Robbie no entendía en lo más mínimo lo que decia la peli plateada, ¿quién era Simon y por qué querría asesinar a Serkins? Era evidente que él y la peli plateada se conocían desde hace años. Tal vez él sabía como podía deshacerse de ella aunque debía encontrar una manera y momento para preguntárselo.

— ¿No les ha dado la impresión de que habla solo? —quiso saber Zerek, una vez que Serkins volvió a la planta alta.

—Gracias por recordarlo, señor obvio. —respondió Evelyn.

—No creo que hable solo. —dijo Robbie. —Tal vez solo no vemos lo mismo que él.

— ¡Por supuesto! —exclamó Zerek. —Tiene esquizofrenia, eso hace más sentido.

—No hablo de... Olvidalo. —cedió Robbie y volvió a recargar su cara sobre ambos brazos.

Pasaron las horas y la chica de cabellos plateados no volvía, lo cual aun significaba un alivio aunque una duda para Robbie. ¿Qué tanto podría estar hablando Serkins con ella? ¿O acaso era él quien intentaba devolverla al lugar de donde vino? Habían miles de escenarios y probabilidades, siendo la muñeca y el libro lo más cercano a pensar que Serkins intentaba o había logrado encerrarla nuevamente en dicho artefacto.

Pero aquella idea de que Serkins la había capturado nuevamente se desvaneció cuando a unos minutos de salir de la tienda e ir a casa, la peli plateada nuevamente le siguió.

Sombras De MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora